Empecemos por donde corresponde: quien suscribe nunca ha jugado a The Last of Us. Siempre tuve el prejuicio de que la historia de este videojuego era tan ordenada, tan escrita y redonda, que la interacción “jugable”, por decirle de alguna forma, sería muy poca y, por tanto, lo hacía poco atractivo para mí. Pero de ser cierto mi prejuicio, también hacía a la creación de la compañía Naughty Dog un producto especialmente adecuado para ser trasladado a otro medio audiovisual, que terminó siendo la televisión.
Nacido en la cresta de la ola de la ficción de zombis, el videojuego se lanzó en 2013 cuando la serie The Walking Dead llegaba a su tercera temporada en el pico de todos los ratings y las ficciones de zombis saturaban los medios. La creación del diseñador Jacob Minkoff y los directores Bruce Straley y Neil Druckmann presentaba un origen algo diferente para el estallido apocalíptico, vinculando a sus zombis con el hongo cordyceps. Este hongo –que existe en el mundo real; sus efectos en insectos son escalofriantes, como permite verlo cualquier búsqueda en internet– mutaba de alguna forma y lograba expandirse entre la raza humana, generando aterradores monstruos que, a su vez, contagian a los demás al más mínimo contacto. Aunque la premisa es bastante básica –se trata, esencialmente, de un juego de acción– la idea de sus realizadores era profundizar en el drama humano, las consecuencias del estallido que se lleva puesta a la sociedad toda y cómo sobrevive lo que queda. Los últimos que quedan: de ahí el título en inglés.
Tras el notable éxito de sus dos entregas, el videojuego expandió su universo. Primero con contenido descargable e historietas protagonizadas por sus personajes, luego con rumores de una adaptación cinematográfica ya en 2014, que jamás se concretó. No fue sino hasta 2020 que el propio Druckmann confirmó estar trabajando en una adaptación en compañía de Craig Mazin, el creador de una de las mejores miniseries de lo que va del siglo: Chernobyl. Las expectativas, lógicamente, eran altas. Y el resultado no decepciona en absoluto.
Según aquellos que sí han jugado el videojuego, la adaptación es fidelísima. Sin embargo, esto debería preocuparnos poco, mientras que lo que sí interesa es su efectividad. Y no cabe duda de que The Last of Us comienza allá arriba, con su espectacular episodio piloto que agrega la “explicación” sobre el cordyceps y nos presenta a sus personajes protagónicos –Joel, interpretado por Pedro “estoy en todos lados” Pascal, y Ellie, a cargo de Bella Ramsey– y narra el apocalipsis, con margen incluso para salto temporal e instalación de la historia en el presente.
A partir de allí, todo ganancia. La serie nos contará el periplo de sus protagonistas –Joel acompaña a Ellie en busca de un laboratorio capaz de hacerle las pruebas que expliquen por qué es inmune al virus que destruyó todo y averiguar si es posible generar una cura a partir de ella–, al tiempo que con varios flashbacks irá reconstruyendo el pasado de los personajes o de la situación general. La idea es reforzar el drama humano, y esa densidad es lo que mejor funciona –aunque no todos los flashbacks sean igual de felices y alguno reitere más acá o más allá otro, o aporte poco y nada a lo que ya sabemos, imaginamos o entendimos–, así como el énfasis puesto en la gran producción –impecable, como suele ocurrir con HBO– o en la interacción entre sus personajes (destacan, lógicamente, Pascal y Ramsay, pero hay aportes de un gran elenco secundario que incluye nombres como Ana Torv, John Hannah, Murray Bartlett, Nick Offerman, Melanie Lynskey o Graham Greene, entre otros).
Este peso o desarrollo dramático ayuda a combatir la sensación siempre presente de “esto ya lo hemos visto”, porque, y aunque las muchas voces entusiastas insisten en repetir que estamos ante algo nunca antes presenciado, The Last of Us es, esencialmente, una de zombis, aunque retacee sus apariciones al punto de parecer olvidarlos.
Así, con un relato que va de más a menos (sobre el final hay que tragarse algunos sapos, como que de pronto nuestro protagonista sea un verdadero Rambo alcalino indetenible) pero nunca defrauda, HBO ha consagrado su nuevo éxito de domingo a la noche, la serie de la que todo el mundo habló durante este primer trimestre. Y no cabe duda de que somos muchos los que ya estamos esperando la segunda temporada, sabiendo que el videojuego tuvo sólo dos partes.
The Last of Us. Ocho episodios de una hora. En HBO Max.