Todas las películas tienen su origen secreto, pero algunas tienen orígenes que merecen ser contados. Es el caso de Desperté con un sueño, la película de Pablo Solarz que comenzó como la improvisación de un preadolescente que quería ser actor. Lucas Ferro tenía 12 años y acompañó a un amigo a un curso de guion que daba Solarz en La Paloma, y de alguna manera quiso impresionarlo. “Quería decir que quería ser actor, porque como era un taller de guion y estaba Pablo, quería insinuarlo, por así decirlo”, cuenta el joven, hoy de 15 años.

Cuando Solarz pidió que improvisaran un texto, Lucas prefirió rapearlo en formato freestyle. Así surgió la historia de Felipe, que también quiere ser actor pero debe ocultárselo a su madre. Tanto, que al volver de las clases se embarra para simular que regresa de una práctica de fútbol. La oportunidad de hacer el casting para una película lo llevará a desentramar secretos de su familia, que tienen mucho que ver con el rechazo de su madre hacia la actuación.

En Desperté con un sueño los jóvenes personajes también son invitados a improvisar, en su taller y en rondas de freestyle. “El freestyle fue todo improvisado, porque guionado no nos salía tan bien, no quedaba natural. Otra cosa improvisada fue el primer casting”, explica. En esos momentos, y también en los largos silencios de Felipe, su personaje, se apoyó en las enseñanzas del director, que además es quien interpreta al profesor de teatro. “Nos queremos bastante los dos y convivimos mucho juntos. Aprendimos a respetarnos. Él me enseñó los silencios, yo le di la idea de la película, y estuvimos mucho tiempo juntos”, cuenta.

La historia se desarrolla en La Paloma, que termina siendo un personaje más, algo que su protagonista apreció. “Me gustó mucho cómo se ve, y era parte de la idea de la película mostrar lo linda que es La Paloma y los lugares hermosos que tiene. Me sentí viendo mi hogar”, cuenta Lucas. Antes de eso se había dado el lento proceso de escritura y de búsqueda de productora, que terminaría siendo Agustina Chiarino. Claro que los tiempos fueron un poco más veloces que en otras producciones, ya que Solarz ya tenía claro que quería al joven interpretando a Felipe: “Él siempre me tiró para adelante y me dijo que tenía que hacer yo el protagonista. Siempre pensó en mí”.

Lucas recuerda la primera vez que se paró frente a la cámara para hacer aquello que él mismo había imaginado. “Me acuerdo de que fue en el teatro de Rocha, en una escena que no está en la película. Me tuve que despertar a las cinco de la mañana para ir. Me llevaron en un auto y estaba con los ojos chinos porque era muy temprano. Y estaba muy nervioso también por conocer a todo el equipo y cómo funcionaba todo”. El ritmo de una filmación profesional, con sus constantes cortes, no le resultó un problema: “Yo estaba muy motivado y muy feliz, y no pensaba en esas cosas. Solamente pensaba que estaba haciendo una película y en lo que había que hacer para que se hiciera”.

Romina Peluffo es quien interpreta a la madre de Felipe, mientras que Mirella Pascual es su abuela, que a diferencia del adolescente tiene muchísimos problemas para mantenerse callada. La historia transcurre a su ritmo, el del joven que busca sortear obstáculos para poder cumplir sus sueños, pero tomándose su tiempo. Pensando (en silencio) antes de cada decisión.

“La primera vez que vi el corte final fue acá, en La Paloma, con mucha gente”, recuerda el actor. “No quise verla con mi familia porque no me sentía cómodo viéndola yo solo. Prefería verla en un cine, terminada de verdad. El momento más emotivo fue en el preestreno, la segunda vez que la vi. Fue con todo el equipo, con Pablo y con las familias de los actores”. Si bien todavía está en tercero de liceo, la vocación es clara: “Como desde chiquito quise ser actor, esto es un súper impulso y una motivación muy grande. Así que ojalá me llamen de otro lado”.

Desperté con un sueño, escrita y dirigida por Pablo Solarz. Con Lucas Ferro, Romina Peluffo y Mirella Pascual. 75 minutos. En Cinemateca, Sala B y Life Cultural Alfabeta.