De un tiempo a esta parte (y esta muletilla se reitera ante cada ocasión), las ficciones coreanas se han vuelto parte fundamental de la oferta que ofrecen los servicios de streaming, con particular destaque en Netflix, donde se exhibió una de las series más populares del año pasado, El juego del calamar. Ante el continuo éxito de las producciones de ese país, no es de extrañar que tengamos una oferta continuada, a la que se sumó con poco ruido –así parece ocurrir siempre hasta que de repente estalla y aparece un fandomMar de la tranquilidad, una aventura de exploración espacial que se centra, más específicamente, en la Luna y propone un relato dinámico y tenso, cargado de peripecias.

Otra que ola de calor

La situación, que en un principio parece mero contexto, es la siguiente: pocos años en el futuro, las reservas de agua de la Tierra se encuentran en el mínimo. La poca agua que va quedando se raciona, las guerras recorren todo el globo, y el fin parece estar cerca. Obviamente, hay proyectos e investigaciones que buscan solucionar todo esto. En particular, hubo una muy importante, instalada nada menos que en la Luna, por motivos que serán expuestos en el devenir del relato. Pero en un principio ni el espectador ni los personajes protagonistas sabrán por qué justo fue en la Luna que se buscó solucionar la crisis del agua en la Tierra.

Tampoco parece haber salido bien esa jugada: cinco años antes, una fuga de radiación había obligado a cerrar de urgencia la instalación conocida como Base Balhae, donde en un periquete murieron sus más de 100 habitantes (entre científicos y personal de servicio). Ahora, en el presente del relato, se arma una misión con un objetivo: viajar a la Luna y recorrer con todas las precauciones la base en cuestión, buscando recuperar unas cápsulas al parecer importantísimas. ¿En qué situación se encuentra la base? No se sabe. ¿Qué contienen las mentadas cápsulas? Tampoco se sabe. ¿Qué pasó verdaderamente allá arriba? Eso es algo que la misión irá descubriendo a medida que su docena larga de participantes se vean involucrados en este viaje y entiendan a las malas que los peligros en la base son otros, que sí son efectivamente mortales, y vayan cayendo uno a uno como patitos en fila.

La efectividad de una serie surcoreana, hoy por hoy, difícilmente sea puesta en duda. Y aquí no estamos ante una excepción. Desde el minuto uno –el alunizaje, que ya resulta bastante complicado– en adelante la situación se presenta vertiginosa, tensa y dinámica. Habrá luego flashbacks –quizá demasiados– para dar contexto y carnadura a los diferentes personajes (de los que importan tan sólo dos, no vaya uno a pensar otra cosa: la doctora Song, interpretada por la popular Doona Bae, y el capitán Han, una de las caras más reconocibles de la industria coreana, Gong Yoo), que irán pasando por mil y una peripecias mientras recorren la base y van descubriendo la verdad que se esconde detrás de su origen y lo que pasó cinco años antes.

Así, ante una premisa bastante clásica (la misma Luna es un escenario ampliamente recorrido por la ciencia ficción) y una ejecución solvente, Mar de la tranquilidad se propone como otra buena serie de Netflix. Cabe aclarar que no hay lo que uno diría un cierre perfecto –ni al relato general ni a ciertas situaciones puntuales que quedan en el aire, sin respuesta alguna– ni es especialmente original en muchos aspectos –el poco cariño que le depara a los personajes secundarios, por ejemplo–, pero su gran producción –la base, la Luna en sí– hace que salve con creces los peros que pueda haber y termine por ser un gran entretenimiento.

Mar de la tranquilidad. Una temporada de ocho episodios. En Netflix.