Antes de protagonizar a los 22 años el musical Drácula, en el estadio Luna Park, Cecilia Milone no había tenido platea más grande que el living de su casa. “Yo cantaba tangos con mi guitarra. Ese fue mi debut; por eso creo que me descompensó”, apunta.

Sus referentes eran Mariano Mores, Lola Flores y Liza Minnelli, dice la intérprete, que más tarde, en televisión, se destapó como carismática comediante en ciclos como Poné a Francella. Todavía se lo recuerdan en la calle y en las redes, pero aquel espectáculo fundó las bases de su carrera: “Nací como artista ahí, a lo grande, a lo bestia”, cuenta hoy, tres décadas más tarde, antes de traer a Montevideo el mismo montaje.

Escrito y dirigido por la dupla de Pepe Cibrián y Ángel Mahler, el show se estrenó en 1991 y completó nueve temporadas en distintas salas con localidades agotadas. La versión aniversario reencuentra a buena parte de aquel elenco original, en particular los roles principales, que Milone comparte con Juan Rodó, y desembarca en El Galpón la semana próxima.

¿Cómo te llegó la propuesta para volver con esta versión de Drácula?

Aunque parezca mentira, en realidad casi que me la hice yo misma, porque Pepe Cibrián y Ángel Mahler estaban distanciados fuertemente, habían tenido un enfrentamiento hacía unos años, y Leo Cifelli y yo, que somos amigos y nos conocemos desde el Drácula original de 1991, nos empezamos a amargar mucho con que el espectáculo cumplía 30 años de historia y que no se hiciera nada, ni siquiera un concierto. Entonces empezamos a intentar convencerlos, sobre todo a Ángel, que era el más reticente -Pepe estaba a favor-, y en un vivo de Instagram, el 29 de agosto del año pasado, que era la fecha, lo hice entrar a Ángel, y un amigo en casa lo hizo entrar a Pepe, y finalmente quedaron los dos hablando conmigo y eso hizo que se templara un poco la cuestión. Así que era implícito, cuando decidieron volver a hacer Drácula, que si a alguien tenían que convocar era a mí.

Te buscaste el laburo vos sola.

Algo así, me invité. Pero no fue con la intención de pensarlo desde lo económico sino desde el corazón, de que tenía que haber una fiesta. Y la verdad es que nos sorprendió a todos esto, porque debutamos el 1º de abril en el estadio Luna Park, que es donde nació Drácula, y fue tal el éxito que hizo que programaran una gira complicadísima y llevamos siete meses de días y días en ciudades. De hecho, hemos repetido plazas en nuestro país, así que lo que pensamos que iba a ser una despedida simbólica nos superó a todos. Estamos muy felices de traerla acá, una ciudad tan importante y tan querida.

¿Qué experiencia tenés de shows en Montevideo?

He estado varias veces con eventos chiquitos y en teatro estuve en el Stella d’Italia hace un montón, como 15 años, con El show de las divorciadas, que era una comedia musical.

Tenías 22 años cuando debutaste en el Luna Park. ¿Te apabulló?

Fue brutal. Creo que llegamos tranquilos de nuestras actuaciones, en el aspecto de que habíamos tenido mucho ensayo: cinco meses. Todo empezó en marzo-abril, por lo tanto nos sentíamos muy seguros. Pepe es de hacer ensayos generales; hicimos como 11, 15, no sé, una barbaridad. Hubo preestreno, o sea que estábamos bien. Pero evidentemente la emoción me apabulló, porque tengo el recuerdo de que ese 29 de agosto fuimos con Pepe a hacer una nota con Nicolás Repetto y llegamos a las 16.30 al estadio, tuvimos una charla hermosa, yo le regalé un anillo que era de mi madre, todo fue muy emotivo, y ahí a mí se me apaga el recuerdo y se me enciende en el saludo, llorando como loca. O sea, tengo amnesia. No tengo recuerdo de la función; eso es muy sobrecogedor. Evidentemente la emoción fue tan enorme que me superó. Pepito me decía que cuando salí a saludar hice un gesto como de calmar al público, porque se ve que el sonido era tan fuerte... Tengo el registro de cuando terminan los saludos y me empiezo a abrazar y a descubrir gente amiga que estaba en la platea, a mi madre, a mi familia, pero es brutal cómo me apabullaron esas 5.500 personas ante las que nací como artista ese día.

