La directora argentina Anahí Berneri, primera mujer cineasta de habla hispana en ganar la Concha de Plata a la mejor directora en la 65ª edición del Festival de Cine de San Sebastián por su película Alanis (2017), se ha transformado en una especialista en relatos femeninos y ha mostrado una necesaria y sanadora mirada sin prejuicios sobre el aborto, la prostitución y la maternidad. Ahora vuelve a sorprender con la dirección y la adaptación de la exitosa novela de Claudia Piñeiro Elena sabe (2007), que relata cruda e íntimamente la historia de una tenaz mujer que lleva adelante su propia investigación para encontrar al responsable de la inesperada muerte de su hija.
Elena sabe es un apasionante y emotivo thriller con una trama compleja magníficamente ejecutada: Elena (Mercedes Morán) es una mujer recia y de carácter fuerte que lucha contra el mal de Parkinson y su inexorable desgaste. Tiene una típica relación de vaivenes con Rita (Erica Rivas), su hija algo apática y agotada de ser su cuidadora. La sorpresiva y misteriosa muerte de Rita atraviesa a Elena, quien al no tener respuesta de las autoridades emprenderá una titánica batalla no sólo contra la ineptitud policial sino contra su propia enfermedad y un oscuro pasado. Tiene la seguridad de que a su hija la mataron.
La narrativa de suspenso es la perfecta excusa para el relato de un hondo drama familiar que desnuda la intrincada relación de madre e hija y por medio de flashbacks compone una historia tensa y pendular. La joven Rita (Miranda de la Serna, hija de Érica Rivas) se mueve en su barrio de clase media bonaerense, es alumna modelo de un colegio católico (en el que termina siendo profesora) y la iglesia juega un papel preponderante en esa microsociedad. El silencio como ley implícita, sobre todo para las mujeres, será clave para entender la historia.
Hay una descarnada reflexión acerca del rol del cuidado, históricamente ejercido por mujeres, y se describe la extrema presión y asfixia a las que son sometidas. También, acerca de lo que representa estar crónicamente enfermo en una sociedad apurada e indiferente: Elena por momentos es un estorbo para los demás y es sistemáticamente invisibilizada. La composición física del personaje por parte de Mercedes Morán es tan perfecta que resulta abrumadora y angustiosa. Encarna a una madre determinada y dispuesta a todo para saber la verdad sobre la muerte de su hija, dentro de un cuerpo ajado y frágil.
Es ese cuerpo femenino, en definitiva, el protagonista del relato y el que se enfrentará a imposiciones sociales, culturales y religiosas acerca de la maternidad y el aborto; es el deseo o no de vivir siendo madre el motor interpelante de Elena sabe. La muerte de Rita despierta en Elena un intenso viaje introspectivo en el que se enfrenta a sus propias debilidades como madre y al haber criado “como pudo”; el deber ser parece haber impulsado a Elena a vivir una vida atravesada por la frustración y la presión de la maternidad.
La película explora magistralmente la fortaleza y la vulnerabilidad de la maternidad a través de un personaje potente, y, en cierto modo, parece no haber culpables: ni buenos ni malos, sólo personas actuando desde el dolor.
Elena sabe. 104 minutos. En Netflix.