En el video de “Casa limpia”, una banda toca en el jardín del Museo Nacional de Antropología. Llevan trajes color crema, a tono con la música suave y pegadiza con la que envuelven sus poesías y sus promesas: “Vamos a enseñarles a los demás cómo se hace / Estamos re de bardo pero hay cuadro así que tranqui / Vamos a ganarlo pa’ cambiarlo como prometí”, cantan a coro, antes de salir corriendo, escapados.

Son Arquero, Berna, Dubchizza, Flavio Galmarini, Gonzalo Vivas, Hache Souza, Pan, Rodrigo Baeza y Seba Jones, más conocidos como Los Buenos Modales, y la pieza audiovisual corresponde al surco número seis de su segundo y último disco, Vice City.

Llegan a la cita los poetas y raperos Hache Souza y Berna. Los dos se admiran mutuamente. Hache destaca, además de las rimas, las condiciones de su colega más joven como mánager y productor. Berna confiesa que Hache siempre fue una influencia para su carrera musical.

“Me acuerdo del día en que te conocí”, le dice Berna. “Fue en 2011, Uruguay estaba a dos partidos de ganar la Copa América. Santi Mostaffa hacía de host en una fecha en el teatro Florencio Sánchez del Cerro, vestido con bufanda de Uruguay. Yo tocaba con mi grupo FDO [Faltas de Ortografía], y vos con Mala Yerba. Y el loco que nos llevó nos dijo ‘bo, miren a estos guachos que andan volando’. Eran MK y Hache”.

Los dos están en mood diferente pero metidos en el campo de ataque y defensa de Los Buenos Modales. Hache vino más tranqui que nunca, reflexivo. Habla con preguntas y como le sale naturalmente, con un flujo de poesía dialéctica entretenida de seguir, aunque tramposa.

Sobre estos tiempos pandémicos y la actividad de grupo dirá, por ejemplo: “Mientras tanto, tratamos de guardar la mayor cantidad de bellotas en la bolsa”, y Berna confiesa: “Yo perdí habilidades sociales un montón. Ya era un bicho antes y ahora me cuesta un poco más. Obvio que hay abstinencia de tocar. Cuando estás arriba de un escenario, con gente con la misma energía que vos, es increíble. Hay un intercambio ahí que no se da en todos lados, quizás en el deporte. Esa gente decidió estar ahí para ver eso que iba a pasar y de lo que vos formás parte. Esa conexión suena re cliché pero es posta. Más allá del contacto o lo que podés hacer por las redes, la necesidad de estar con tus amigos tocando, y también con tus amigos en el público, está buenísimo, y eso re falta. Es la que te escucha y te banca”.

“Aprendimos un montón sobre adaptarse a que las cosas no salgan como vos esperás”, agrega Hache, y “de todas formas, aun en los momentos más difíciles, siempre tenés que poner lo mejor que vos”, dice Berna.

Berna.

Berna.

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En su video más nuevo, el de “Otra liga”, los nueve bajan y suben escaleras, abren puertas, hasta encontrarse en un salón antiguo de lo que parece una academia. Hache rapea “Estamos planeando una jugada que nos cambie la vida”. Una de tantas frases que aparecen en este disco, y también en este rato de charla, se escuchan tan atadas al fútbol como al célebre juego. “Media alma en tu tórax” es una de las mejores imágenes de Hache para este disco: “Esa habla de una sensación con la que creo que mucha gente puede empatizar, y es que a veces sentís que una persona te chupó el alma y tiene parte de tu identidad encerrada en ella; vos sos menos vos cuando no está, se llevó una parte de vos, y un día se va”.

“Tratamos de ser estrictos”, dice Berna, y lo reafirma. Parece una parte importante de su identidad, algo que lo define o lo diferencia del resto de sus compañeros. A veces, cuando hablan los dos casi a la vez se sacan chispas, y podrían ser más explosivas, pero Hache se decide por preguntarse cosas a sí mismo, o a quien quiera oírlas, mientras que Berna se encarga de mantener un ritmo constante, que le permita decir todo lo que necesita para su banda. “Tratamos de trabajar con un objetivo, de seguir adelante, llegar al próximo techo y ver qué pasa”, dice sobre este presente y el futuro próximo.

“La famosa jugada”, vuelve Hache, y los dos se encuentran en el punto donde, más que nunca, son un grupo donde todos componen y aportan para la obra final del momento: “Es una banda muy jugadora, muy estratega, de torear para que haya una reacción, para que alguien me tire un centro y otro meta el cabezazo final”.

