La decimoséptima versión del Festival Internacional del Cine de los Derechos Humanos, organizado por El Séptimo Ojo Es Tuyo (o Pukañawi, que en quechua significa “ojos rojos”), se está celebrando en forma virtual desde Bolivia y casi todo su contenido está disponible. El festival, que cuenta con el apoyo de la Comisión de la Verdad de Bolivia y de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas y el gobierno de Francia, rinde homenaje a la construcción cultural por medio del cine y los derechos humanos. Sobre esta edición dedicada a la memoria hablamos con Humberto Mancilla Plaza, director del festival.

¿A qué apunta este festival en su 17ª edición?

Esta es la última edición anual del festival: estamos generando cambios para armar una bienal que nos permita tener un foro de integración latinoamericano de cine y derechos humanos. Las características de la ciudad de Sucre nos llevan a pensar en un foro para que pueda trabajarse no solamente el cine sino también la diversidad cultural. El cine tiene un gran potencial, sobre todo para ingresar a tratar las expresiones culturales en su verdadera dimensión. No estamos solamente hablando de los derechos humanos desde la denuncia, sino también de la posibilidad de aportar, de construir, de generar cambios, y nuestra inspiración desde el principio han sido los derechos culturales. Este es un foro inspirado también en lo que plantea la Convención 2005 de la Unesco sobre la cultura. El próximo foro de la integración latinoamericano de cine y derechos humanos será en marzo de 2023, fecha que coincide con el Día Nacional del Día del Cine Boliviano, el 21 de marzo.

¿Cómo ves la relación entre cine y lucha?

El cine boliviano se ha caracterizado siempre por ser un cine colectivo, de defensa del sujeto colectivo, tiene una expresión muy fuerte a partir de sus raíces. Es de las comunidades indígenas, sobre todo por la presencia social y política. Pero el hecho es que no es suficiente. Todo este trabajo colectivo, este sujeto colectivo del cine boliviano no ha sido suficiente para, por ejemplo, lograr una institucionalidad fuerte para la expresión cultural o para el propio cine. Somos un país con una aspiración de lucha para poder generar el músculo que requiere el cine boliviano para ser visto en todo el mundo. Esa es nuestra apuesta: la idea de que el cine boliviano tiene que tener todo el vigor y la institucionalidad posible. Esa va a ser nuestra lucha de los próximos años: hacer que también el cine boliviano sea un cine de derechos humanos. Sabemos la lucha que emprende el cine de los derechos humanos en el mundo, por lo tanto esa energía, esa fuerza tiene que servir para el cine boliviano. Nosotros necesitamos sobre todo que en este caso Bolivia pueda tener más escuelas de cine, más condiciones para poder desarrollar su cine, no con el fin de transformarse en una industria, sino para que pueda contribuir a la educación, a la defensa y consolidación de la identidad nacional. El cine es un derecho humano y, como tal, también tiene que ser visto con esas características. No puede solamente encerrarse en una sala, tiene que salir a apoyar la transformación social.

Foto del artículo 'Memoria y esperanza desde Bolivia: 17º Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos'

¿Cuáles fueron los ejes para elegir la programación?

Hemos privilegiado la memoria. Las películas tienen una relación directa o indirecta con la memoria, también con la esperanza. Este año creímos que tenía que privilegiar sobre todo películas sobre memoria, la mirada del director con relación al tema de las dictaduras, el descubrimiento de las propias identidades, cómo el arte puede ayudar a dar esperanza a ciertas deficiencias o impedimentos. Hay que destacar que parte de la esperanza es la defensa de la Amazonia: nosotros no podemos concebir la esperanza sin la defensa del medioambiente. En este festival dedicamos un espacio muy importante a los pueblos indígenas y a la Amazonia. En este momento el corazón está siendo atacado por incendios, depredación, las personas se están muriendo por estas situaciones. Tenemos programados también conversatorios sobre sitio de la memoria, cine africano y cine animado. Esta suerte de unidad entre la memoria y la esperanza es porque los derechos humanos tienen que mirar al pasado pero también tenemos que construir el futuro. Es nuestra responsabilidad.

¿Qué significa el logro de la Cineteca?

Detrás de hacer un festival está el tiempo acumulado. A veces se tiene el criterio de que la cultura es una pérdida de tiempo, es puro entretenimiento, y en este sentido, si confundimos cultura con entretenimiento solamente estamos maltratando a la cultura. El festival debe contribuir no solamente a pensar en derechos humanos sino a que se dote de condiciones a un derecho humano como es el derecho a la cultura, como lo dice el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: el goce de la cultura nace de la participación humana en ella. La Cineteca de los Derechos Humanos es la casa de la memoria para que se puedan pensar y encontrar las expresiones culturales por medio del pensamiento y la práctica sobre el cine y los derechos humanos. Es un proyecto que hemos luchado durante todos estos años y se ha aprobado el 10 de diciembre de 2020. Estamos celebrando al mismo momento que hacemos memoria.

Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos. Hasta el 5 de setiembre. Gratis en cinetecadederechoshumanos.org.