Tendrás anécdotas de gira de ese entonces.

Uy, sí, creo que es el tiempo más entrañable de mi vida. Toda la felicidad la mido con eso. Creo que supe que estaba enamorada de Nito [Artaza] porque me hizo sentir lo mismo que sentí con Drácula. Es mi medida más extrema de sentimiento. Y tengo montones de recuerdos. En ese entonces no era tan habitual salir de gira, y menos con un espectáculo de esa grandilocuencia. Vivíamos de pronto un mes en cada ciudad; éramos una familia de artistas. Ese año estuvimos cinco meses sin pisar capital federal. Fue muy fuerte, porque se te hace medio Gran hermano, se hace tribu; teníamos dialecto, modismos propios, formas de comer, nos íbamos a comprar un suéter con un compañero y cuando volvías el otro se había comprado el mismo. Era impresionante, fue de las cosas más bellas y más fuertes que viví en mi vida, mejor que un viaje de egresados, porque estaba tu vocación, estabas en un éxito, te aplaudían. Fue fascinante. Y anécdotas, miles, todas las que te puedas imaginar: desde salir a cantar y que se me llevaran una capa con el postizo puesto y quedara con el pelo corto; esguinzarme y tener que hacer función disimulando la renguera y que no me entrara la bota de lo hinchado que tenía el pie; qué se yo los cuentos que tengo.

Foto del artículo 'Cecilia Milone: “Creo que supe que estaba enamorada de Nito porque me hizo sentir lo mismo que Drácula”'

Foto: Alejandro Palacios

Como vida de circo.

Te juro que sí. Porque además empieza a pasar que se hacen roles: yo era como la gurú de la salud, estaba la otra que cosía, la otra que encontraba los restaurantes... es fantástico cómo el ser humano hace tribu. Y nos pasa con esos compañeros, de ese Drácula que fue la génesis, definitivamente, que es encontrarnos y es fuertísimo, aun con los que prácticamente no nos vimos más, por esa experiencia. Pensá que la obra Pepe se la ofrece a Tito como un delirio, porque escucha que Tito Lectoure, el dueño del Luna Park, tenía la fantasía de traer El fantasma de la ópera a la Argentina, pero por costos y una cantidad de complicaciones de aduana, no pudo. Y Pepe le dice de hacer Drácula, escrita allá, con otros valores. Tito le dijo: “Adelante, pero necesito estrenar en agosto”. Así que en marzo empezaron la audiciones y mientras sucedían, empezaron a escribir la obra. Por lo tanto, es imposible que no tenga mucho de todos nosotros, porque la escribieron pensando en nuestras caras, en nuestras voces, porque era más fácil escribir para lo que era nuestro fuerte, para que el que bailara, bailara más, para que el que cantara, cantara más.

¿Qué hay de igual y qué hay de diferente en este nuevo montaje?

A mí lo que más me conmueve, y por eso la obra sigue siendo un suceso, es que realmente es la puesta original de 1991. Tiene la potencia que tuvo. En este caso se adaptó la escenografía, porque cuando se decidió emprender esta gira, en todos los teatros que visitamos, por lo general, los escenarios son más chicos, la mitad que el Luna Park. Por lo tanto, se la adaptó para poder llevarla completa, y se tuvo que reducir el elenco, porque no entran todos puestos en una línea: somos 30 personas las que viajamos. Hubo que adaptar esas proporciones, pero lo que se ve es realmente aquel espectáculo que recuerdo. Valoro que en la evolución del tiempo la pieza se haya conservado tan noble. No viajamos con orquesta porque no todos los teatros tienen foso, pero lo potente es que el acompañamiento no es pista sino grabación de orquesta, se escucha a 40 ejecutantes tocando en vivo, con la expresión que tienen.

