Está firme en el primer lugar entre lo más visto en Uruguay y batió récords de audiencia de Stranger Things. La fuerza de la serie Merlina radica en su actriz protagónica, Jenna Ortega, que conquista al público con su perfil arrogante y una expresión imperturbable. El personaje de esta hija de la familia Addams ya es parte de la cultura popular y de por sí resulta atractivo a base de una personalidad seca, sus comentarios sarcásticos y su rebeldía. La serie se centra en una Merlina adolescente que asiste a Nevermore, un instituto para chicos con poderes, y atrapa desde el primer capítulo con un misterio que mantiene al espectador activo tratando de hacer encajar las piezas.

Generaba expectativa ver cómo Tim Burton haría suyo el universo de Los Locos Addams, que parecería irle como anillo al dedo con su cualidad oscura, extravagante y gótica. El creador de Beetlejuice dirigió los primeros cuatro capítulos y es productor de la serie. Con algunos aciertos y su habilidad para crear personajes excéntricos intacta, su impronta es clara en lo estético, y se luce en planos abiertos y con osados movimientos de cámara.

La música acompaña muy bien el tono lúgubre que se imprime en las imágenes. Sobresalen una singular versión de “Paint it, Black”, de los Rolling Stones, con la protagonista en el violoncello, y también un baile de la gloriosa “Goo Goo Muck”, de The Cramps, con Merlina en un majestuoso vestido de volados, que la convirtió en un fenómeno en TikTok.

Como en toda serie de adolescentes, hay conflictos románticos y rivalidades. Hay también varios personajes memorables, como la roommate Enid, interpretada con estilo por Emma Myers. Su amistad con Merlina, sus inseguridades y su autoestima ofrecen algunos de los momentos más emotivos de la temporada.

La aparición de otros miembros del clan Addams le otorgan dinamismo y abren nuevas subtramas. Catherine Zeta-Jones está magnética como Morticia, enfundada en un largo vestido negro, y el tío Lucas le agrega su cuota de humor y extravagancia. Dedos resulta un personaje paradójicamente entrañable y ocupa una posición relevante en la historia. Ante todo, los Addams se nos muestran como una familia extraña pero leal y afectuosa, aunque asoma cierta rivalidad entre madre e hija.

En este singular universo de plantas carnívoras y abejas asesinas, hay mucho espacio para el humor negro. Allí Legalmente rubia es una película de terror y los peces se matan con granadas. El tono de comedia suele funcionar, sobre todo por las inexpresivas reacciones de Jenna Ortega, pero no alcanza los puntos que hicieron famosa a Cristina Ricci en las películas de los Addams de los 90, con la que es inevitable compararla.

Orgullo freak

Mientras los capítulos avanzan, podemos observar un arco de evolución en la protagonista, sin que abandone sus características principales. Digámoslo: su personaje es por momentos insoportable y su forma de ser desconfiada y obstinada la lleva a chocar con más de uno. Sin embargo, así como sus acciones la aíslan y generan cortocircuitos, también vemos cómo va tendiendo redes. Merlina encarna así a una heroína imperfecta que acaba mostrándose humana y deja pasar un poco de luz en su universo.

En cuanto al guion, la serie se apega a fórmulas conocidas –del terror, pero también de las series adolescentes–, lo que a veces la torna predecible. Los misterios se suceden y la trama se complejiza con sótanos oscuros y sociedades secretas. Merlina parece patinar sobre un suelo de clichés y, sin embargo, mantiene el interés, lo que en muchos casos se debe a la singularidad de la protagonista, con una sobriedad y una frialdad espeluznantes. Muchos giros y situaciones recuerdan a la saga de Harry Potter, con personajes con poderes, y alumnos de una escuela especial que se meten en problemas y están siempre al borde de la expulsión. 

Por momentos, la trama resulta enrevesada y requiere prestar atención a muchos detalles y elementos. En ese sentido, la voz en off de Merlina acaba por explicar lo que sería mejor ver en imágenes. Con buenos momentos de acción y otros que hielan la sangre, la historia se desenvuelve entre varios sobresaltos y funciona mejor cuando apuesta por la sugerencia. Por su parte, el cierre apela a la espectacularidad, cargado de efectos especiales.

En definitiva, la serie se construye como una forma eficaz de actualizar una historia conocida, agregarle particularidades y llegar así a nuevas generaciones. Merlina no es necesariamente memorable, pero resulta entretenida, se disfruta, y gran parte de su éxito se debe a que cuenta con una buena actriz como protagonista. El choque entre los outcasts que asisten a la academia Nevermore y los llamados normies (quienes no tienen poderes) es uno de los ejes narrativos. Con sus hombres-lobo y sus sirenas, el instituto es mirado con desconfianza por el afuera y la temporada cierra como una celebración de lo diferente. Algo muy propio de Tim Burton, por otro lado: descubrir que al final no está tan mal ser un bicho raro.

Merlina (Wednesday). Ocho capítulos de alrededor de 50 minutos. En Netflix.