Hay una creación estadounidense que tiene una tradición de décadas y que muchísimos países han tratado de imitar, casi siempre sin éxito. Me refiero, por supuesto, a las historietas de superhéroes. Y después están los late night shows, un formato televisivo en el que brillaron grandes figuras de la comedia del norte, pero que por ser de actualidad y de frecuencia casi diaria pocas veces atrajo a los programadores de estos lados.
La excepción más notable fue Duro de acostar, el programa de Telefé que conducía Roberto Pettinato. Pero más allá de versiones regionales, la expansión de Youtube permitió que disfrutáramos de los mejores momentos de varios programas nocturnos yanquis. Y al final, con diferencias y cambios que parecen responder a la idiosincrasia local, llegamos a tener ejemplos uruguayos, como Planta baja, que condujo en 2005 Guillermo Ameixeiras en Teledoce, y como La aldea, que hoy emite TV Ciudad.
Pero basta de hablar del presente. La miniserie La historia del Late Night nos propone una mirada hacia el pasado, allá lejos, para entender cómo nació este formato del escritorio, los silloncitos y el patiño festejando los chistes del conductor, casi siempre con una banda que toca en vivo.
En la era de los drones, las reconstrucciones y otros gastos onerosos, esta es una producción que vuelve a los viejos valores del documental: imágenes de archivo y personas hablando a cámara. Pero lo que se ahorra en presupuesto lo compensa con una sucesión de entrevistas a los verdaderos protagonistas de la historia. Siempre y cuando estén vivos, claro.
Aquí no hay riesgos narrativos, algo que muchos espectadores agradecerán. La historia va siguiendo un camino cronológico, con algunas (pocas) idas y vueltas cuando las carreras de algunos conductores se superponen. Así, seremos testigos del nacimiento del late night show como contrapartida al show de la mañana, en una era de la televisión estadounidense en la que los programas que se emitían tenían un único patrocinador que influía en el contenido.
En un horario nuevo y sin nada que perder, los comunicadores llegaron a la medianoche e inventaron un género ante los ojos de su público. Elementos hoy ineludibles como el monólogo de actualidad, la taza sobre el escritorio y el comediante invitado fueron apareciendo de manera orgánica, primero en el único canal que ofrecía esta propuesta y luego en la competencia.
La serie acompaña esta evolución con mucho orden y con un respeto enorme a su objeto de estudio. Quizás por esto sea difícil recomendar este documental a aquellos que ignoren por completo esta clase de programas. Pero los interesados lo disfrutarán hasta el último minuto y posiblemente queden con ganas de más.
Habrá tiempo para analizar la carrera y la influencia de Johnny Carson, el responsable de popularizar los late nights y que permaneciera en la cresta de la ola durante décadas. En aquellos años, que un comediante se presentara en su The Tonight Show Starring Johnny Carson y el conductor lo saludara con el pulgar hacia arriba era suficiente para impulsar su carrera al otro día.
Cuando anunció su retiro y la cadena NBC pensó en su reemplazo, se generó una escandalosa telenovela que el documental resume bastante bien (aunque si pueden lean el libro The Late Shift, de Bill Carter). Durante varios meses se disputaron esa silla el afable comediante Jay Leno y el enfant terrible Dave Letterman, con un humor muchísimo más fino pero a la vez poca capacidad de negociación y baja autoestima.
La historia del late night dedica más tiempo a los principales actores, mientras que otros reciben menciones más breves. Arsenio Hall es mencionado, pero el foco permanecerá sobre Letterman, su ataque al corazón y su reacción después de los atentados del 11 de setiembre de 2001, cuando de alguna forma dio luz verde para volver a hacer humor en televisión.
La serie es de 2021, lo que permite que la narrativa llegue casi hasta nuestros días. Hay tiempo para el ascenso de Conan O’Brien, otra figura ineludible del género, y otra de las víctimas de Jay Leno, que a esta altura parece ser lo más parecido a un villano que tendrá la historia. Al mismo tiempo, en el cable, un programa cambiaba la manera en que los jóvenes se informaban de política. The Daily Show with Jon Stewart hacía del “nadie resiste un archivo” una forma de vida y devolvía el entusiasmo político de toda una generación. De ese mismo programa, camuflado como un movilero de derecha, salió Stephen Colbert, hoy conductor del late night más popular de Estados Unidos... heredado de David Letterman.
Entre los nombres que se mencionan en los últimos minutos de la serie se destaca Seth Meyers, quien junto a su equipo de guionistas ofrece el mejor resumen de los acontecimientos políticos del día. Pero, como el rating manda, el documental nos obliga a sufrir segmentos del show de Jimmy Fallon, con sus artificios y la risa más falsa de la televisión. Trevor Noah y James Corden no son mucho mejores, pero quién soy yo para decirle a la gente lo que tiene que ver.
La serie cierra con bastante actualidad, ya que después de mostrar el ascenso de Donald Trump y cómo eso cambió algunas narrativas, nos recuerda cómo estos programas debieron reinventarse durante la pandemia, cuando salieron desde el hogar de sus conductores mientras estos luchaban para que no se cayera internet mientras entrevistaban a alguien por Zoom. Salvando las distancias, lo mismo que nos pasó a todos.
La historia del Late Night. Seis episodios de 45 minutos. En HBO Max.