¿Cómo se le ocurrió a una piba de San Telmo, que cantaba tango, presentarse a aquella audición?

Desde chica yo quería ser actriz. Cantaba tango porque mis padres eran personas de exaltar mucho la palabra y de darle mucho valor a la música. Entonces, estaba muy bien nutrida, y el tango es un género muy bello en ese aspecto. Así que jugaba entre otras cosas a sacar canciones con mi guitarra, fueran tangos o boleros, canciones con contenido. Y en mi casa había una guerra, como Peñarol y Nacional, que era ópera-comedia musical. Mi mamá era de la ópera y ganó mi papá, a mí me gustaba mucho más el género comedia musical, y es mi padre el que me lleva a los 12 años a ver al que luego iba a ser mi padre artístico, como si le hubiera pasado la posta, una obra de Pepito, que se llamaba De aquí no me voy. Transcurría en la época actual, tenía mucho que ver con los adolescentes, por lo tanto me sentí muy reflejada y a partir de ahí me hice muy fanática de Pepe. Un día, estando en el estudio jurídico donde yo trabajaba desde los 19 años para pagar mis clases como artista (estudiaba canto, actuación), me llama la sobrina de una amiga de mi mamá y me dice que Pepe Cibrián, en el programa de Mirtha Legrand, acababa de anunciar que había audiciones para Drácula. “Me encanta. Pero siempre bailan mucho”, le digo, “y no me animaría todavía”. Y me dice que especificó que necesitaba cantantes y actores. Listo, era para mí. Fui corriendo y gracias a Dios no sólo quedé como protagonista, sino que fui la hija adoptiva de Pepe, y me honra.

¿Cómo componés a Mina, tu personaje? ¿Tenés muchos cambios de vestuario?

Son siete cambios y mi vestuario favorito es un tapado celeste que tiene una capa, porque hasta que no me lo puse nunca encontré cómo era el cuerpo en esa escena. Me costaba mucho -hablo de aquel momento, a los 22 años- plantarme en esa escena de la catedral y al ponerme esa capa, el hábito hizo a la monja. Le encuentro una magia particular, lo adoro a ese tapadito. Cuando lo reencontré en esta vuelta, le habían puesto una piel, estaba muy perjudicado, y los volví locos a los pobres vestuaristas para que lo recuperaran tal como lo recordaba, porque siento que tenemos un código entre mi vestuario y yo.

Respecto al personaje, lo siento muy propio. Después de los ensayos nos íbamos a la casa de Pepe, porque enseguida conecté con él y con su familia. Fui adoptada por la Campoy y por Pepe Cibrián padre, entonces yo estaba ahí, en la creación. Por lo tanto, sé cómo es Mina porque sé lo que sentía Pepe cuando la escribía. Por otro lado, también sé que hay cosas mías, porque la fue escribiendo para mí y tuvimos una amistad muy potente, fue como una fascinación artística de uno con el otro.

¿Cuáles dirías que son las principales herramientas que incorporaste en este tiempo?

Es curioso, pero creo que todas las herramientas de mi profesión me las dio ese personaje. Ahora disfruto de esas herramientas. Por ejemplo, bajo las escaleras sin mirar, y cuando hice por primera vez con Nito una revista, ya sabía hacerlo porque lo había aprendido en Drácula, porque la escena requiere que no mire para abajo. Si no, no se ve la emoción. Yo usé taco en escenario con Mina. Yo caminé con badanitas, sin que pareciera que estaba descalza con Mina. Creo que siempre vuelvo a ese personaje. Por lo tanto, volver con las herramientas consolidadas me permite observarlo. Hay una parte de mí, que tiene 53 años, que ve a esa joven de 22 interpretarlo como si algo de mí estuviera detenido.

