Sobre un extenso pasto sobre la rambla de Barrio Sur, dos caballetes sostienen una mesa con tachos de pintura. Al fondo, en el muro elegido, dos señoras con gorras de sol terminan de darle forma a la leyenda “Elena Siempre”. Las letras de color rosado están dibujadas sobre flores y un puño en alto; al costado, las precede la figura de un escolar de túnica y moña. La homenajeada es la maestra, militante anarquista, detenida y desaparecida por la dictadura cívico-militar, Elena Quinteros. Es un mediodía de primavera y suena Cuatro Pesos de Propina, mientras no más de quince maestras y maestros continúan su tarea de sábado libre entre pequeños pasos de baile. Sobre la vereda, junto a un parlante, el cantante y guitarrista Gastón Puentes y el percusionista Gastón Pepe, tocan las canciones del grupo, por encima del ruido de los autos y con la suficiente potencia y entusiasmo como para que, de a poco, transeúntes, turistas y vecinos se detengan y se arrimen al barullo.
Casi dos meses después, es una multitud demasiado grande la que sigue las mismas canciones; esta vez, cerca del mar de Punta Carretas, en el festival Montevideo Late. Cuando termine el concierto, el grupo seguirá ruta por otras partes del país y del mundo, mientras sigan pasando los días.
Antes de sus shows por la costa uruguaya, la diaria charló con Gastón Puentes, uno de los fundadores de esta banda de condición gitana y de canciones festivas y reflexivas, con más de veinte años de carrera, seis discos registrados y el trofeo del amor incondicional de sus seguidores.
“Viste cuando ves la nube y el viento, y sabés que viene la tormenta”, dice para explicar qué pasa, junto antes de que se pongan a grabar un nuevo disco. “Lo vengo hablando con los gurises, van apareciendo ideas y ya se siente la necesidad de volver a decodificar lo que está pasando y convertirlo en canciones”, adelanta. Además, anuncia que los próximos 16 y 17 de febrero, Cuatro Pesos de Propina se presentará en el Teatro Solís para hacer un recorrido por la historia de la banda, junto a la Orquesta Filarmónica de Montevideo.
¿Cómo estuvo el show con el que se presentaron en el Montevideo Late?
Divino. Desbordante, puede ser una buena palabra para definir lo que vivimos. Salió todo bien, que siempre es una de las preocupaciones que tenemos, cuando se trata de algo tan grande.
Con el show la gente estuvo super prendida, y además pudimos compartir momentos con otros artistas como Luana y No Te Va Gustar. Es una de las cosas buenas de este tipo de festivales. Cuando podés transmitir lo que pasa en el backstage, arriba del escenario, resulta muy potente.
Para Cuatro Pesos, los shows son una instancia particularmente importante. Hay algo de lo festivo, de comunión y de fidelidad de la gente que los sigue, que suele suceder siempre de la misma manera.
Sí, el en vivo siempre nos impulsó y es una de las cosas que más somos. Y eso que decís, lo buscamos. Es como un deber. No es algo que pasa sin querer. Subimos al escenario pensando en que suceda eso y enfocados en lograr ese objetivo. De alguna manera es como entendemos que tiene que ser Cuatro Pesos: algo que conecte y ayude a romper ciertas barreras entre artista y el público, entre escenario y público; buscamos conectar incluso más allá de las palabras y el idioma; y pretendemos que la música sea un motor de esa búsqueda.
Entre las cosas que no sabía del grupo es que son muy populares en Chile.
Fuimos sólo una vez por allá, pero nos dimos cuenta de que teníamos cierta popularidad. Por lo general cuando vas por primera vez a una ciudad de otro país el lugar no se llena. En este caso la sala donde fuimos a tocar se agotó y la gente se sabía todas las canciones. Ahí tenemos un público fuerte.
Brasil es otra plaza que se abrió para nosotros. En contra de esa creencia de que Brasil es como otro planeta en cuanto a sus gustos musicales. Quizás fue por nuestra actitud de mandarnos sin pensarlo mucho, y así terminamos recalando en Brasil y nos dimos cuenta de que había un circuito donde podíamos tocar. Eso de que en Brasil escuchan sólo música en portugués, desde que apareció Youtube eso ya fue. Aparte, es un lugar gigante, donde encontrás un montón de gente a la que le interesa el idioma español y lo que pasa en el resto de Sudamérica con el rock y con el fenómeno de la cumbia a nivel continental.
