“En la pandemia me planteé muchas veces dejar de dedicarme a la música”, confiesa Arquero. Nacido en Sevilla, hijo de padre uruguayo y madre española, se radicó en nuestro país en 2010 y ocho años después se convirtió en el referente de un movimiento que puso al hip hop local en boca de todos. Su primer disco, Aguafiestas, lo coronó como Mejor artista nuevo en los premios Graffiti mientras repartía el tiempo entre su proyecto solista y la banda Los Buenos Modales. Con la llegada de la pandemia, el fenómeno y sus protagonistas dejaron de ser noticia.

“Vi una cara oscura de todo esto; entendí que no me querían porque fuera un tipo magnífico, sino porque ocupaba un lugar de turno”, reflexiona hoy, Sin embargo, no abandonó: su compromiso con la música va más allá de una tendencia. Luego de meses de inactividad, Arquero volvió a los escenarios y acaba de lanzar su cuarta canción en lo que va de 2023. “Ahora uno es menos naíf, pero tiene casi la misma convicción en su trabajo”, afirma.

¿Por qué sentís que esa convicción flaqueó en un momento?

Cuando empecé, todo era nuevo e iba a ser maravilloso para siempre. Le estaban dando para adelante al rap uruguayo, pero yo nunca me lo creí como tal; después los tiempos cambian y ya no estás ocupando ese puesto de mejor artista nuevo, de efervescencia. Ya no sos tan interesante.

Foto del artículo 'Diego Arquero: “Una segunda oportunidad para hacer lo que me gusta”'

Foto: Alessandro Maradei

Sin embargo, después de la pandemia lanzaste El mundo aparte. ¿Cómo se gestó ese segundo disco?

Por el contexto y por la intención del disco, obviamente iba a ser menos llamativo que el primero. Si bien tiene ritmos bailables, es un disco más oscuro, que no promete certezas, sino que abraza la duda. Está muy marcado por Swimming, de Mac Miller, y por su muerte, por haberme visto reflejado en ese personaje. Yo buscaba esa honestidad brutal, la tristeza que tenía que soltar por algún lado. Me sorprendió ver mucho público de El mundo aparte en los shows de [el local de recitales] Inmigrantes, siento que no pasó tan desapercibido como yo creía.

¿En qué momento te encontró su lanzamiento?

El disco podría haber quedado en la nada, esa persona que estaba haciendo el disco podría haberse quedado en la nada. Yo estaba consumiendo mucho más de lo que me gustaría, estaba triste y desencantado con la música.

¿Cómo saliste de eso?

Creo que el miedo en este caso me ayudó, ver que consumía una cantidad y seis meses después consumía tanto más, estaba encerrado en casa, no me interesaba la música, no estaba queriendo vivir. La adicción es como una enfermedad crónica: en lugar de tomar medicación todos los días para que no se despierte, hay que tomar decisiones. Todos los días hacer algo lindo, plantearte no consumir, ir a un grupo. De a poco fui arreglando lo que había roto y se me despertó esa lamparita de decirme “tenés derecho a ser feliz”.

¿La vuelta a la música tiene que ver con eso?

La música me hace feliz. En un momento no me hacía feliz porque sentí que el único en mi entorno que tenía ganas de hacer música era yo. Entonces me empecé a juntar con gente más joven, que tiene ese hambre que tenía yo al principio. Volví a la rutina de hacer música, a encontrar constancia Lo veo todo como una segunda oportunidad para hacer lo que me gusta y siento que tengo la capacidad para hacerlo, me siento súper confiado de mi obra. En un momento perdí esa magia, pero se recupera.

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Grandes planes

En el caso de Arquero, la magia volvió en forma de canciones. En abril lanzó “Mala”, su primer tema después de El mundo aparte. Le siguieron “Amor, odio, tiempo, plata” junto a Diego Matturro, “El duelo” y la más reciente, en colaboración con Nikyllo y Vicente. “Se llama ‘Grandes planes’, que no sé cuáles son, pero son grandes”, asegura Arquero.

Para celebrar los estrenos, dio dos recitales a sala llena en el sótano de Inmigrantes; el regreso triunfal a los escenarios a un año de presentar su último disco en La Trastienda.

