En su segunda edición, la muestra EnRaíz expone y ofrece al público los trabajos realizados en el marco de los talleres que funcionan en los distintos barrios de la capital como parte del programa Esquinas de la Cultura, de la Secretaría de Descentralización Cultural de la Intendencia de Montevideo. Entre los trabajos presentados hay una fuerte participación de niñas, niños y adolescentes. Se puede visitar hasta el domingo 26, de martes a domingos de 12.00 a 18.00, en el Museo Blanes (Millán 4015). El fin de semana que viene, entre las actividades de cierre, el sábado 25 a las 17.00 habrá una intervención del taller Jugar, Danza y Tambor, que funciona en la Casa de la Cultura Zona 3, a cargo de Victoria Bonanata y Florencia Delgado.

El taller de artes plásticas que funciona en el Anfiteatro Rincón del Cerro y el del Espacio Cultural La Placita Villa Centauro, de Villa García, en el extremo opuesto de Montevideo, ambos a cargo de Gabriela Perrone, participan con retratos y autorretratos hechos en pintura sobre cartón. “Con las ganas de pintar como punto de partida, nos metimos en el mundo del retrato, experimentando en el color, descubriendo los gestos, las miradas nuestras y de los compañeros y sintiendo el potencial de lo diverso cuando los vimos todos juntos en la pared”, cuentan.

Foto del artículo 'Esquinas de muestra: hasta el 26 en el Museo Blanes se puede ver EnRaíz'

Las niñas y niños del taller de artes plásticas de la Casa de la Cultura Zona 3, del barrio Simón Bolívar, por su parte, participan con la muestra Poética del río, en la que trabajaron, de la mano de la tallerista Sandra Pastorino, en la creación de esculturas de pequeño formato hechas con restos de materiales que recogieron de sus aguas.

“La resaca que trae el río es de una riqueza sensible extraordinaria”, fundamentan. “En ella encontramos fragmentos de madera con texturas, superficies lisas, ásperas, huecas, porosas, suaves, duras… También aparecen huesos pulidos, huevos de caracol y más. La agudización de los sentidos, la creación y el pensamiento reflexivo forman parte de la propuesta del taller y estas preciosuras son fermento para que tomen forma las piezas aquí expuestas: ‘joyas pobres’. Estos fragmentos que van de orilla en orilla muchas veces adquieren formas antropomorfas, aquí la imaginación adquiere un papel relevante porque es el preámbulo de la creación sugerida y materializada”.

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Ese taller también está presente con retratos en collage junto al del Mercadito Castelar de Parque Batlle, también de la mano de Pastorino, que comenta sobre los trabajos: “Durante este año se realizaron dos procedimientos técnicos de collage y la que se expone es la que más cautivó a niñas y niños. Es una actividad lúdica que estimula la creatividad; les permite experimentar hasta encontrar en el proceso un todo con un nuevo significado. La realización de la premisa implica esfuerzo pero también placer, asombro y humor. Por más que la consigna es individual, luego de finalizar el retrato se colectiviza, porque la diversidad de resultados es increíble. Por suerte no he perdido mi capacidad de asombro cuando observo la producción de niñas y niños. Siempre estoy aprendiendo con ellos: el taller es de ida y vuelta”.

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El taller del Mercadito Castelar también presenta la muestra Bitácora viajes sensibles. “Es una propuesta que promueve la exploración y agudización de los sentidos, así como la toma de conciencia del medioambiente. La familia de cada niña y niño forma parte de los recorridos, que son parte fundamental para la creación y materialización de la bitácora. Las premisas parten de un tema específico, por ejemplo, ¿qué señales nos da la naturaleza para comprobar que está llegando la primavera? El siguiente paso es la documentación fotográfica. Todos y todas tiene su propio libro de viaje y cada grupo puede observar y sorprenderse con la diversidad de posibilidades que se pueden crear sobre un mismo tema”.

En primera persona

“Fue muy emocionante ver la dedicación que les prestaban a cada uno de sus trabajos, desde el uso de una pistola de silicona para ensamblar las piezas hasta otras herramientas, como una morsa o sierra. La alegría, el compañerismo y la cooperación fueron parte de cada una de las jornadas, en las que las horas parecían minutos. En el caso de mi hijo, que tiene diez años y le apasiona mucho dibujar y crear, fue una experiencia única porque pudo llevar más allá de una hoja su imaginación y verla en volumen. Estaba súper emocionado de que sus obras, así como las de sus compañeros, fueran expuestas y el día de la inauguración de la muestra lo vivió con mucha alegría”, contó Gize, madre de Lautaro Ocampo, uno de los niños expositores. Destacó además “la dedicación de Sandra Pastorino, que es la docente de arte a cargo del grupo y que ha sabido trasmitir a los peques esa pasión y los ha acompañado en esta nueva experiencia”.

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Por su parte, Lautaro expresó que le alegra “que la gente pueda ver mi arte y que cada uno pueda pensar qué es, porque en el grupo cada uno tenía sus innovaciones y les podíamos meter imaginación a los trabajos, podía ser algo común como un pez o algo descomunal como un alien”, y destacó que “se sintió bien exhibir en un museo. Hay una frase que dice que cada uno puede tener sus 15 minutos de fama: yo ya los tuve y capaz que puedo seguir teniéndolos”.