La actriz y guionista argentina Azul Lombardía es una multifacética artista responsable de éxitos en pantalla chica (Lalola, Televisión por la inclusión) y también coautora de libros como Según Roxi: autobiografía de una madre incorrecta (2013) y Cómo ser la peor mamá del mundo (2017). Con más de dos décadas de una prolífica carrera con marcada impronta femenina, ahora Lombardía se pone al frente (junto con Jazmín Rodríguez) de No me rompan, una comedia que tiene a dos grandes actrices, Julieta Díaz y Carla Peterson, como protagonistas acompañadas por un reparto de lujo: Nancy Dupláa, Cecilia Dopazo, Fito Páez, Eugenia Guerty, Esteban Lamothe, Martín Garabal y el uruguayo Alfonso Tort.
Explorando el fértil territorio del humor con una lograda retórica, No me rompan narra el cruce de las vidas de dos mujeres antagónicas: Ángela Trigal (Peterson), una famosa actriz expuesta por la traumática separación de Fercho (Lamothe), y Vera Lombardi (Díaz), una emprendedora de cremas orgánicas que combina su inestable vida empresarial con la casa y la crianza de sus dos hijas (la más chica interpretada por la dulce actriz uruguaya Margarita Arias) mientras lidia con un apático esposo que poco la acompaña (Tort).
Sus dispares realidades se entrelazan cuando, cansadas de ser juzgadas por sus reacciones, coinciden en un grupo de control de ira y se alían con un objetivo común: derrumbar a Edgardo Sánchez Leven (Salvador del Solar), un cirujano plástico y pseudo gurú de la juventud eterna, mafioso y manipulador, que por diferentes razones las está arruinando. Así, Ángela y Vera idean un plan de venganza no solamente contra este falso maestro de la estética sino contra ese orden social implícito que les demanda a las mujeres perfección, control y equilibrio, y descubren que por más opuestas que parezcan las une algo poderoso: el hartazgo de las exigencias.
Los dotes para la comedia de la dupla Peterson-Díaz son innegables; ambas son rápidas, irónicas y graciosas e instalan un perfecto clima de saturación femenina en el que la sororidad va ganando terreno a medida que entienden que no están solas en la batalla. Cada personaje masculino, desde el director de telenovelas encarnado por Fito Páez, pasando por parejas tóxicas hasta el polémico cirujano, representan estereotipos de figuras que han oprimido a las mujeres en su casa, en su trabajo, con la maternidad, con la opinión sobre sus cuerpos y el mandato hegemónico de la belleza.
No me rompan plantea con inteligencia, en código de humor y con acertados gags, lo (aún) inadmisible del enojo femenino: estallar de furia y decir lo que se piensa sigue siendo sinónimo de desequilibrio emocional si se es mujer, pero de asertividad y carácter si se es varón. La impensada amistad que surge en el heterogéneo grupo de mujeres que intentan controlar su ira es el vehículo para contar algo que va mucho más allá de las risas que genuinamente provoca; aquí la comedia rinde muy bien para enunciar el conflicto cotidiano de las mujeres cansadas de imposiciones.
Además, el humor costumbrista y barrial ayuda a identificarse con Vera y Ángela: son cualquier mujer abrumada de mandamientos físicos y culturales.
No me rompan. 94 minutos. En Netflix.