Sé que es difícil, pero por un momento voy a pedirles que dejen de lado a los fanáticos de Rick and Morty. Ese grupo vocal de internautas que está convencido de que aquellos que no rinden pleitesía a la serie animada creada por Dan Harmon y Justin Roiland es porque no la entienden. Y si no la entienden es porque no llegan a la capacidad cerebral de la que este grupo se jacta a intervalos regulares.
¿Pudimos hacerlo? Bien. En ese caso, Rick and Morty es una serie muy recomendable que tiene como protagonistas a un abuelo misántropo y su nieto con quien mantiene una relación tóxica. Claro que el abuelo tiene una nave espacial, una pistola que produce portales y toda clase de invenciones que demuestran lo inteligente que es y no logran tapar el vacío que tiene en el pecho. Que en esta quinta temporada entenderemos un poco más.
Con 51 episodios encima y una premisa muy bien aprovechada por los guionistas, la serie no parece haber perdido el ritmo. De hecho, después de un parate que incluyó el anuncio de una renovación masiva (70 episodios de los que solamente hemos visto 20), Rick Sánchez y Morty Smith se han parado sobre sus propios hombros para brindarnos algunos episodios que están entre los mejores de la serie, aunque a veces no sean los más memorables (Pickle Rick!).
La quinta temporada, disponible en HBO Max y plataformas de televisión por cable con paquete HBO, como NS Now, mostró que la tensión entre abuelo y nieto tiene un límite. En un final de campanillas nos reveló el trasfondo del viejo Sánchez y, a diferencia de lo ocurrido con Wolverine en los cómics, cuando se terminó el misterio el personaje no perdió la gracia. Todo lo contrario.
Pasaron nuevos personajes, episodios metarreferenciales y algún que otro experimento narrativo, y Rick and Morty sigue siendo una serie para ver en más de una oportunidad. El problema es que cada revisionado lleva cada vez más tiempo.
Rick and Morty, de Dan Harmon y Justin Rolland. Primeras cuatro temporadas en Netflix. Las cinco temporadas en HBO.