La premisa de que cinco treintañeras viajen juntas de vacaciones puede resultar algo cliché, pero lo que hace que Las últimas de la fila sea diferente y conmovedora es que a una de ellas (no sabemos cuál) le han diagnosticado cáncer y debe empezar sus sesiones de quimioterapia. Las amigas hacen un pacto: no hablar de eso y cumplir varios deseos mientras estén juntas.
Sus deseos representan cosas que habitualmente no se animan a hacer por miedo o vergüenza, y son escritos por cada una de forma anónima. Así, con la cabeza rapada como señal de solidaridad con su amiga, una promesa y un reto para que los deseos las hagan salir de sus zonas de confort, navegamos una montaña rusa de emociones.
La serie está dirigida por Daniel Sánchez Arévalo, un joven y reconocido guionista, director y novelista español con gran capacidad para elegir un elenco acorde a la sensibilidad de lo que trata y con una maravillosa química: Itsaso Arana es Sara, Mónica Miranda encarna a Alma, María Rodríguez Soto es Carol, Mariona Terés interpreta a Leo y Godeliv van den Brandt a Olga.
Sin ser una comedia, Las últimas de la fila es divertida (tiene humor negro) y, gracias a ese pacto de no hablar del cáncer, evita la sensiblería de centrarse exclusivamente en el tema. En cambio, nos muestra las contradicciones, frustraciones y oscuridades de cinco mujeres. Quizá sea la mayor fortaleza de la serie: a pesar de que es posible que una de ellas muera (hasta el final no sabemos quién es la que tiene cáncer), la sensación de tragedia inminente no opaca el disfrutar de sus personalidades y de la fuerza de sus lazos.
Los miedos y prejuicios femeninos reciben un enfoque reflexivo; sexualidad, fidelidad, monogamia, drogas, cuentas pendientes, mentiras y relaciones traumáticas son abordados con una justa emotividad. Con diálogos inteligentes y una enorme capacidad narrativa, vemos cómo discuten, ríen, sufren y avanzan a través de los retos hacia un lugar de exploración, autoconocimiento y despojo de temores. Los roles de cada una, bien definidos, son la esencia de esa conexión que se transmite con una naturalidad increíble, y la historia crece a medida que sus protagonistas se van transformando en nuevas mujeres, para ir conociendo más detalles de su vínculo, que parece irrompible.
El equilibrio perfecto entre el drama y la comedia nos mantiene atentas hasta el final. Las de la última fila es tierna y fresca; una serie redentora que puede alegrar cualquier mala semana, pero que a la vez toca la fibra de la sensibilidad y de la emoción y enaltece la tan vapuleada amistad entre mujeres. A fin de cuentas, habla de la evolución de un grupo de amigas y sus más profundos lazos de sororidad, empatía y amor.
Las últimas de la fila. Seis episodios de 45 minutos. En Netflix.