La explosión de las telenovelas, por los años 1960, acercó a las familias historias que, más allá de sus giros rebuscados, decían algo acerca de la evolución de las relaciones amorosas de la época. A pesar de que era un género bastardeado, capturaba la atención popular, sobre todo de las mujeres amas de casa, porque había algo real y vívido en esos “culebrones”. La película Romper el círculo tiene mucho de aquellas telenovelas de amor, pero también toca aristas bastante oscuras y complejas, como la violencia de género.

Basada en la novela de Colleen Hoover It Ends With Us (2016), superventas de ficción sobre el trauma que significa la violencia hacia la mujer, el film está dirigido por Justin Baldoni, quien es además uno de los protagonistas. Su trama aborda la historia de Lily Bloom (Blake Lively), una emprendedora que sueña con tener su propia florería, y Ryle Kincaid (Baldoni), un neurocirujano demasiado perfecto y encantador para ser verdadero. Ambos se conocen de forma casual en la azotea de un edificio en Boston cuando Lily visita la ciudad por el velatorio de su padre. La clásica chispa del amor repentino se prende y comienza un romance aparentemente perfecto. Todo se verá alterado cuando Atlas (Brandon Sklenar), una expareja de Lily, reaparezca en escena y revele una grave realidad.

Narrada en dos líneas temporales, vemos parte de la historia de violencia de Lily a través de flashbacks que la muestran en su adolescencia, cuando se hace amiga de Atlas, un adolescente sin hogar que vive en un edificio abandonado al lado de su casa. Ese intenso romance juvenil crece a la sombra del padre abusivo de Lily, quien atacaba a su madre Jenny (Amy Morton).

El ritmo de la película oscila con inteligencia entre un inicio lento, que muestra el pasado de violencia familiar y el casi imperceptible aumento de la manipulación de Ryle sobre Lily. Luego pasa a las potentes y traumáticas escenas de agresiones que ella empieza a sufrir, que representan con crudeza la omnipresencia de la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres cuando se perpetúa el abuso en ciclos generacionales. Aparece el profundo efecto en la psiquis femenina y la autoestima de la violencia emocional y física, así como la tensión constante a la que son expuestas las mujeres abusadas, que son sistemáticamente responsabilizadas por lo que les pasa. El resultado interpela el amor romántico como pantalla de pareja perfecta y la idea del hombre “salvador”.

Hay algo interno en Lily que parece irse apagando, y el espiral de abuso y culpa no le permite alejarse luego de la primera señal. Vemos cómo una Lily efervescente y llena de vida se transforma en una mujer muerta de miedo, y su transición de mujer segura de sí misma a víctima temerosa y angustiada es interpretada excepcionalmente por Lively, quien ofrece una actuación genuina y orgánica en el que quizá sea el papel más complejo de su carrera. Al mismo tiempo, el hipnótico y carismático Ryle muta hacia un varón iracundo y agresivo, mientras que el círculo de Lily pasa de la negación a la sororidad activa y al sostén familiar.

Romper el círculo es una representación emotiva y efectiva de la violencia de género y de cómo encontrar la fuerza para superarla. Es sensible, directa y no romantiza al agresor. Sus actuaciones y dirección permiten que la experiencia de Lily empodere a las sobrevivientes. La autoaceptación y la autoestima son tratadas con el tono que se merecen, dejando la sensación de que no es una historia de amor pasional que terminó mal, sino una historia de cómo amarse a una misma.

Romper el círculo. 130 minutos. En Netflix.