Cuando tenés una película basada en un videojuego recordado básicamente por las escenas de las muertes al final de cada pelea, hay pocos caminos para recorrer. Y uno de ellos es el que toma el director Simon McQuoid para la realización de Mortal Kombat, título disponible para alquilar en NS Now y otros servicios similares.
La pregunta no era cuán en serio se tomarían la historia, sino cuán en joda lo harían, y la verdad es que el grupo de luchadores con poderes especiales que adora “finalizar” a sus enemigos de las formas más crueles se queda a mitad de camino, con un resultado final que coloca al film en la categoría de clase B.
Esto no es necesariamente malo. Sin convertirse en un consumo irónico, permite disfrutar los momentos en que lo absurdo (ya sea la violencia o el torneo que nunca termina de empezar) toma protagonismo. Por eso personajes como el desquiciado Kano se roban cada una de las escenas en las que aparecen.
Hay una mitología que explicarle al espectador, con los participantes de las luchas en busca del poder especial que se merecen por ser los elegidos, pero uno está esperando que se emparejen un bueno contra un malo y se golpeen hasta que uno termine con el otro con premeditación y alevosía.
Las peleas están. Se hacen esperar, pero conforme avanza la película aparecerán más personajes, lo que aumentará las posibilidades de que exploten, revienten o se derritan. Siempre acompañados de alguna de las frases más típicas del videojuego, dichas por su matador o por una voz en off muy parecida a la de las maquinitas.
Quizás no abraza lo suficiente su propio delirio, y está claro que no puede haber tantas muertes violentas o se quedarían sin luchadores para una posible secuela. Pero si alguna vez te reventaste unos pesos jugando a ser Sub-Zero, Sonya Blade o Kung Lao, podrías reventarse unos pesos para ver sus aventuras en carne y hueso (mucha carne y mucho hueso).
Mortal Kombat, dirigida por Simon McQuoid. Para alquilar en servicios de cable.