Si te sentís cansado, necesitás darle un respiro a tu cerebro y no querés consumir algo que te agote emocionalmente, los documentales de naturaleza son una solución. Imágenes bellísimas y animales majestuosos. En Netflix hay muchos y son producciones ambiciosas, con participación de figuras como Morgan Freeman, Salma Hayek o Bryan Cranston en las voces. Más allá del prejuicio, cuando una se adentra en este universo descubre que comparten información científica de interés, tienen una mirada educativa y concientizan sobre las consecuencias de la contaminación.
Con una gran factura técnica, los documentales emplean tecnologías de alto nivel, que permiten ver animales diminutos, observar actividades nocturnas o mostrar el paso del tiempo a través de los cambios de la vegetación. Así, vemos con precisión la piel curtida de un elefante, cómo los gusanos se devoran los árboles, las águilas se destrozan por el pescado o las plantas inundan una ciudad en ruinas.
En capítulos de 45 minutos y dos temporadas, Animal nos muestra la vida de distintas especies en profundidad: grandes felinos, cánidos, marsupiales, pulpos, simios, aves rapaces, osos y delfines. Cada episodio relata un número de pequeñas historias con una edición precisa que genera tensión y se luce en los momentos de caza.
El episodio dedicado a los delfines cautiva con los distintos azules del mar. La fuerza de la naturaleza se expresa en olas que revientan en la orilla y gotas que brillan al sol. Hay una voz en off que narra los episodios y una música que enfatiza el tono de la escena sin molestar. Así conocemos curiosidades sobre las especies –¿Sabían que los delfines pueden dormir nadando?– y escuchamos cómo se comunican entre sí, lo que termina de edificarlo como una experiencia inmersiva.
La cámara se zambulle hasta lo profundo, donde vemos los reflejos del sol en el cuerpo de los delfines, que parecen atravesados por un montón de cables blancos. Observamos cómo se ocultan en los arrecifes, entendemos las alianzas que tejen y lo superlativo de su inteligencia. También así comprendemos el daño que les hace la contaminación de los océanos.
Una de las producciones más recientes de Netflix es La Tierra de noche, que cuenta con seis capítulos de cerca de 50 minutos. Las filmaciones nos muestran la vida del planeta cuando reina la oscuridad. Mientras algunas especies se refugian, otras salen a cazar o a aparearse cuando cae el sol. Los episodios recorren tanto la selva como la sabana y se hunden en la profundidad del mar.
Estamos frente a una superproducción en la que se utilizaron cámaras especiales –infrarrojas y sensibles a la luz de la luna– por primera vez en un documental de este tipo. Así, lo que distinguimos en las imágenes no son sólo figuras borrosas en medio de la oscuridad: podemos atestiguar la vida de estos animales con los mayores detalles, de una forma que hasta hace poco no era posible.
El documental descubre lo que se oculta bajo el espeso follaje de una selva: encontramos desde plantas carnívoras hasta detalles de la piel viscosa de ranas que brillan en la oscuridad. Cuando se utilizan las cámaras especiales que registran el calor corporal vemos a los animales surcados por líneas claras que se asemejan a un mapa sobre su piel. No son las únicas imágenes pictóricas. Los planos en negativo de ríos sobre los árboles en tonos plateados, o de la luna que se asoma entre las sombras, también resultan deslumbrantes.
Tras una selva sepultada bajo la bruma podemos distinguir cómo los animales usan sus sentidos ante la falta de luz, descubrimos costumbres nocturnas que nunca antes habían sido registradas y somos testigos de sus complejos rituales de apareamiento. Con la amplia definición de las cámaras utilizadas vemos las terminaciones nerviosas, las escamas de las serpientes, los restos nacarados de una mariposa que se devora un ciempiés y hasta los hilos de seda que tejen las arañas para atrapar a sus presas.
Una mirada diferente ofrece la serie Nuestro planeta, que no sólo narra la vida de los animales, también se ocupa de registrar la flora del mundo en diversos puntos del mapa. El recorrido que traza va desde los hielos del Ártico hasta el sofocante desierto. El mando y la voz en off están a cargo de David Attenborough, científico británico reconocido por ser uno de los mayores divulgadores de la naturaleza. Es también una de las series que más se centra en la devastación del planeta y los efectos del cambio climático.
Los virtuosos movimientos de cámara y las filmaciones llenas de detalles denotan una superproducción. Los datos de la serie afirman que el rodaje duró cerca de cuatro años, incluyó a más de 600 personas y abarcó más de 50 países. Aquí entendemos fenómenos climáticos y atmosféricos, pero también encontramos cardúmenes plateados que atraviesan el océano como si fueran cuchillos o vemos cómo la sal se solidifica en las patas fucsias de los flamencos.
Entre abejas y pájaros de colores vibrantes vemos cómo las orquídeas atrapan a los insectos y entendemos la magnitud de algunos fenómenos naturales. Por ejemplo, sorprende la cantidad de animales que migran y las enormes distancias que recorren o la variedad casi infinita de especies que viven en un bosque tropical. Destacan también los detalles, como las huellas de los caribúes y la sombra amenazante de los lobos que los persiguen.
En los picos altos vemos la nieve que brilla como azúcar y los hielos que se deshacen en el agua negra como si fuera un cielo estrellado. Lejos de las vastas superficies de blanco, emerge un mar furioso donde los petreles se pelean por los restos de un lobo marino. Además de planos abiertos y panorámicos, se destacan las posiciones cenitales de cámara que revelan caminos trazados en la tierra por los animales. Los paneos y los juegos con la profundidad de campo crean imágenes hermosas donde el fuera de foco toma protagonismo. El contraluz es otro recurso bien explotado, así como los planos cercanos que hacen que los insectos más pequeños parezcan temibles.
El capítulo de Nuestro planeta sobre los bosques es el mejor logrado. La información sobre este bioma es detallada: cuántos quedan, cómo se sucede la vida en ellos, cómo es el equilibrio entre las especies y de qué manera lo afecta la caza. Los incendios forestales ocupan una porción importante del episodio. Vemos cómo se elevan columnas de humo negro por sobre las llamas, los esqueletos de los árboles después del fuego y las cenizas que cubren el suelo arrasado. Estas y otras imágenes permiten entender plenamente la belleza del mundo que nos rodea, pero también ser conscientes de lo que podemos perder.
Animal. Ocho episodios de 45 minutos. La Tierra de noche. Seis episodios de 50 minutos. Nuestro planeta. Ocho episodios de 50 minutos.