Foto del artículo 'Cecilia Milone: “Creo que supe que estaba enamorada de Nito porque me hizo sentir lo mismo que Drácula”'

Foto: Alejandro Palacios

Definitivamente no es un personaje más. Es doloroso y emocionante todo el tiempo. Ha pasado la vida entera. Y con Juan es maravilloso que hoy su hija Chiara, que no había nacido y ahora está en el elenco, me diga tía. Su mujer, Eluney Salazar, también hace varios roles de reparto. Es un viaje. Ya es mi hermano de la vida y en el escenario nos contenemos tanto o más que antes.

¿Recordás algún consejo que te haya dado Ana María Campoy?

Me siento muy parecida a ella en general en el escenario, pero sobre todo en este personaje, porque Pepe te imaginás que si tenía que dirigir a una mujer que quiere, es imposible que no hubiera recurrido a su madre. Así que creo que me transmitía muchas cosas de ella, más las que yo le veía y tomaba de referencia. En la escena del casamiento, por ejemplo, ella me decía: “Tú camina sin agarrarte el miriñaque; apenas un segundo si ves que se traba, porque ese vestido es muy pesado y tienes que dominarlo”. Y yo nunca recogí el miriñaque, ando sobrevolando el suelo tal como me decía Ana María.

Este espectáculo te debe absorber, pero ¿qué pasa con el resto de tu carrera?

La verdad es que es imposible. Es una pieza extensa y tenés que cuidar tu voz y tu cuerpo, porque es muy exigida, y más en una gira. Así que estoy dedicada a full, porque aunque la hiciera en avión privado y limousine, es agotadora. Y no la hacemos así. Y tenemos para rato. Con mi marido, con Nito Artaza, seguimos teniendo proyectos y él va a hacer algo en el verano, probablemente algún show que quizás yo dirija. Esa parte va a jugar, porque si no a mí me da abstinencia. No me alcanza con la intérprete. Afortunadamente, al tener Nito un teatro en Mar del Plata, eso va a permitir que además de estar juntos, tengamos un proyecto en común.

¿Te propusieron cosas en tele últimamente? ¿Te interesaría volver?

Sí, pero no tiene que ver con que la televisión no me interese; es que estoy demasiado enamorada del teatro. Tendría que ser un proyecto artísticamente muy completo para arrancarme del teatro. Curiosamente, es el lugar donde me siento más contenida y más exaltada.

Sin embargo, dejaste una imagen súper graciosa en programas como Poné a Francella.

Poné a Francella ha sido fuertísimo en mi carrera porque pude mostrar colores de comediante muy distintos y, segundo, porque fue tal el éxito del programa, que sigue viralizado. Es brutal. También la serie Gasoleros tuvo que ver con mi popularidad. He sido muy bendecida en mi profesión.

Y en la íntima, en tu casa, ¿qué cantás, qué te divierte?

En la ducha canto lo mismo que en el escenario: tango, bolero, comedia musical, y para componer también soy muy de lo tropical. A Nito, todo el mundo hubiera esperado que le hiciera un tango dramático, y le compuse un mambo. La música de los 50, esa cosa entre tropical y bigband, es lo que más me gusta.

¿Cómo los toma este momento de Argentina, a él, además, que se dedicó a la política?

Mirá, nosotros somos muy patriotas y muy idealistas, así que sentimos que en algún momento la Argentina va a recuperarse como se recupera una y mil veces. Obviamente ansiamos que sea más definitivo. Somos muy esperanzados los dos y creemos en quedarse a luchar. Es una de las cosas que nos enamoran: nuestro arraigo, nuestro sentido de patria. Creemos que hay que quedarse a pelearla y hacer lo que uno sabe hacer lo mejor posible y lo más honradamente. Así se levanta también un país.

Drácula se presenta en El Galpón del martes 19 al viernes 22 a las 20.00. Entradas desde $ 1.500 a $ 2.500 en Tickantel o en la boletería del teatro.