Un crimen, si puede ser, un asesinato. Varios sospechosos, de preferencia en una locación cerrada, que odiaban cabalmente al finado. Un detective sagaz y su ayudante (por aquello de que se vería raro que hiciera deducciones en voz alta para sí mismo). Las pautas del whodunit son tan claras cómo reconocibles, dado que no en vano es uno de los subgéneros más antiguos dentro del policial. Y antigua es también su base, puesto que es de la pluma de Sir Arthur Conan Doyle, Ellery Queen, Chesterton o, quien nos importa particularmente hoy, Agatha Christie que nació y se sostuvo esta clase de misterios.
Y es un formato que en nuestros días ha resurgido con especial potencia, de la mano de la saga Knives Out en Netflix, pero que en realidad nunca ha desaparecido del todo. Sea porque involucra de manera personal al espectador, dado que gran parte de la gracia es “jugar” a encontrar al culpable al mismo tiempo que los detectives; sea porque cinematográficamente siempre ha tenido la fortuna y el apoyo de grandes elencos y presupuestos (en algo que se reitera desde And then there were none, pasando por todas las encarnaciones de Asesinato en el Nilo o en el Expreso de Oriente, hasta cada vez que Miss Marple, Hercule Poirot, el Padre Brown o Sherlock Holmes asoman la cabeza), el misterio de ¿quién lo hizo? es una de esas afortunadas constantes en la historia del cine.
Por supuesto, ha tenido calidad variable y mayor o menor suerte en los resultados cinematográficos. Pero aquí, en el reciente estreno de Star+ (luego de un brevísimo paso por cines) de Mira cómo corren estamos de parabienes. Porque la película del debutante Tom George (debutante pero con extensa carrera televisiva, particularmente en la BBC) es en sí misma un gran homenaje al whodunit cómo subgénero, pero también una pieza muy efectiva dentro de este.
Misterio dentro del misterio
Hay pocos whodunit más famosos que La ratonera. Esta obra de teatro fue escrita por la propia Agatha Christie y su puesta en escena ostenta el récord Guinness de mayor permanencia: desde su estreno en 1952 se presentó en Londres en forma ininterrumpida hasta el 16 de marzo de 2020, cuando las representaciones teatrales –como todo lo demás– debieron interrumpirse debido a la pandemia de covid-19 (y volvió a las tablas en 2021, ni bien se retomaron las actividades con público en Reino Unido).
Se estima que la friolera de 60 millones de espectadores, nada menos, han visto la representación de este misterio. Curiosamente, no ha tenido la misma fortuna al ser adaptada al audiovisual, puesto que tan sólo en 1959 se planteó seriamente adaptarla a la gran pantalla y no se llegó a un acuerdo. Este último dato es fundamental para Mira cómo corren, puesto que esta fallida adaptación de La ratonera es la base de nuestro misterio, en el marco de los festejos de la función número 100 de la obra de teatro.
Allí están todos: el productor teatral tentado por el dinero de Hollywood (Reece Shearsmith), la actriz principal (Pearl Chanda), el actor principal, que no es otro más que Richard Attemborough (Harris Dickinson), la dueña de los derechos de la obra (Ruth Wilson), el futuro guionista de la adaptación (David Oyelowo) y su futuro director (Adrien Brody).
No todos están de acuerdo con adaptar la obra a cine (o con cómo adaptarla), hay tensiones varias en el aire y, como explica en voz en off el propio muerto, al mejor estilo Sunset Blvd, no tarda en ocurrir un asesinato. Entran en escena el inspector Stoppard (Sam Rockwell) y la joven oficial Stalker (Saoirse Ronan), quienes serán los encargados de deshacer la madeja de este misterio. Misterio que logra algo asombroso a partes iguales: funcionar cómo comedia –casi un vodevil– al tiempo que es verosímil y efectivo cómo policial.
Claramente hay una parte fundamental que aporta el público: debe estar en sintonía. Por más que la producción es alucinante (hermosísima la adaptación de época), el elenco está perfecto (con particular destaque de Brody y la hermosa pareja despareja que componen los Holmes y Watson de turno, a cargo de Rockwell y Ronan) y no tropieza nunca con su ritmo permanente, si uno no se anota a descubrir al culpable, a acompañar los vaivenes de la trama y a celebrar como todo un fan la aparición de la propia Agatha Christie en la recta final, posiblemente no sea la película para ver. En cambio, si se está por la labor, no se puede pedir más precioso resultado. Mira cómo corren se disfruta como el clásico instantáneo que es, como celebración del whodunit pero también como pieza integral del género.
Mira cómo corren. 98 minutos. En Star+.