Spin off: el término, al que estamos muy acostumbrados los lectores de historieta, deviene de cuando una serie, una película o un libro tiene particular éxito y se busca expandir su universo con un relato nuevo pero derivado de lo anterior.

Sea que algún personaje secundario pasa a ser el protagonista, sea porque nos adelantamos o retrocedemos en el tiempo narrativo, sea porque desarrollamos un lugar o escenario todavía no transitado en el producto original, se presenta una nueva pero al mismo tiempo reconocible visión de un aspecto familiar para el lector/espectador.

Vista con cinismo (o simple realismo), la existencia de los spin offs es puramente comercial: la búsqueda de las productoras o editoriales para exprimir más las propiedades intelectuales reconocidas o incluso volverlas más exitosas aún. Se sabe, tras años de estudios de mercadeo, que es mucho más sencillo promocionar un producto reconocido que uno por presentarse. Drácula o Sherlock Holmes son más rentables a priori siempre que algún monstruo nuevo o aquel detective sin pedigrí.

Dicho esto, no necesariamente todo spin off es inútil. De hecho, hay casi tantos casos buenos como malos en la estadística y no pocas veces efectivamente cumplen esa función de expandir el universo, de aportar una mirada fresca o novedosa a un asunto ya transitado. Tal es el caso de Gen V, que se ambienta entre la temporada 3 y 4 de la serie The Boys de Amazon y nos instala en la universidad para superhéroes de este mundo poblado por ellos.

Al igual que su serie madre, esta creación se inspira en la potente historieta que crearon para el sello Dynamite el guionista irlandés Garth Ennis y el dibujante estadounidense Darick Robertson. Allí tomaban todos los tropos del mundo de los superhéroes y directamente los pervertían. Así, los superhéroes eran, en su inmensa mayoría, unos degenerados poderosos de cuidado y la única manera de tenerlos más o menos a raya era gracias a The Boys, una unidad paragubernamental que no dudaba en ser peor que aquellos que combatía para someterlos (o reventarlos en pedazos luego de sufrimiento y vejámenes de todo tipo).

La traslación a la pantalla chica a cargo de Eric Kripke fue tremendamente efectiva y es ahora el propio Kripke, junto a Evan Goldberg y Craig Rosenberg, quien nos presenta la vida universitaria de los superhéroes de este mismo universo.

Aquí seguimos a Marie Moreau (Jaz Sinclair), una joven que controla la sangre (propia y ajena) con inmenso potencial pero un background trágico, idealista y naíf, convencida de que hará carrera como superheroína a partir de su asistencia a la Universidad Godolkin. Allí, a la mejor usanza del Instituto Xavier para jóvenes dotados de los X-Men, todo el mundo vuela, tira rayos o se vuelve invisible. Pero, como pronto descubrirá Marie, las cosas no son simples y los clásicos conceptos de “bien” y “mal” a nadie le importan demasiado. Por el contrario, todo gira sobre ser popular y lograr integrar el ranking del colegio, uno que está permanentemente dominado por los estudiantes más relevantes: Andre Anderson (Chance Perdomo), con poderes magnéticos; Cate Dunlap (Maddie Phillips), una poderosa telépata; Jordan Li (London Thor/Derek Luh), que cambia de género al tiempo que gana poderes; y Luke Riordan (Patrick Schwarzenegger, sí, el hijo de Arnold), más conocido como Golden Boy y el más popular y poderoso estudiante de todos.

Marie sólo quiere mantener un perfil bajo y estudiar, pero pronto las cosas van a escapar a su control cuando junto a Emma Meyer (Lizze Broadway), su compañera de habitación, y la maravillosa Little Cricket (el mejor personaje, por lejos) se vean arrastradas junto al grupo popular a intervenir en los terribles secretos de la propia universidad.

Porque el universo sigue siendo el de The Boys, y por mucho que estemos ante un relato de superhéroes y angustia adolescente, desbarrancan rápido hacia la hiperviolencia, el gore, las muertes horribles, los actos sexuales depravados y todo el combo que viene de la mano de la serie original y que tanto y tan bueno nos ha dado hasta ahora.

Aunque en un principio no lo aparenta, Gen V viene a complementar el relato ya existente (así estarán integradas perfectamente las apariciones de varios personajes de su serie madre) y a potenciarlo, al tiempo que desarrolla por sí misma su propio relato. Y aunque esta primera temporada tiene un final algo abrupto (algo anticlimático, parte de un gran episodio de cierre), esto se entiende como preparación de su segunda temporada, ya confirmada.

Con un spin off tan bueno como este y a la altura de su serie original, dan muchas ganas de ver más expansiones de universos como el de The Boys. Ojalá mantenga este gran nivel, pero antes tendremos la cuarta temporada de la historia principal, que promete retomar a su vez aspectos de esta serie.

Gen V. Ocho episodios de 40-60 minutos. En Prime Video.