El disco ya estaba pronto en marzo de 2020, y tenían previsto presentarlo en el Primavera Sound de Barcelona y el Montevideo Hip Hop, suspendidos ambos en plena cuarentena. El cambio de plano trajo la posibilidad de regrabar por completo el disco y comenzar de nuevo.

“Nos fuimos a Cuchilla Alta, a la casa del Perua, el sonidista de la banda. Armamos el estudio en la casa de él, y después, cuando teníamos casi todo pronto, lo terminamos en una casa en Piriápolis. La primera vez que lo escuché entero me quedé sin palabras. Era como “OK, estamos prontos para el campeonato. Por fin somos una banda”.

“Somos una banda cuya versión completa se termina cuando podemos tocar en vivo, mucha planificación, mucha jugada agresiva pero callado la boca, y para seguir preparado para las tormentas huracanadas que parece que son cosas de todos los días”, afirma Hache.

¿Vieron la serie de tv Atlanta?

Hache: Entera, increíble. Es muy parecida en algunas cosas a ser un rapero en Montevideo, sobre todo en las cosas más bizarras.

Berna: A mí lo que me quedó de Atlanta es un capítulo de la segunda temporada que es el que tiene menos que ver con el resto de la serie, el del piano de Benny. Ahí dije, “ta, ahora sí”. Y la escena del aeropuerto, cuando Earn [Donald Glover] se da cuenta de que tiene un arma y le van a meter cargos, es gloriosa.

Hache: Acá ha habido episodios muy Atlanta. El rap uruguayo es mucho más Atlanta que 8 Mile.

Berna: Atlanta es como mostrar la realidad de cualquier rapero promedio que piensa que es un gangsta y la tiene toda, y la está remando, y le re cuesta. Pero pasa en todo el mundo. Ahora realmente es una salida laboral para muchos pibes. Si hacés las cosas bien, no tenés que hacer una música sorprendente para poder vivir de eso. Solo necesitás una buena calidad de sonido y pegarla con un tema en un momento exacto.

Hache: Es la cotidianidad de la nada.

Berna: Ahora tenés que saber y manejar la imagen, la comunicación, los shows, de todo un poco. Cada vez se valora más. Y si vos podés hacer todo, hacelo y jactate de eso: “Sí, soy mi propio mánager, produzco los beats, y me grabo”.

Hache Souza.

Hache Souza.

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Hache: Es sospechosamente muy parecido al mercado aplaudiéndote por fulminarte todo el día haciendo cosas, en vez de tomarte un descanso y disfrutar con tus amigos. Pero, a fin de cuentas, hoy en día te aplauden mucho más que vos estés todo el tiempo nervioso, resolviendo la portada del disco, las entrevistas y el vestuario, a que estés tranca. Y si estás todo el tiempo subiendo historias de cómo laburás, a la gente le gusta más que verte con tu familia. Te aplauden por fundirte.

Berna: Es muy difícil que en tus redes haya sólo música y eso funcione. Si cualquier artista del Río de la Plata deja el Instagram dos meses, salvo Duki, ponele, pierden mucho. Esa nueva orden mundial de estar activo es así. Te lo dicen las discográficas que te mandan boletines por Spotify. Te dicen “mostrá tu vida personal, qué desayunas, lo que hacés todos los días”. Y la verdad, a mí se me cae un huevo, no me gusta.

A contramano de este camino, Hache y Berna me contarán cómo siguen invirtiendo y ahorrando cada peso en sus discos y videos y en la calidad artística de sus producciones de nivel cinematográfico. Alcanza con ver y escuchar “Baile triste”, la que me conquistó con ritmos árabes y gitanos. Berna dice que es un “reggaeton oscuro” y Hache, “un reggaeton triste”, y detrás de cámara, todo dice sigue como en sus comienzos.

“Con DJ Lvzy tocamos en los rincones más húmedos de Montevideo, como en Amarcord, donde pagabas para tocar y siempre te cagaban. Cuando tenía 19 años me di cuenta de que la única manera de hacer las cosas bien era armando los toques. Y ahí me empecé a meter con los bolicheros. En la presentación de Trapeando 2 [de Berna & DJ Lvzy] hice absolutamente todo a huevo, escenografía, luces, proyecciones, siete invitados. Una cosa gigante. No fue tanta gente como esperaba. Me acuerdo de que terminamos y con Lvzy vimos que nos habían quedado 20 pesos. Fue tipo: “No perdimos plata”.

En El Barril, donde sí se podía trabajar de forma muy profesional, con Mac Team (una banda anterior integrada por DJ Lvzy, Hache Souza, Berna y Jt) llegamos a cortar casi 300 tickets, y no entraban esas personas ahí. Fue un momento que vivimos con mucha alegría, no estábamos en ninguna peli”.