El viernes se estrenará El mandado del tatú en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional Adela Reta. La obra, que reúne al Coro Nacional de Niños y el Coro Nacional Juvenil y cuenta con la participación del Conjunto Nacional de Música de Cámara, está basada en el cuento de la escritora e ilustradora Verónica Leite, que se publicó en 2000.

Inscripto en la tradición de ofrecer historias encarnadas por animales, realza la amistad y la solidaridad del tatú Octalicto, que no mide esfuerzos ni calcula riesgos al intentar ayudar a su tío que está enfermo. Con un humor delicado, la autora echa mano de un malentendido lingüístico para desarrollar una pequeña historia que, en su versión libro, tiene el tono exacto del cuento para niños pequeños: es concreto, emocionante y con un final en el que el alivio viene acompañado de una sonrisa.

Con respecto a la decisión de llevar a escena este texto, Víctor Mederos, director musical de la obra, dijo a la diaria: “Conocimos este libro hace mucho tiempo. Diferentes circunstancias hicieron que Juan Asuaga nos presentara el proyecto de llevarlo a escena. Si bien él ya tenía textos y música preparados, estimamos conveniente proyectarlo aún más y decidimos generar una nueva dramaturgia y componer algunos números musicales, además de ampliar la instrumentación. Aquí entra en juego Israel Adrián Caetano, con quien venimos trabajando en otros espectáculos [con La Principesa obtuvieron el año pasado el Florencio a espectáculo multidisciplinario y a ambientación sonora], para los nuevos textos y la dirección escénica. Quien nos acompañará también en esta ocasión es el Conjunto Nacional de Música de Cámara, que sin dudas viste con nuevas sonoridades a la obra. Siempre es un desafío que al generar una historia actuada a la vez de cantada no se pierda la esencia del texto original”.

La autora del cuento, Verónica Leite, agrega: “Había una vez un papá que le leía cuentos a su hija, de unos cinco o seis años, y aunque tenían muchos, ella siempre le pedía que le leyera el mismo. ‘¿Otra vez el del tatú?’, le decía el papá. ‘Sí, otra vez’. Y así pasaban los días con el tatú, el papá y la nena, leyendo el cuento, disfrutando juntos, riéndose, compartiendo ese rato de ternura en la noche. Resulta que ese papá, Juan Asuaga, es músico, es compositor, y esas emociones las transformó en lenguaje musical y escénico con el mismo espíritu del libro, la misma tonalidad y hasta la misma tónica”.

Así, esa obra original se presentó en 2017 en el teatro Politeama de Canelones y fue la semilla de esta puesta, con más escenas y la inclusión de un cuarteto de cuerdas, entre otros cambios, tal que detallaba Mederos. En manos del equipo del Sodre –en ese concepto están incluidos todos los ítems que abarca el espectáculo–, se transforma en una opereta en la que se destaca la participación de las niñas, niños y adolescentes que integran el coro infantil y el juvenil. La ficha técnica reúne nombres de la talla de Juan Asuaga a cargo de la música, Caetano, –más conocido por su obra cinematográfica y que recientemente dirigió La gayina, basada en “La gallina degollada”, de Horacio Quiroga–, en la dramaturgia y dirección escénica, Mederos en la dirección musical, Irene Willat en la producción y Selma Gutiérrez como stage manager. La totalidad del trabajo de producción y realización estuvieron a cargo de los talleres del Auditorio.

“Verdaderamente el trabajo en el Auditorio es muy amable y fluido. Irene Willat, que es quien oficia de productora, articula con las diferentes áreas todo lo necesario para el desarrollo de las diferentes tareas. Recordemos que es muy amplio el espectro de necesidades. Desde telones, caracterización, vestuario, o sea, todos los talleres del Auditorio generamos una bella mancomunión y sinergia para que las producciones luzcan en real esplendor”, destaca Mederos.

Tanto la participación de los cuerpos infantil y juvenil del Sodre como el género opereta permiten un acercamiento muy significativo al público al que se dirigen. “Toda instancia, partiendo de cada ensayo, es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Con esto quiero decir que lo formativo siempre está presente. Todas las propuestas trabajan una arista diferente para brindar los mayores soportes para la edificación de los conocimientos adquiridos por nuestros niños y jóvenes. En este caso, la opereta permite el abordaje de diferentes herramientas escénicas y musicales, a fin de que la obra adquiera un justo valor artístico”, comenta Mederos.

