Testigo directo del horror, el jovencísimo diplomático Jan Karski (1914-2000), nacido en Lodz, de crianza católica, intenta entrevistarse con los poderosos para que detengan un plan sistemático de exterminio del pueblo judío. Arriesgó el pellejo, cayó prisionero de los soviéticos y de los nazis, fue torturado por la Gestapo, y luego hace su parte, denuncia lo que está sucediendo, pero el mensaje es subestimado o directamente no lo reciben. “El autor no cuenta más que lo que él mismo ha vivido, visto y escuchado”, escribe Karski (originalmente Kozielewski) en Historia de un Estado clandestino acerca de su rol de conexión, tras la invasión alemana a Polonia, entre el gobierno en el exilio y la resistencia.
El sábado pasado se estrenó Recuerde esto: la lección de Jan Karski, la primera puesta en escena en español de esta obra contemporánea estadounidense, escrita por Derek Goldman y Clark Young. Traducida y dirigida por Jorge Denevi junto a su hija Renata, confiere a Álvaro Armand Ugón un personaje comprometido, una historia de espionaje y de denuncia, para el lucimiento.
La única vez que el público ve al Karski real es al inicio del espectáculo, cuando es proyectado en pantalla un fragmento del documental Shoah (Claude Lanzmann, 1985) en el que, al recordar lo que sucedió 35 años atrás, atormentado, el activista no puede evitar echarse a llorar, se levanta y sale de cuadro. Desde el proscenio ingresa entonces Armand Ugón.
El equipo que integran además Alfredo Leirós y Eduardo Guerrero utiliza recursos sonoros y lumínicos, respectivamente, para dibujar climas y épocas, con un desplazamiento del actor por cada rincón del escenario, y del escritorio que lo ocupa, mínimo mobiliario además de una silla, que junto a un par de cartas y un traje y una corbata que acomodará según las circunstancias, serán todos los apoyos para una actuación contenida e intensa, física y en susurros.
Como El fantasma de la Navidad pasada de Dickens, la dramaturgia recrea en este caso el penoso peregrinar del protagonista por una Europa en guerra, adentrándose en sus puntos rojos. Visita el gueto de Varsovia y después entra clandestinamente en un campo de concentración. Minutos antes el monólogo habrá descrito la placidez que se vivía en Auschwitz cuando no sabía de bombardeos y ese nombre todavía no era sinónimo de masacre.
Una bailarina se prefigura entre el efecto de humo y la mirada encandilada de un jovencísimo Karski que, aun consciente de la degradación que se vivía, todavía podía apreciar la belleza de quien sería años más tarde su esposa. Armand Ugón encuentra las inflexiones para transmitir la esperanza mesurada del Karski que todavía confiaba, de la voluntad que puso para hablar personalmente con Franklin Delano Roosevelt en la Casa Blanca, en 1943, y del Karski abatido, que nunca volvió a Polonia.
Desde la Universidad de Georgetown, donde Jan Karski fue profesor de Ciencias Políticas durante décadas (Bill Clinton fue uno de sus alumnos), Derek Goldman y Clark Young quisieron homenajearlo en el centenario de su nacimiento. La tesis de la pieza es que hay dos clases de persona, que la negligencia no debería ser una opción, que pudo haberse frenado el holocausto. Recuerde esto es un “nunca más” de dolorosa vigencia, una alarma del pasado que resuena hoy. “Creo que el reconocimiento del fracaso”, sostuvo Young en una entrevista con MC Theatre Guide, “es el primer paso en el largo viaje para procesar el trauma y efectuar un cambio”.
Recuerde esto: la lección de Jan Karski, en la sala China Zorrilla del teatro Alianza los sábados a las 21.00 y los domingos a las 19.30. Entradas en Tickantel y boletería a $ 700.