Este año sabemos que vamos a volver. Es un lugar al que estamos acostumbrados a ir cuatro veces por año y recorrerlo todo. Este año sabemos que vamos a volver.
Además de los shows grandes, los he visto haciendo shows más chicos, por ejemplo, en Hospital Vilardebó o para un grupo de maestros. ¿Cómo surgen esas iniciativas?
Son conexiones y puentes que se van armando a lo largo de 23 años de banda y de estar un poco para eso. Todo el mundo sabe que si llamás a los Cuatro Pesos, aunque no haya un mango, capaz que tenés chance de que podamos ir. Somos una banda abierta a eso.
De alguna manera esa forma de manejarnos nos ha encontrado en muchas situaciones fuera del circuito más conocido. Así nos hicimos muy amigos y compinches con la gente de Radio Vilardevoz, que es un proyecto hermoso que tiene más de veinte años. Me acuerdo de ir a tocar en su cumpleaños número diez en el Teatro de Verano. La última vez que fuimos a la radio fue ahora, en 2022, y ya es una costumbre; estar en contacto con ellos, ir de visita, conocer a quienes la están integrando y a sus realidades, que pueden ser muy cambiantes.
También nos pasa que nos escriben de muchas escuelas porque están usando nuestra canción “La llama”. Para nosotros es como romper con una de esas barreras que a veces el rock puede generar y llegar más allá. Cuando nos pasan cosas de este tipo, sentimos que cumplimos con un objetivo muy importante. Durante el año, nos mandaron videítos de escuelas de todo el país, con chiquilines cantando y practicando esta canción. Mucha gente nos invitó a ir y, por ejemplo, pudimos concretar una visita a una escuela de niños con capacidades diferentes. Estas cosas quedan un poco por fuera del escenario de siempre y con cierto deber ser de la biblia del rock. Sentimos que poder habitar otros lugares, nutren la identidad de la banda.
Luego del Montevideo Late, se generó una especie de polémica por el dinero que se le pagó a los músicos que participaron. ¿Cuál es tu mirada sobre el tema?
Me parece bárbaro que a los artistas les paguen bien y que cada uno cobre lo que pueda cobrar; me parece genial que, desde el Estado, en este caso desde un municipio, se invierta en cultura. A veces, desde cierto pensamiento utilitario y consumista, resulta difícil de entender que no se invierta en asfalto para que alguien pueda andar bien en su auto, o en otras cosas materiales, tangibles.
Si esto provocó cierta polémica quizás está bueno enfocar el tema desde otro lado. La gente que vivió el evento seguro puede comprender mejor todo lo que deja una experiencia como esta. Ni hablar de que fue algo que disfrutaron unas 140.000 personas y que tuvo una gran participación del público en sus diferentes actividades.
En realidad, no veo nada muy polémico. Se parece más a un ruido, sin demasiados argumentos. Que los artistas cobren por su trabajo me parece algo básico. En todo caso, lo polémico es que genere cierta polémica y me parece que, antes que un tema para charlar, es un indicador de cómo estamos como sociedad.
Es una discusión que ya no se da en otros países. Acá tiene que ver con un contexto político muy particular. Si vos entrás a Twitter y ves las críticas son de gente a la que le cae mal la actual gestión de Montevideo. Si una actividad de este tipo la organizaba Carmelo Vidalín, quizás no pasaba nada. Yo nunca escuché a nadie quejarse por el Pilsen Rock o el Durazno Rock, cosas que me parece genial que sucedan
Antes de la banda, ¿quién eras vos?
Era esta misma persona con un montón de vivencias por venir. Antes de la banda tenía 15 años, y seguro era una persona mucho menos nutrida; era alguien mucho menos grupal. Una de las cosas más lindas que tiene Cuatro Pesos es aprender a andar en manada y ponerse de acuerdo. Era alguien que de repente no tenía algunas convicciones tan claras como las que luego me fue aclarando la música y el propio tránsito.
