Aunque podemos llegar a creer que la leyenda del Rey Arturo o sus hechos más reconocibles son más o menos parte de la cultura general (el reino de Camelot, la espada Excalibur en la piedra, el mago Merlín, etcétera), esta enorme porción de la cultura occidental abreva de un numeroso manantial de fuentes que sólo ha crecido con los años y que se remonta a la Edad Media.
No faltan, incluso, quienes han tratado de demostrar fehacientemente que existió un Rey Arturo y que hizo en cierto modo cosas que fueron origen para todas las leyendas. Pero, si nos mantenemos en la fuente literaria como base, no es un texto solo el que construye la historia de Arturo, Morgana, Ginebra, Lancelot y todos los demás, sino que en verdad el relato caracolea entre múltiples orígenes, textos y relatos orales sostenidos a través del tiempo.
Una de estas tantas fuentes es el poema Gawain y el Caballero Verde, popularizado en el siglo XX a partir de una traducción de JRR Tolkien, donde –grosso modo– se nos cuenta el encuentro entre uno de los más jóvenes caballeros de la mesa redonda y el misterioso hombre del título. El Caballero Verde se apersona en Camelot y plantea una suerte de desafío: cualquiera de los presentes podrá darle un golpe con su espada, en cualquier sitio y con la fuerza que se desee. Pasado un año, el Caballero Verde devolverá gentilezas.
De todos los caballeros es Gawain quien recoge el guante, deseoso de probar su valía a su tío (el propio Rey Arturo), quien no tiene mejor idea que decapitar a su adversario, para descubrir de inmediato que este, tal como parecía desde un principio, es un ente sobrenatural que se levanta lo más pancho, recupera su cabeza y anuncia que espera dentro de un año completar el asunto de acuerdo a lo pactado.
Así comienza la gesta del joven Gawain, que deberá vivir un año de aprendizaje y asumir su parte del compromiso, en el que se juegan su vida y su honor, tan caro a los relatos de caballería.
Aventura existencial
Gawain, en esta versión interpretado por un convencidisimo Dev Patel, pasa ese año de angustias y terror (hundido en el alcohol y el libertinaje, para más datos), para por fin rehacerse mínimamente y marchar en un viaje épico de descubrimiento personal y aventuras para cumplir con su palabra. No será algo sencillo.
La versión del director y guionista David Lowery que nos llega ahora mediante Amazon (y que lamentablemente, pandemia mediante, no tuvo estreno en cines) apuesta antes que nada a lo estético y lo visual con una tremenda puesta en escena y un magistral uso de fotografía y color, que realmente pone en pantalla todo lo mítico, fantástico y poético que tiene este universo (quien suscribe lo mide con la vara de Excalibur, de John Boorman, 1981).
Aunque tendremos un viaje abundante en peripecias, no estamos ante una película de aventuras en el sentido más clásico, porque la cosa va más por el lado introspectivo, de la mano de un ritmo tan moroso como pausado, en un relato que por momentos redunda en su propia autosatisfacción (algún encuentro de Gawain sobra, probablemente, así como los minutos que se van en ello). Pero hay entrega como para repartir, tanto en el ya mencionado Patel, como en los distintos secundarios que se va cruzando –Alicia Vikander en un doble rol, Joel Edgerton, Sarita Choudury como Morgause, unos imponentes Sean Harris y Kate Dickie como Arturo y Ginebra, y un enorme Ralph Ineson como el Caballero Verde– y un inspirado cierre final, donde Lowery borda todo y lo ata con moño, volviendo esta versión antes que nada en una personal reinterpretación del mito que termina por ser muy agradecida con el texto que le da origen.
Da siempre gusto reencontrarse con la leyenda artúrica, y es reconfortante descubrir que puede abordarse el mito desde tantos lugares, incluso una aventura existencial y metafísica.
The Green Knight, de David Lowery. 125 minutos. En Prime Video.