Festival Paiarys es un evento que tendrá lugar este domingo de 13.00 a 17.00 en la sala Idea Vilariño de la Torre de las Telecomunicaciones (Guatemala 1075). Para rastrear los antecedentes de esta iniciativa, conviene saber que el comediante y músico Pablo Aguirrezábal lleva adelante una escuela de artes sociales llamada Paí y que, desde el año pasado, junto con la doctora Paula Díaz, desarrollan el centro de medicina integrativa Arys. Del encuentro de esas dos empresas y propuestas que trabajan la pedagogía y la salud integrativa surge el festival Paiarys, que se celebra este domingo.

En ese marco habrá una serie de muestras de talleres de canto, murga, coros, teatro y humor, tanto para adultos como para niños, y a las 16.00 se va a estrenar el espectáculo Me rindo, potenciá tu salud con humor. “Es una obra de teatro integrativa que hacemos Paula y yo”, cuenta Aguirrezábal.

“Somos una comunidad, pero somos, además, los directores de Arys y llevamos junto a un grupo esta gestión”, explica. Estiman que un centenar de personas desfilarán por el escenario, y también se podrá disfrutar de un rincón de pintura y de una tienda de alimentación saludable.

¿Cómo dialoga la ciencia y la medicina en este show? “Lo que pasa es que el arte es salud”, subraya Díaz, a su turno. “La medicina alternativa justamente une la medicina convencional con estas prácticas que promueven la salud, no sólo física sino espiritual, emocional, la conciencia, la autogestión, en la que el arte es una herramienta que ya está comprobado que mejora la calidad de vida, promueve la recuperación y previene las hospitalizaciones y la medicalización. Son todas prácticas que aportan al bienestar”. Hay que tomar esta representación en sí misma como “un acto de medicina integrativa”, coinciden sus hacedores.

Vale señalar que Aguirrezábal comenzó en su adolescencia componiendo canciones para luego sumarse a distintas murgas y, como recuerda, ahí descubrió el humor y sus posibilidades. “Ya el componer y el cantar me habían hecho despertar un ojo al mundo y además canalizar un montón de emociones. El humor me dio vuelta la vida, pero me la dejó igual parada en un lugar de goce, de entendimiento, de impulsos por la empatía, por el respeto al impacto que tenemos en el ambiente, en las otras personas y en uno mismo. Si uno no es un poco luz, por lo menos, es difícil que prenda otras lucecitas. Hace unos años, estando en varios medios de comunicación y en los escenarios, empecé a enterarme, de alguna manera, de que todo el recorrido que estaba haciendo era para impulsar una comunidad de seres que se cuiden, que aprendan a vivir sencillamente, que aprendan una escucha activa, a saber que acá todos y todas merecemos alegría y paz. Poder amplificar eso es lo que me llevó a crear una escuela y a compartir con Paula este centro”.

Díaz, por su parte, estudió medicina y se especializó en el área familiar y comunitaria, que se enfoca en la prevención y promoción de la salud, ya sea en la integral, del individuo, como la de la familia y la comunidad: “Trabajé en una policlínica rural, en Capilla del Sauce [al norte de Florida], donde promovimos ciertas acciones comunitarias, como un grupo de caminadores y corredores; también hicimos una ciclovía, con mojones, con toda la comunidad, armamos una biblioteca en la sala de espera (sacamos la tele) y otras cosas más. También me especialicé en medicina integrativa, en enfermedades inflamatorias, en diferentes herramientas que primero me aportan a mí, en este camino de autoconocimiento, para poder acompañar a las personas y seguir adelante con este gran propósito”.

En cuanto al público que se acerca al centro, Aguirrezábal describe que hay cierta diversidad: “De cualquier manera, ya la persona que viene a Arys dice ‘hay algo más que yo no estoy incorporando del todo, todavía’. Esto es una revolución tranquila, a veces invisible. Está conectada con el placer de encontrarse en este mundo. Entonces, a veces es lenta, no gritona. La gente que descubre que tal vez haya una llave aquí es la que ya se enteró de que el autoconocimiento es un poder enorme, que sin duda cada cual tiene su contexto, su coyuntura, su momento, su historia de vida, pero ya creer en sí mismo, en sí misma, es un arte enorme, y sin duda que el trabajo es muy de uno, pero tiene que ser en grupo”.

Agrega que la gente que va suele sentirse agotada y que por eso la obra de teatro se titula Me rindo. “Habitualmente quieren salir de ese piloto automático”, agrega Díaz. “Quieren empezar a tomarse un poco de tiempo para ellos mismos, y en general ya están medio cansados de la medicina convencional, que sólo medica o hace exámenes de sangre. Por eso muchos de ellos ya incluyeron en su vida una práctica natural, no invasiva, y quieren profundizar en eso”.

Me rindo tiene que ver con bajar barreras o, como dice Aguirrezábal, “con que a veces estamos chocando con una pared innecesaria. Empezamos a sentir que nos tensionamos, que repetimos programas que nos hacen daño, que queremos sí o sí eso, y no nos damos cuenta de que la vida nos está dando una oportunidad en otro lado. Tenemos simplemente que dar vuelta la cabeza o decir ‘esto lo suelto’”.

La obra, que va y viene de la ficción, muestra con humor una consulta de medicina convencional, pero además incluye momentos de canto y de interacción con la platea a través de ciertas prácticas integrativas. Para adquirir entradas hay que llamar al 092 110 404.