Ha vuelto El Reino, la popular y brillante serie escrita por Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro (también director junto con Miguel Cohan) que nos presentaba en su primera temporada un clan religioso siniestro, un conflicto político y un misterio criminal apasionante. En esta segunda temporada a su elenco de lujo (Diego Peretti, Nancy Duplaá, Mercedes Morán, Chino Darín, Joaquín Furriel, Peter Lanzani y el uruguayo Alfonso Tort) se suman nuevos personajes, encarnados por actores de gran nivel como Julieta Cardinali, Maite Lanata y Agustín Aristarán (Radagast).
La primera temporada de El Reino (estrenada en 2021) desenmascaró las perversas maniobras detrás de una iglesia evangélica y sus vinculaciones con el poder del Estado y con el abuso de menores. Su líder, Emilio Vázquez Pena, es un carismático pero oscuro pastor elegido vicepresidente, que asume abruptamente la presidencia después del extraño asesinato de su compañero de fórmula, Armando Badajoz (Daniel Kuzniecka).
Ahora Emilio (Peretti) ya es el presidente argentino y su poder está siendo duramente cuestionado en medio de un tenso clima similar al que sucedió a la crisis de 2001, mientras que su jefe de prensa y cerebro de todo, Ruben Osorio (Furriel, el personaje con más crecimiento de una temporada a otra), intenta instalar el caos y el miedo para desactivar el descontento popular. Como herramienta usa a Tadeo (Lanzani), que al abandonar la iglesia se transformó en un referente social y en un luchador por los derechos humanos (con fuertes reminiscencias, casi en modo homenaje, al militante Claudio Pocho Lepratti), poniéndolo como enemigo y desestabilizador de la “patria y familia” que quieren para su país. Pero el popular Tadeo tiene otro plan: denunciar a Emilio.
Este atrapante thriller político profundiza, en esta última temporada, en lo más tórrido de los manejos del poder, la traición, la corrupción policial, los secretos de las complejas relaciones familiares y las diferentes microhistorias que se van gestando en medio de un enjambre de mentiras y miserias. Con el interesante hilo conductor que del enfrentamiento entre “el bien” y “el mal”, y con sus figuras antagónicas representadas por Tadeo como ese hombre bueno que defiende al pueblo y por Emilio como el villano ambicioso y sin escrúpulos, El Reino, temporada final plantea hondos cuestionamientos éticos y morales acerca de la existencia de la justicia.
El ritmo narrativo de esta segunda temporada sigue siendo intenso y desliza una constante crítica al avance de los sectores más reaccionarios en la política y los efectos que tiene la concentración del poder en figuras de tinte autoritario. Muestra el crecimiento de la ultraderecha y cómo los discursos de odio, las pantallas mediáticas y las fake news son usadas como estrategia de control. Se hace un inteligente cruzamiento entre el fascismo (imágenes como el águila del partido nazi alemán son recurrentes) con los abusos de la iglesia y de los grupos evangélicos más conservadores con los servicios militares. Todos tienen el mismo objetivo: reinstalar el totalitarismo y debilitar la democracia.
El Reino, temporada final es un gran cierre para una gran historia. La cinematografía está a otro nivel: las locaciones, la fotografía y el sonido son impecables y su soberbio elenco, sumado a un guion sólido y a una tensión perfectamente dosificada, la transforman en una serie tan buena como adictiva. El deseo de ver triunfar al bien nos mantiene atentos hasta el final. Y vale totalmente la pena ver la contienda.
El Reino, temporada final. Seis capítulos de entre 40 y 60 minutos. En Netflix.