Martín Piroyansky se ha convertido en uno de los referentes cómicos de las nuevas generaciones, y si bien es más conocido por su rol actoral, su faceta como director y creador de contenido ha tenido un gran crecimiento en los últimos años (Porno para principiantes, Vóley). Ahora sube la apuesta con una ingeniosa comedia que tiene un trío protagónico con una química increíble: él mismo, Nachito Saralegui y Sofía Morandi son los protagonistas de Porno y helado.

Piroyansky, entonces, escribe, dirige y coprotagoniza esta moderna comedia porteña que reúne a la perfección muchos elementos centennials (como cuestiones de género y consentimiento) y que tiene una fuerte conexión con Uruguay, ya que fue filmada en su mayoría entre Montevideo y Punta del Este. Por eso, cuenta además con el atractivo extra de que, entre las varias figuras que aparecen como invitados especiales (Susana Giménez, Fabio Posca, Santiago Korovsky), hay muchos uruguayos, entre ellos, Jimena Márquez, Gabriela Iribarren y Néstor Guzzini.

En la historia, Pablo (Piroyansky) y Ramón (Saralegui) son dos amigos treintañeros estereotipados como los típicos solteros perdedores e inmaduros que se juntan todos los viernes a ver películas porno y tomar helado. Una noche, en medio de un apagón que corta su rutina pornográfica, van al Oxford, el “bar de los tacheros” (una preciosa referencia montevideana filmada en el extinto bar Hollywood) y conocen a Ceci (Morandi), una estafadora de poca monta que no tiene trabajo y a quien están por echar de su casa por falta de pago. Ese casual encuentro dispara la idea de formar una banda de rock y así sacar algo de dinero. El pequeño gran detalle es que ellos no son músicos ni Cecilia es mánager. De ahí en más, Porno y helado nos ofrece una catarata de momentos realmente divertidos, llenos de gags efectivos, agilidad y chistes bien elaborados.

Es notable el contrapunto de los tres personajes principales: por un lado, la viveza criolla y rapidez de Cecilia, que parece engañar a todos, y por otro, la exasperante torpeza de Pablo y Ramón, quienes a pesar de su impericia y mala suerte afrontan todo con una tensa calma que indica que algo está a punto de explotar. A este universo bizarro e hiperrealista se suma una serie de situaciones que incluyen a la familia disfuncional de Pablo con una madre en prisión domiciliaria, los arrebatos de ingenua pero brutal honestidad de Ramón, una extraña búsqueda nocturna de músicos, romances con ancianas y muertes súbitas. Una hermosa ensalada llena de humor absurdo y personajes de antología que la transforman en una excelente comedia.

Porno y helado, además de ser una comedia de situación con un gran timing y una buena química entre sus personajes, es una serie sobre la amistad, la confianza y la lealtad. Piroyansky, además de entender y aplicar la premisa número uno de la comedia, que es la búsqueda constante de la risa, apoyándose en una estructura de chistes perfecta, le dio un justo toque emocional al resaltar la amistad que se sobrepone a los contratiempos.

Pero además de hacernos reír, esta serie por momentos incomoda, porque el humor es también cuestionar y tomar riesgos. Humor negro y una equilibrada extravagancia entre lo barrial y lo surrealista hacen que Porno y helado cumpla con su cometido: hacer reír. Quizás por eso ya tiene su segunda temporada asegurada.

Porno y helado. Ocho capítulos de aproximadamente media hora. En Prime Video.