No quiero ser aguafiestas, pero dentro de Saturday Night Live, el famoso programa de sketches que lleva 49 temporadas al aire, hay segmentos que no son en vivo. Históricamente hubo parodias de publicidades, tráileres, animaciones y otros espacios que por su producción eran imposibles de llevar a cabo en tiempo real, pero en ocasiones también se incorporaron pequeños grupos de comediantes (troupes) que contribuían con espacios de humor.
Entre 2005 y 2010 el programa contó con la participación de The Lonely Island, el trío formado por Andy Samberg, Jorma Taccone y Akiva Schaffer, quienes llegaron a tener más notoriedad que el programa con la viralización de los clips de temas como “Dick in a Box”, “I’m on a Boat” o “Jack Sparrow”. Y desde 2021 algo parecido ocurre con otro trío, aunque sus videos suelen apostar al humor de espacio de trabajo antes que al musical.
Se trata de Please Don’t Destroy, formado por Ben Marshall, John Higgins y Martin Herlihy, quienes, al igual que sus antecesores, ya probaron armas con un divertido largometraje, aunque aclaro de antemano que este no llega a los niveles de maravilla de Popstar: Never Stop Never Stopping (una de las comedias más graciosas de los últimos tiempos).
En este caso, la película que puede verse en HBO Max se llama Please Don’t Destroy: The Treasure of Foggy Mountain, traducida simplemente como El tesoro de la montaña, y tiene a los PDD como tres eternos adolescentes que encuentran la excusa perfecta para escapar a sus obligaciones y (quién te dice) hacerse multimillonarios.
Ben, John y Martin viven juntos, trabajan juntos y pasan el resto del tiempo también en compañía del resto del grupo. Son unos tontos adorables, bastante inofensivos, que superaron el cuarto de siglo pero se niegan a asumir las responsabilidades del mundo adulto. En el estado en el que se encuentra el mundo adulto, es fácil comprender la actitud de estos tres.
Están empleados en una casa de artículos para camping y otras actividades al aire libre, propiedad del padre de Ben, interpretado por un Conan O’Brien al que le dejan jugar con su (brillantemente limitado) histrionismo. Mientras Ben intenta ser el heredero con el que sueña su padre, Martin se convierte al catolicismo para impresionar a su novia y John sólo siente que el trío se está separando de una vez y para siempre.
La excusa para mantenerse unidos al menos por una última aventura será un mapa del tesoro que promete llevarlos hasta un busto de María Antonieta valuado en 100 millones de dólares. Está escondido en medio de un parque (con montaña incluida) y hacia allí partirán para encontrarlo. De nuevo, El tesoro de la montaña no pasará a la historia entre las mejores comedias del siglo XXI, pero en 92 minutos tiene bastante humor y una trama no tan predecible como podría ser (el busto aparece a la mitad de la película).
Hay tiempo para una historia de amor, para escuchar a John Goodman haciendo la voz en off y para disfrutar por un ratito a Bowen Yang, uno de los jóvenes talentos de Saturday Night Live, aunque ya lleva unas cuantas temporadas al aire. Dentro del absurdo todo funciona, excepto el momento del cliché en el que por unos minutos la codicia es más fuerte que la amistad. El balance es positivo.
Además, al final de cuentas, esta clase de películas queda en la memoria por sus mejores gags, y de esos se pueden rescatar unos cuantos, sin spoilear los chistes porque eso sería de pésimo gusto. Pero quedaron en mis retinas (y mis tímpanos) escenas como las del mago en el evento escolar, la del táser o la aparición de una joven celebridad durante el zafarrancho final, que son suficientes como para recomendarla para una tarde de fin de semana.
Please Don’t Destroy: The Treasure of Foggy Mountain. 92 minutos. En HBO Max.