Estuvieron por primera vez en Montevideo en el invierno de 2019 y, como parte de los festejos por sus 20 años de carrera musical, tenían pensado volver en 2020, pero la pandemia lo impidió: sólo pudieron, a comienzos de ese año, abrir la celebración con un concierto en su Cuba natal.
En este regreso, el dúo conformado por los cubanos Xóchitl Galán y Fito Hernández dio cuatro funciones para escolares, el martes y el jueves, y se presentará para todo público el domingo en la sala Zitarrosa como parte del ciclo Jarana, dedicado a actividades para las infancias, en dos funciones a las 15.00 y a las 17.00 (las entradas se consiguen en Tickantel). Además, este sábado de 10.30 a 13.30 darán un taller, titulado “Microcosmos lúdico: recursos sonoros y poéticos para jugar”, destinado a docentes, músicos, padres, musicoterapeutas y todo adulto interesado en el tema (por más información, comunicarse al correo electrónico [email protected] o a los teléfonos 098 950 520 y 099 123 380).
Pandemia y después
En las funciones montevideanas no faltarán el humor, la apelación a la curiosidad, el juego, la invitación a que el público participe activamente, y una búsqueda en lo sonoro y lo poético, en una propuesta que prefieren definir “para todas las edades”, en la que se valdrán de una guitarra, dos voces, kalimba, caxixis y ritmos corporales para ofrecer un viaje por las canciones de sus discos ¡Vámonos de viaje!, En guarandinga por toda Cuba y Firmamento, a las que se sumarán algunas de sus creaciones más recientes.
“Venimos con canciones nuevas que tenemos intención de grabar pronto. Hay dos repertorios para las infancias: uno que es para los primeros meses de bebé, y otro que es para todas las edades. Este domingo vamos a cantar tres canciones nuevas de estas últimas y las otras las iremos grabando y las iremos subiendo, y creo que para el próximo año también las incluiremos”, adelanta Hernández. “Es que pasaron cosas durante la pandemia. Fuimos papá y mamá, y creo que eso fue la inspiración para que salieran todas estas canciones con temáticas que, si bien alguna vez tocamos de alguna manera, desde la experiencia es otra cosa. Ha sido un lindo momento para explorar la creatividad en otros lugares nuestros”, cuenta Galán.
La pandemia, además de significar un replanteo de las actividades programadas, les permitió concentrarse en la creación y en algunos aspectos artísticos a los que en otras circunstancias no habrían podido dedicarles el tiempo necesario. “Ese año fue muy fructífero en otro sentido, en otra parte de nuestro trabajo, que es la creación de audiovisuales, porque aprovechamos ese tiempo más para adentro para hacer ‘Abre la ventana’, un videoclip animado en stop motion con todas las piezas en plastilina, lo cual requería un tiempo tremendo: fueron cinco meses de trabajo durante los cuales prácticamente le dedicábamos el día completo. Fue algo que salió en 2020 y luego se convirtió en libro, que es nuestra más reciente edición”, cuenta Galán.
Desde La Habana, con escala en Buenos Aires
La historia de Dúo Karma se remonta a 1999, cuando Galán y Hernández comenzaron a trabajar juntos en este proyecto integral que conjuga realización musical, audiovisual y literaria, una carrera que se desarrolló mitad en La Habana y mitad en Buenos Aires, donde se radicaron hace diez años, aunque nunca perdieron el vínculo vital y artístico con su país natal. Su sello distintivo es la búsqueda de sonoridades diversas de todo el mundo, manteniendo como base la impronta cubana, y aunque no se dedican exclusivamente a hacer música para niños, esta ocupa un lugar muy destacado en su camino artístico, que incluye cinco discos, cuatro libros, más de 15 videoclips y participación en más de una decena de discos de otros artistas, además de haberse presentado en España, Argentina, Colombia, Uruguay, Brasil, México, Venezuela y Cuba.
Sobre sus raíces musicales, Galán comenta: “En nuestras familias no hay músicos, pero se escuchaba mucha música en casa. Creo que abrevamos un poco de toda esa música popular cubana, del ambiente sonoro de la ciudad, más allá de las cosas que en cada casa se escuchara: en la mía se escuchaba mucho Beatles, mucha música clásica, también alguna música brasileña, a mi papá le gusta mucho Gal Costa y estaban esas sonoridades por ahí. Y Silvio [Rodríguez] y Pablo [Milanés], siempre. Era una gama bastante amplia, y entre las propuestas que había en aquel tiempo para las infancias, además de Teresita Fernández y de Noel Nicola, que eran trovadores que cantaban para niños, a esto se unía que hubo mucha difusión de María Elena Walsh”. “Era parte de la música cubana. Nosotros pensamos, hasta que crecimos, que María Elena Walsh era cubana”, apunta Hernández.