¿Cómo encontraste la escena musical en este regreso?

Siento que hay una generación que tiene ganas y que labura, si se quiere, más de lo que yo laburé. Creo que el público pide ese concepto, las ganas de hacer algo y de salir adelante. Hay un intercambio entre artistas, una comunidad que el público busca también.

En esta nueva etapa estás colaborando con muchos de esos artistas y productores.

Yo intento no acercarme a ningún ismo, hago rap porque es lo que hago mejor, siempre traté de no encasillarme. Exploro géneros e intento hacer mi fórmula, que sirve para una o dos canciones, con suerte un disco. Después esa fórmula se termina y yo voy a buscar otra cosa, para eso es muy importante hacer música con mucha gente. Este año me prometí a mí mismo volver a sacar música y en los últimos tres meses saqué cuatro canciones. Me gustaría no aflojar.

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Foto: Alessandro Maradei

Una de ellas fue “El duelo”, a la que definiste como “mi parte más humana”.

Desde El mundo aparte estoy más metido en la producción, si bien no soy el productor voy indicando, y “El duelo” es una canción que salió de eso, de sentarse en el estudio con Lauta [Eme Ese] y probar. Estoy saliendo de mi micromundo, ya me aburre sentarme a escribir el mejor verso que pueda hacer. “El duelo” es una de las canciones que más me gustan y es importante porque la hice sobrio, planteándome esta nueva etapa de la vida.

¿Cómo fue el reencuentro con tu público en estos primeros shows del año?

Mi idea era hacer dos Inmigrantes. El primero se agotó y lanzamos el segundo, así que mis expectativas estaban cerca de la realidad. A la salida del toque me saludó un chico a quien realmente le importaba mi música y me dijo: “Diego, vos sos lo más grande que hay, deberías estar para llenar cosas más grandes”. Yo lo pienso también, pero le tengo un poco de miedo. Quiero que las canciones lleguen a algo más grande, pero estoy muy a gusto sin que me reconozcan tanto como en Aguafiestas.

Paso a paso.

En los grupos a los que voy, una de las frases es “sólo por hoy”. Esa fue la forma en la que aprendí a no drogarme, no decir “nunca más” sino “hoy no me drogo” y mañana lo veremos cuando sea hoy. Lo mismo con la música: lucho contra los sueños porque me abruman. Pero estoy contento, están pasando lindas cosas.

No te voy a preguntar por planes a futuro entonces.

Mientras lo disfrute y me lo pueda permitir, quiero sacar una canción con videoclip por mes, pero hay que hacer todo un trabajo. Mis dos discos fueron etapas muy claras de mi vida y yo no sé quién soy como persona ahora mismo. Por eso estoy haciendo canciones, investigando. Para mí, un disco tiene que tener un hilo, un pienso, y yo estoy en una búsqueda. Arranqué el año pensando que iba a hacer un disco de reggaetón y de ahí sólo salió “Mala”, porque me di cuenta de que no aporto mucho haciéndolo. Creo que tiene que ver con el contenido. En mi opinión, La Vela Puerca, por ejemplo, reforzó mucho el concepto de amistad. Yo no sé qué concepto reforcé, espero que no sea uno malo.

Durante un show en la Trastienda Club, en Montevideo (archivo, agosto de 2022).

Durante un show en la Trastienda Club, en Montevideo (archivo, agosto de 2022).

Foto: Pablo Vignali / adhocFOTOS

En Aguafiestas creaste un personaje, “Dieguito La Amenaza”. ¿Puede volver?

En mi primer mes sin consumir escribí un poema de descargo que se llamaba “El rey está triste” y es una serie de puteadas que no riman. Un poco siento eso, Diego tiene que estar contento para que salga Dieguito La Amenaza. Además, Dieguito ya no se droga y no amenaza mucho. Ahora no puedo rimar con alcohol, que es un recurso que utilizaba. Tengo un montón de frases que tienen que ver con mi identidad y ya no puedo meterme en ese personaje que formé. La gente no se siente tan identificada si canto “fumando puchito, tomando Coca-Cola light”.

¿Te da miedo pensar en cómo respondería el público a canciones distintas?

No me da miedo cómo responda la gente. Me da miedo sacar algo de lo que no esté satisfecho.