Fernando (Daniel Hendler en otro de sus personajes patentados) es un guionista cinematográfico de vida bastante gris y mediocre que pasa sus días escribiendo en su departamento del barrio de Belgrano, en Buenos Aires. De manera muy gradual –como indica el manual del cine y la literatura sobre la intromisión de lo extraño en una vida “normal”–, una organización conocida como KEOPS comienza a acosarlo a partir de una búsqueda casual que hace Fernando en internet. Primero con ofertas de asociarse, luego con mucha propaganda hasta pasar, por fin, al chantaje directo, amenazando con revelar un par de secretos a su novia Julieta (Violeta Urtizberea).

¿Quiénes son KEOPS? ¿Qué quieren? ¿Qué significa asociarse a ellos? ¿Cómo pueden saber tantas cosas de Fernando? ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar con tal de reclutarlo? La película tiene a bien que lo relacionado a esta suerte de estafa piramidal no quede del todo claro, pero cuanto más averigua Fernando, peor se ve la cosa (por no mencionar que hay un par de socios de KEOPS demasiado propensos al suicidio, lo que no hace la propuesta más tentadora). Finalmente, al encontrarse entre la espada y la pared, Fernando acude a su amigo Sergio (Alan Sabbagh), un director de cine con algunos problemitas, para que lo ayude. La opción de Sergio no puede ser más sencilla y directa: buscar a los pintas estos de KEOPS y cagarlos a piñas.

En este punto, luego de una primera mitad (o casi) introductoria y de presentación de situación y personajes, la película toma velocidad crucero y no se detiene. Fernando y Sergio irán avanzando en el misterio de KEOPS y, cuanto más camino recorran, más peligrosa –y violenta y sangrienta– se volverá la cosa.

El gran chiste de la nueva película de Nicolás Goldbart (el mismo director de la estupenda Fase 7, también con Hendler, entre otros puntos en común con esta película) es la interacción entre los protagonistas a medida que van siguiendo a otros miembros de la secta/culto/estafa y sube el nivel de tensión y peligro. Con aportes puntuales de un nutrido elenco –y gran destaque para Esteban Lamothe como el villano–, varias set pieces de acción perfectamente resueltas (una persecución a pie de noche por Belgrano que deriva en violenta pelea es notable, así como la gran persecución automovilística posterior) y un gran timing para la comedia.

El sistema KEOPS representa otra muestra de un tipo de cine liviano, divertido, descontrolado (incluso un poco mucho en la recta final, en este caso), que no le hace asco al humor zafio, escatológico y ultraviolento. Ante este resultado, sólo se puede concluir que es una gran pena que Goldbart se prodigue tan poco: sólo dos películas entre 2011 y 2022, aunque dirigió también los ocho episodios de esa estupenda serie llamada Jorge, creada por Malena Pichot, que se encuentra completa en Youtube.

El sistema KEOPS. 120 minutos. En Netflix.