Aunque los mueve el interés por la diversidad de ritmos y sonidos, siempre está Cuba como raíz nutricia. “Las raíces que no podemos negar, ahora, estando lejos de Cuba, salen más a flor de piel. Antes, cuando vivíamos en Cuba, investigábamos el folclore de otros países, pero cuando empezamos a vivir fuera de Cuba volvimos a las raíces. Hemos ido a cosas de lugares bien específicos, de regiones pequeñas, no tan populares como el son montuno, la salsa que se conoce en todo el mundo, el chachachá. El sucu sucu, por ejemplo, que es un género de la Isla de la Juventud, esa pequeña islita que está debajo de Cuba, sobre el occidente. Se conoce mucho el nombre del género, pero hay pocas canciones difundidas en toda Cuba”, cuenta Hernández, y Galán agrega: “Es una manera de abrazarse a esa raíz que está tan lejana, de tener un pedacito de uno, de no desarraigarse del todo. Es algo que nos pasa naturalmente, no es que lo busquemos ni mucho menos. De hecho, a veces hemos querido sacar algún tema de tanta cubanidad para suavizarlo un poquito más, pero nos cuesta”.
Una de las grandes satisfacciones de su carrera, más parecida a un sueño que a cualquier otra cosa, fue la participación del trovador cubano Silvio Rodríguez en la canción ‘Firmamento’. “Todavía no podemos creer mucho que haya pasado todo eso. Lo admiramos en un lugar que no sé si puedo describir hasta dónde. Creo que es el poeta y el músico al que más hemos escuchado a través de los años. Siempre está Silvio y siempre volvemos, y volvemos, y volvemos. El caudal poético, su sabiduría, su mirada tan genuina; me parece que eso lo atesoro. Invitarlo a cantar en ‘Firmamento’, cuando nos dijo que sí, y lo grabó y lo escuchamos, sigue siendo uno de los regalos más enormes que hemos tenido en la vida y en nuestra carrera”, recuerda Galán.
El país de la infancia
La propuesta de Dúo Karma para la infancia se entronca en el más absoluto respeto y en la convicción de que en este tipo de propuestas no hay que restar nada. “Hay muchas maneras de hacer arte para niños o de trabajar para los niños. Quizá muchas sean válidas y cada uno tiene su manera, como le sale y como puede hacerlo. Como lo primero que hicimos en la vida fue música para adultos y de pronto empezaron a aparecer estas otras canciones que eran para público de todas las edades, nos quedamos con ese concepto de que es para todas las edades. Y pensamos que los niños están escuchando todo lo que está sonando, con lo cual es mejor no descomplejizar nada, porque eso que piensa uno que es complejo el niño lo recibe en múltiples sensaciones. Creo que eso es respetarlo. No sé por qué uno tendría que bajar un nivel porque son chiquitos”, explica Galán.
La propia infancia también es un territorio a explorar y que ofrece inspiración. “Me parece que de la infancia guardamos, más allá de la música que escuchábamos, las vivencias, porque vivimos en un momento en la historia de todo el mundo en que el juego era de otra forma, había más contacto entre pares, cuando estábamos aburridos había que inventarse juegos, y eso era un hermoso disfrute y una buena manera de activar la creatividad. Ahí está ese cofre que es la infancia, donde están todos esos tesoros de las cosas a las que jugábamos, la música que escuchábamos, las palabras que nos sonaban rimbombantes o deliciosas de volver a paladear y contar y decir; creo que allí está todo lo que hoy sacamos, más las cosas que vamos sumando”, sostiene Galán. Y agrega, para concluir: “Estamos viviendo unos tiempos en que todo se ha endurecido y se ha simplificado de una manera rudimentaria en una parte del arte. Pienso que son tiempos en que hace falta poesía, hace falta el énfasis en la belleza, hace falta un poquito de ternura. Es eso. La ternura está envuelta en esos mundos de riqueza verbal, sin que deje de ser lúdico. Me parece que el juego y lo lúdico ayudan a que seamos más felices, pero no porque sea lúdico tiene que estar exento de belleza o de complejidades textuales, rítmicas, melódicas o armónicas”.
Dúo Karma, el domingo a las 15.00 y a las 17.00 en la sala Zitarrosa (18 de Julio 1012). Entradas desde $ 750 a $ 1.200.