En el verano de 1996, una serie de potentes tormentas asolaron la ciudad y el estado de Río de Janeiro, provocaron tremendas inundaciones y dejaron un saldo de 58 muertos y más de 50.000 damnificados, en particular en zonas pobres como las favelas. La ciudad no era extraña a este tipo de problemas climáticos, pero se vio sorprendida por la potencia de las lluvias, que alcanzaron 245 mm de agua en la que sería una de las mayores tormentas de la historia.

En el marco de tanta agua se ambienta Abrazo de madre, la nueva película brasileña que llega a Netflix, y sus protagonistas son ―lógicamente― bomberos. El punto de vista será el de Ana (Marjorie Estiano), una bombera joven que regresa al servicio activo luego de que un ataque de pánico la paralizara durante otro operativo.

Al inicio de la película, asistimos a parte del pasado de Ana y su relación con su madre, aspectos que serán fundamentales para comprender al personaje, cómo se comporta y, en especial, cómo todo esto se potenciará durante la fatídica tarde/noche en la que los bomberos acuden a responder el llamado en medio de la tormenta en un residencial de ancianos.

El pequeño equipo de bomberos ―nuestra protagonista, un compañero, un superior y el chofer― se reporta en un caserón apartado, donde les aseguran que desde allí no han llamado a nadie. Sin embargo, las condiciones edilicias aparentan ser lamentables y muy vulnerables a las evidentes inundaciones que se vienen, por lo que los bomberos realizan una inspección de rigor que tienen por seguro que devendrá en evacuación. Pero a medida que recorren la siniestra casa ―ante la mirada impávida de los ancianos ocupantes, quienes casi no parecen reparar en ellos― las cosas irán pasando de castaño a oscuro, porque ese lugar alberga algo terrible.

No conviene entrar en más detalles frente a la nueva producción de Cristian Ponce, una de las voces más interesantes del cine de género en América Latina. Responsable de la estupenda Historia de lo oculto (que también se encuentra en Netflix) y de la serie animada La frecuencia Kirlian, y aquí hace su debut internacional como director y coguionista (junto a André Pereira y Gabriella Capello) en una producción brasileña que cuida primorosamente todos los detalles (el entorno y los efectos son de primera calidad).

Muy climática en su elaboración, la película aprovecha la mencionada premisa carpenteriana (la referencia al maestro del horror es evidente cuando los bomberos pasan frente a un parque de diversiones llamado João Carpinteiro) para desarrollar un relato que remite al horror cósmico de Lovecraft, a la locura y a la supervivencia más elemental, a medida que Ana deba enfrentar miedos propios y los que le genera la propia residencia.

Cabe advertir que no se trata de uno de esos argumentos que estiman necesario atar todas sus puntas, sino que, por el contrario, espera mucho de su espectador, quien debe poner de sí lo necesario para cerrar la historia, sobre todo a la hora de explicar lo que sucede y por qué. Con eso en mente y estando bien dispuestos, encontraremos una narración en la que todo funciona y deja un sabor de boca muy inquietante, como las buenas películas de horror siempre deben hacer.

Abrazo de madre (Abraço de mãe). 91 minutos. En Netflix.