Con calma y El hilo invisible de la naturaleza parten de una premisa similar: hay un entramado de maravillas en la naturaleza que sólo comienza a ser perceptible al detenernos y observar con atención. Inscriptos, cada uno a su manera, en una tradición, la de valorar la contemplación de la naturaleza como una fuente inagotable de conocimiento y como necesidad de una saludable inserción en el medio que nos rodea, en ambos se abre una lectura que se vincula con todo lo que dejó al desnudo esa pausa que significó la pandemia en marzo de 2020.

Una de las principales diferencias entre ambos libros es el enfoque. Mientras que el primero se mueve en el eje sincrónico, en el que se ubica en el puro presente de la contemplación para, en una especie de zoom in, descubrir lo que ocurre alrededor y que suele estar oculto a la mirada superficial, el segundo se mueve en la diacronía para presentar un conjunto de relatos en los que, además, aparece un convidado de piedra que trastoca el orden una y otra vez: el ser humano. En ambos casos, la clave está en el asombro ante la complejidad de lo sistémico y la conciencia ante la fragilidad de su delicado equilibrio.

“Basta con dibujar un mapa de librerías y bibliotecas, y empezar a explorar libros y leerlos, para hacer nuestras las palabras necesarias con las que ‘recomponer’ los hilos invisibles de la naturaleza”, postula Gianumberto Accinelli en la introducción de El hilo invisible de la naturaleza. A lo largo de las 130 páginas del libro recorre 18 historias cuyos protagonistas son animales, plantas, hongos, virus… y seres humanos. Lo que las enlaza es ese “hilo invisible” que define el autor, un vínculo tan sutil como poderoso que une, mediante un inexorable y casi trágico efecto dominó, los movimientos. Comprobamos, entonces, cómo una y otra vez la introducción irreflexiva de un inocente animalito en un hábitat ajeno acarrea consecuencias nefastas, y las sucesivas medidas con las que se propone solucionar el problema complejizan ese encadenamiento de causas y consecuencias.

Escrito con buen pulso narrativo y la dosis exacta de humor, evidencia una investigación concienzuda en torno a este puñado de casos en los que ningún movimiento es anodino y todo tiene consecuencias, en un tejido intrincado. Así, recorren sus páginas gatos salvadores que son lanzados con pequeños paracaídas, mariposas que se convierten en las heroínas de una tierra arrasada, conejos de reproducción imparable que resultan imbatibles, un hepterólogo que decide salvar unas ranas en vías de extinción alojándolas en un hotel, escarabajos peloteros dignos de un monumento, murciélagos, abejas, cerdos, arañas y sus telas, palomas mensajeras. En cada historia se descubre un entramado sutil que se vio alterado por decisiones que no midieron las consecuencias –por lo general, el traslado de especies de un hábitat a otro–, en una sucesión que genera anticipación luego de leer varios relatos y, por supuesto, llama a la reflexión. En la concatenación de acontecimientos aparecen científicos y gobernantes, productores rurales y religiosos, campos de batalla y sembradíos, y un compendio de historias en las que los héroes suelen ser los menos esperados.

Foto del artículo 'La mirada atenta: dos libros que se centran en el descubrimiento de los secretos cotidianos'

El germen de Con calma surgió, se nos cuenta en las páginas finales del libro, un día en que la hija de la autora le pidió detenerse a mirar cómo una abeja polinizaba una flor. Por eso, quizá, la tónica del volumen se mantiene en lo pequeño, lo instantáneo, lo apenas perceptible, visto a través de los ojos maravillados de la infancia. Ese viaje que se propone conduce inexorablemente a la comprobación de que lo más ínfimo, lo aparentemente más banal o cotidiano, eso que está ahí sin que lo enfoquemos, tiene detrás un andamiaje complejo, pasible de explicaciones que sintetizan el conocimiento acumulado. La tónica del libro es aquello de “el mundo en un grano de arena”, de William Blake.

“Pobre vida esta si, sumidos en la preocupación, / no tenemos tiempo para detenernos en la contemplación”. Estos versos de “Tiempo libre”, de WH Davies, que la autora cita al inicio del libro dan el tono y el punto de vista. Se suceden, entonces, 50 historias, dispuestas cada una en una doble página y estructuradas como viñetas, en las que la ilustración es parte de la narración. Las escenas elegidas, a diferencia de la búsqueda de lo excepcional o de lo curioso en el libro de Accinelli, son sencillas, cotidianas. La operación de la autora es la de desvelar para hacer visible un mundo vivo y en movimiento. Para ello hay que acercarse, quedarse quieto, observar en silencio, prestar atención. Lo que regala este detenimiento es el asombro ante la vida que late en cada ser. Una abeja, el rocío, el atardecer, lobos que aúllan, un campo de amapolas, el rastro de un caracol y un largo etcétera invitan a observar y conocer.

En un formato grande (24x30 centímetros), de tapa dura y papel de buen gramaje, y con unas ilustraciones que remiten a las viejas enciclopedias en las que se podía encontrar todo (o que, por lo menos, se sostenían en esa fantasía), las autoras ofrecen una posibilidad de inmersión en las páginas del libro, que permite estar ahí, que invita al viaje.

Con calma. 50 historias de la naturaleza, de Rachel Williams (texto) y Freya Hartas (ilustración). Flamboyant, 2020. 124 páginas. $ 1.590. El hilo invisible de la naturaleza, de Gianumberto Accinelli (texto) y Serena Viola (ilustración). Libros del Zorro Rojo, 2018. 130 páginas. $ 1.595.


Una ciudad más sostenible

Con esa consigna se convoca a niñas, niños y adolescentes de ocho a 16 años al campamento urbano que organiza el Centro Cultural de España de Montevideo (Rincón 629) y que tendrá lugar desde el lunes 14 al jueves 17 de febrero de 11.30 a 16.30 (las inscripciones se reciben en la web del CCE hasta el miércoles 9). En esta actividad se invita a imaginar y activar diversas formas de vivir una ciudad más sostenible y amigable con los recursos naturales, por medio de diálogos activos y experiencias lúdicas que tracen nuevas formas de convivir. El campamento se desarrollará en cuatro jornadas en las que talleristas invitados compartirán sus experiencias sobre las ciudades sostenibles y el espacio público.