“¿Alguna vez consideraste cuánto tiempo perdiste en la vida haciendo pis? Podrías haber aprendido algo durante ese tiempo”. Esa reflexión, sobre la nimiedad más cotidiana posible, pero que connota una ansiedad filosófica (por el uso del tiempo), sólo puede salir de la boca de Larry David. Y así lo hace, en el sexto capítulo de la nueva y última temporada de Curb Your Enthusiasm, la sitcom que protagoniza y que terminó para siempre hace pocos días. Que sea el final de verdad no es un dato menor, ya que la serie empezó en el muy lejano octubre de 2000, en la época dorada del cable, cuando HBO estaba a la vanguardia de las series (poco antes se había estrenado Los Soprano, por ejemplo, que hace rato está en el Olimpo de la televisión legendaria).
Por si hay personas neófitas: David y Jerry Seinfeld -comediantes judíos neoyorquinos y neuróticos que se entienden tan sólo con mirarse-, crearon Seinfeld (1989-1998), un mojón inmenso en la historia de las series de comedia estadounidenses, que tuvo como regla de oro “sin abrazos, sin aprendizajes”, y se ganó el mote de ser una sitcom “sobre la nada”, por darles infinitas vueltas a los asuntos más simples de la vida cotidiana.
Excepto en las últimas dos temporadas, Larry fue la cabeza creativa de Seinfeld, el productor ejecutivo y principal guionista. A principios del año 2000, cuando ya pasaba los 50 años, aprovechando las libertades que da una cadena de cable comparada con la televisión abierta, el desgarbado comediante creó Curb Your Enthusiasm, que es como Seinfeld al cuadrado, y la protagonizó de la misma forma en que en la serie anterior Jerry Seinfeld encarnó una versión ficcionada de su verdadero ser.
Curb..., con sus capítulos más largos que el promedio -de media hora como mínimo, y no los clásicos 22 minutos-, la ausencia de risas y de un guion estructurado, con la improvisación de los actores como motor, se transformó inmediatamente en otra serie ineludible. Su lema siempre fue burlarse de cualquier límite que intente trazar la intelligentsia de lo políticamente incorrecto, desplegando así una densa artillería para todos los gustos que da en el blanco de lo incómodamente gracioso (un solo ejemplo: Larry pone en duda que un veterano de guerra japonés haya sido un verdadero kamikaze, ya que sobrevivió...).
La mirada perspicaz y paranoica, el mantra “pretty, pretty, pretty, pretty good”, la manía por poner en duda desde la más chica hasta la más grande convención social, la ansiedad anticipatoria por las incomodidades varias que implica vivir en sociedad, etcétera, no hacen otra cosa que demostrar que el neurótico siempre está ocupado armando su equipaje para un viaje que nunca hace, como decía Jacques Lacan. Todo esto, adornado con piezas de música clásica, que le dan un aire de vodevil no tan yanqui, y así fue que se hizo meme su música principal, la tana y circense “Frolic”, compuesta por Luciano Michelini para la película La bellissima estate (1974).
En la temporada final, Larry vuelve a hacer de las suyas tratando de separarse de su novia, con la que seguía sólo porque el tipo de Alcohólicos Anónimos le dijo que espere que complete el tratamiento para dejarla. También tiene un momento incómodo con Ken, que antes, cuando tuvo sexo con Larry, era Kendra, lo que lleva a una discusión sobre si en realidad también tuvo sexo con Ken. Esto ante la perpleja mirada del músico Bruce Springsteen, con el que discuten por la posesión de los vasos de agua, que termina con Larry contagiando de covid al rockero y haciendo suspender su gira de despedida, lo que enciende la ira de los fans. Las situaciones incómodas van floreciendo a lo largo de cada capítulo y al final se entrelazan como un contrapunto de Bach.
Pero la serie ya debía terminar, no porque deje de ser graciosa, sino porque Larry tiene 76 años, y si bien ya a los 50 parecía de esa edad, la biología venía haciendo lo suyo con los demás actores de la serie. De hecho, el comediante Richard Lewis, que murió hace pocas semanas, y estaba desde el inicio en la serie, en los nuevos capítulos luce bastante desmejorado y da cosita verlo haciendo el esfuerzo de actuar. (En 2019 ya había fallecido Bob Einstein, que hacía de Marty Funkhouser, uno de los personajes más divertidos de la serie). Pero el que sigue como siempre es el personaje Leon Black (interpretado por JB Smoove), que irrumpió en las últimas temporadas como compinche de Larry, y le devuelve el comentario sobre la orina y el tiempo diciéndole que el que invente un auto que funcione sólo con pis se hace millonario.
El final de los finales
“Tengo 76 años y no aprendí una sola lección a lo largo de toda mi vida”, le dice Larry a un niño en el último capítulo de la serie, que se llama, claro está, “sin lecciones aprendidas”. En casi una hora, la intertextualidad con Seinfeld y las autorreferencias a Curb... llegan al paroxismo, como en esas casas de espejos en donde todo se refleja infinitas veces.
El final de Seinfeld, estrenado el 14 de mayo de 1998 y escrito enteramente por Larry, divide las aguas hasta hoy. Hay quienes lo colocan como uno de los peores cierres de una serie, e incluso los protagonistas de la sitcom han hecho chistes al respecto. Por una de esas leyes absurdas que siempre hay en algunos de los 50 estados yanquis, los cuatro protagonistas de Seinfeld terminan en un juicio por el que desfilan varios de los personajes secundarios más memorables -y graciosos, como “el nazi de la sopa”- para atestiguar contra ellos por ser egoístas, neuróticos, misántropos y así. La escena final los tiene a los cuatro adentro de una celda.
Como Seinfeld era una serie que eludía el devenir narrativo estándar, no podía terminar con que este se casó con aquella, tuvieron hijos, compraron una linda casa, adoptaron un perro y todo eso, por lo tanto, no fue un error que cerrara con una especie de repaso de los grandes éxitos -personajes y situaciones- de sus nueve temporadas.
Y Curb..., como tiene el mismo espíritu anárquico de su antecesora, dejaba la misma interrogante en el aire: ¿cómo podía terminar? Larry no anduvo con vueltas: otra vez un juicio, gracias a alguna de esas leyes absurdas, por el que ahora es él quien termina en la silla de los acusados, dando pie -otra vez- a un desfile de los más emblemáticos personajes a los que les jodió la vida, con flashbacks para recordar la escena exacta.
La referencia del final de Curb... al cierre de Seinfeld es implícita y explícita, ya que Leon le cuenta a Larry que se puso a ver aquella legendaria serie, pero que le faltaba el final, y leyó que lo habían arruinado. Obviamente, el mismísimo Jerry Seinfeld asiste al juicio, en el que finalmente Larry es condenado. Hasta ahí, el cierre es un calco al de Seinfeld, pero gracias a unas volteretas de procedimiento, Larry termina siendo liberado, y cuando sale de la celda le dice a Jerry que así tendrían que haber terminado Seinfeld, en la matrioshka definitiva de las autorreferencias. Entonces, así se cierra un ciclo de 35 años, que empezó el 5 de julio de 1989, cuando se estrenóSeinfeld. Si sumamos los capítulos de ambas series, da 300, y en ninguno aprendimos una sola lección, pero nos matamos de la risa.
Curb Your Enthusiasm, temporada 12. Diez episodios de aproximadamente media hora. En Max.