Los escenarios detrás o a su alrededor cambian, pero no del todo. Se repiten los espejos y se escribe o se pega el sintagma “buena suerte” –el nombre del segundo disco de Gonzalo Borrazás, también conocido como Zalo Solo– en las piezas audiovisuales que acompañan cada una de estas nuevas composiciones. “Hagamos cenizas, quemar las espinas, ganarle a los días”, rapea.
La primera vez que hablamos es pleno invierno y Montevideo está vacía, salvo por un mozo que no logra que su jefe baje la música en un bar céntrico. “No hay nadie, loco”, nos dice. Gonzalo lo observa risueño. Parece haberse despertado recién de una buena siesta, aunque salió de trabajar y ahora se tira hacia atrás, plácidamente, en una silla de madera, dispuesto a conversar, a pesar de la lluvia y el frío.
Hace poco lo llamé y le pregunté por aquellos días. “No sé si son los años, pero cada invierno me parece más largo. Me baja mucho la energía, las ganas, afecta mucho mi estado de ánimo. Yo lo quiero mucho al paisito, pero sus inviernos son implacables, despiadados. También te marcan los inviernos. Creo que los veranos hermosos en contraste con los inviernos fatales describen muy bien al uruguayo: esa dualidad del más humilde y grisáceo hasta el más radiante y extrovertido. Todo eso lo podés encontrar en la misma persona acá”, dice.
Durante ese tiempo, un montón de aficionados a la música escucharon las canciones, vieron los videos de Buena suerte y le enviaron mensajes emocionantes e inspiradores. Sobre “Superhéroe” alguien escribió en los comentarios de YouTube: “La letra es tan sincera y hermosa...”. Fia126 puso: “Simplemente arte. La escucho todos los días. ¡Gracias por crear algo así y comunicar tus emociones a través de tan bella canción!”.
En Uruguay, Zalo Solo es uno de los integrantes más conocidos y respetados de la creciente comunidad hip hop, y su música ya trascendió fronteras. Se destaca por su estilo relajado y nada pretencioso, con el que viaja dentro de su mente y sus recuerdos. A veces se refiere a bailes y fiestas, pero la mayoría del tiempo está hablando sobre cómo lidiar con fantasmas y dolores, los suyos y los de quienes lo rodean. Su poesía parte desde lo cotidiano (el trabajo, las rutinas, el desamor, las pérdidas), vuela y regresa siempre a las mismas cosas, creando algunas ilusiones o cuentos, aunque nunca suelta la punta del ovillo. Se considera parte de una “generación bisagra” del rap local, y no es casual que nombre a célebres como Contra las Cuerdas y haga referencia a Santi Mostaffa y Eli Almic como dos figuras con las que comparte ya muchos recuerdos.
“Cuando saqué mi primer disco mi vieja me dijo: ‘Le estás diciendo a todo el mundo que tenés padres divorciados’”, recuerda cuando empezamos hablar sobre la laboriosa tarea de hacer arte con los capítulos de su vida. “‘Superhéroe’ tiene una pila de cosas que quería decir hace bastante. Me parece rarísimo cuando a veces se banaliza la emocionalidad, o alguien incluso se ríe de alguien que se emocionó. ¿Qué tiene de malo sentir? Cuando pongo un disco me gusta sentir cosas, y más en una época en la que se ha vuelto normal no sentir o no involucrarse demasiado”.
Zalo, no casualmente, tiene entre sus discos de cabecera a The Marshall Mathers LP, de Eminem, que grabó una vez, a escondidas, con un casete en el equipo de audio de su hermano mayor (el DJ y productor Rolo Borrazás) para luego poder escucharlo en su walkman: “Ese fue el disco que me hizo enamorarme del género”, dice. A la vez, Eduardo Galeano, Douglas Coupland y Harold Robbins aparecen entre sus lecturas más nuevas.
“A mí me vuelven loco las palabras: de qué forma se combinan o en qué contexto usarlas. Es algo que tengo desde chico. Recuerdo que mi madre me decía palabras que no sabía qué significaban y me daba mucha curiosidad. Por eso soy muy consciente a la hora de las imágenes que quiero despertar en el mundo, y para lograrlo tenés que ser muy cuidadoso con las palabras”, dice, a propósito del origen de su pasión.
Su método
“Adquirí el hábito de escribir. No creo mucho en la inspiración, en eso de que en un momento cualquiera se te ocurre una canción”, me cuenta. “Yo camino y voy anotando cosas por la calle en el teléfono, pero después busco un momento y me pongo a escribir un rato largo. A veces estoy media hora con una frase sola, y por ahí si no la puedo terminar, la dejo para el día siguiente. Les doy muchísimo valor a las palabras. Me parecen súper importantes. No sé si era Galeano el que hablaba de que los pintores usaban muchos y diferentes pinceles, o determinada paleta de colores, y que cada oficio tiene sus herramientas. En mi caso, tengo las palabras”.
Palabras claves
Desde el comienzo Zalo busca consuelos o respuestas a las miles de preguntas que surgen a su camino, que podría ser el de cualquiera. Sus descripciones son sencillas y cercanas. En el video de “Desfogar” –mi preferida del disco– la escena transcurre en el medio de un ritual, y el estribillo es muy pegadizo. Es, además, el track que mejor resume el espíritu de su apuesta: “El amor es un concepto que recorre todo este disco. Hay una línea en la letra de ‘Desfogar’ que tuve que pensar muchísimo. Me costaba cerrarla. Empezaba con ‘No hay mejor amor que…’, y ahí me enfrenté con que no sabía de verdad cómo terminar de definir la idea. Fue tipo ‘¿qué es el amor para mí?’. Quería hablar del amor en general, no sólo el de una pareja, y me pareció que el cuidado es una de las formas más honestas del amor. Me parece que la manera más fácil de darte cuenta si la otra persona te quiere, es si te sentís cuidado. Hay cosas que digo en estas canciones de las que me fui dando cuenta en el proceso de escribirlas. En mi caso, buena parte de mi escritura es autoexploratoria. Mientras escribía me fui dando cuenta de lo que quería decir. Hay gente que tiene la habilidad de decir ‘voy a escribir sobre tal cosa’. A mí me encantaría que me pasara eso, pero no me sale. Lo que yo tengo son un montón de cosas anotadas, rimas, frases o algún concepto abstracto, y voy descubriéndome con cada letra”.
Zalo Solo se presenta el 6 de octubre a las 21.30 en Mercado Ferrando.