¿ Y qué discos tenías?
A esa altura ya curtía rock nacional abundante. Tenía Deliciosas criaturas perfumadas y otros discos de los Buitres; no me acuerdo si ya había salido en Rantifusa. Curtía La Abuela Coca, El Peyote Asesino y más de chico, tenía un disco de The Beatles.
Me lo había regalado mi hermana, en una especie de respuesta a mi fanatismo por el grupo Hanson. Todavía me acuerdo cuando me dejó un disco compacto en el arbolito de navidad. Vi el paquete y pensé: “Bien, se la jugó Tona (Antonia, su hermana) y me compró el de los Hanson, por fin. Siempre me peleaba por mi gusto musical. Y cuando lo abrí era el Please Please Me (de The Beatles), con cuatro caripelas con corte taza en la portada; yo le dije a Tona: “Me parece que te equivocaste”. Y un poco en broma, medio jugando, empecé a escuchar ese disco y fue la puerta de entrada a un mundo sonoro y compositivo.
Después había otros discos que no los tenía yo, pero los ponía mi vieja, que curtía mucho Sumo y Los Redondos, o el Álbum negro de Metallica, y de eso también aprendía, casi sin darme cuenta.
En marzo se cumplen 23 años de banda. Tu camino en la música llegó hasta la producción de los discos.
Siempre tuve una tendencia a estar encima de la música del grupo, que es algo que nos pasa un poco a todos los que integramos Cuatro Pesos. Por ejemplo, Se está complicando (2007, el primer disco) lo hicimos con el Chole (Alfredo Gianotti) como productor. Y me acuerdo que con Gastón Pepe (percusionista y cofundador de la banda) dijimos: “Bo, armamos un estudio y lo grabamos nosotros”. Teníamos 19 años, tiempo y energía. En la azotea de mi madre hicimos un galponcito con chapas de dolmenit, con eso aislamos un poco el sonido. El Pepe ya estaba yendo a la facultad, consiguió un programa de edición, y yo me acuerdo de comérmelo crudo hasta manejarlo con facilidad. Le tenía todos los piques. Aprendí a editar rapidísimo.
Eso fue algo que me atrajo mucho de la música: ordenar, nuclear, y todas las posibilidades que te ofrece el software. Quizás por eso siempre estuve en ese rol. Después en los últimos discos, desde La Llama (2019) con Rodrigo Calzada (bajista del grupo) que es una bestia musical, armamos como una compinchería y un buen equipo de trabajo y firmamos los dos como productores.
Pero a mí se me dio naturalmente este oficio; mi escuela fue –y es– Cuatro Pesos. Al poco tiempo también empecé a producir para otras bandas y amigos, y lo sigo haciendo hasta el día de hoy.
Son una banda grande, con muchos integrantes. ¿Cómo sobrevive al tiempo?
Es un equilibrio muy complejo, porque además es un grupo muy mutante. Por ejemplo, ahora entró Sabrina Díaz, o al principio del 2020 entró Martín Moretto en teclados, porque Joaquín Baranzano ya no estaba con la energía que el grupo demandaba, y ahora a Martín le surgió irse a trabajar a un crucero. Entonces estamos muy acostumbrados a esos cambios y esa flexibilidad creo que ayuda mucho a nuestra continuidad.
Creo que hay un par de factores claves. Uno es la amistad; otro, separado, es el amor por el proyecto y las ganas de estar metiéndole, pulsando ahí. Y después, la música. Ese es un gran factor de unión. La música tiene que ser copante para todos los integrantes del grupo. Las canciones tienen que representar al colectivo, tanto en lo discursivo como en lo musical. Además, están las habilidades que nos permiten mantenernos juntos, para poder pelearnos y amigarnos, al minuto. Eso de andar en manada, de cuidarse, de verse con el otro y que esté todo liso, llano.
Cuatro Pesos de Propina se presenta el próximo sábado 14 a las 20.00 en el Club Los Titanes (La Tuna, Canelones) Entradas en Redtickets a $ 550 y $ 650.