Es bienvenida esta puesta fuera de la habitual temporada en las semanas de vacaciones escolares de invierno, momento del año en el que se acumula una oferta de actividades para niñas y niños inabarcable, que contrasta con un panorama bastante menos generoso con ese público en otros momentos del año. El mandado del tatú podrá verse del 19 al 21 de abril y, consultado por la posibilidad de una reposición, Mederos respondió: “Por filosofía de trabajo, tratamos de no repetir programa. Eso nos mantiene en un círculo permanente de creatividad para generar proyectos artísticos que sean formativos a la vez que interesantes para el público que nos acompaña. Si decidimos en algún caso volver a poner en escena un título ya realizado, es porque ha sido de resonancia en quien lo ha visto y ha generado la solicitud en una masa importante para la reposición. Con esto digo que en principio pensamos que luego de estas funciones seguiremos avanzando en nuevas propuestas artísticas”.

Foto: Hebe Valla, difusión.

Foto: Hebe Valla, difusión.

El director musical destaca “el involucramiento de diferentes expresiones artísticas en pos de esta producción”. “Somos más de 200 personas entre actores, músicos cantantes y músicos instrumentistas en el escenario. Realmente la sala Hugo Balzo se vestirá de fiesta para que Octalicto, su abuelo, su mamá y un médico cuenten la historia de El mandado del Tatú”.

Leite se manifiesta agradecida a todo el equipo técnico y a cada uno de quienes participaron y comenta sobre la obra: “Es una maravilla, una cosa celestial. Hay casi 200 personas en el escenario, muchos de ellos jóvenes o niños. Yo estoy fascinada: tener una obra que sea germen de nuevas creaciones de otros creadores es de las cosas más alucinantes que te pueden pasar. Escuchar un coro de niños es muy conmovedor. La melodía es muy acorde con el libro, tiene algo muy alegre, muy naíf, muy fresco. Es todo muy armonioso. Por otra parte, para nuestro momento cultural –la LIJ tiene un desarrollo sostenido en el tiempo–, es una cosa muy linda que un libro se transforme en una obra musical. Y ni hablar del espacio físico: es una moña dorada para esto, es una fiesta”. Por otra parte, destaca: “Uno ve lo que sucede en un coro que está formado por niños que no se conocían previamente, que tienen el objetivo de cantar juntos y de trabajar sus voces y conocer distintas músicas, y la riqueza que tiene eso no tiene precio, y la salud que genera en los niños y en sus familias es un tesoro. Celebro que haya niños haciendo arte con adultos que los puedan guiar correctamente”.

El mandado del tatú, en la sala Hugo Balzo del Sodre, el 19 de abril a las 20.00, 20 de abril a las 17.00 y a las 20.00 y 21 de abril a las 18.00. Entradas a $ 450 en Tickantel.


Palabrerío para escribir jugando

Bajo ese título, la escritora Lorena Hugo ofrecerá el sábado 20 a las 16.00, en la sala Lazaroff (Intercambiador Belloni), un taller para niñas y niños en edad escolar. La actividad es gratuita y el cupo es limitado. “En este taller les invito a escribir jugando. Nos acercaremos a las palabras rimadas, las inventadas, las grandotas, las chiquitas, las olorosas, las que traen imágenes en colores, las que invitan a contar, las difíciles de pronunciar, las pesadas, las livianas, las que decimos siempre, las que no usamos mucho, las que nos entibian, las que nos gusta repetir, las que se oponen y todas las que se nos ocurran”, invita. Las inscripciones se pueden hacer escribiendo al correo electrónico [email protected] o comunicándose con el 099 612 009.

El otro día en la escuela

Así se llama el taller literario que María José Burguez dará los sábados, de 11.00 a 13.00, en el Castillito del Parque Rodó (Julio Herrera y Reissig esquina Gonzalo Ramírez). “Un taller literario es una experiencia colectiva que está rellena de palabras pero también de ilustraciones, voces, ideas, risas y, por qué no, debates, abrazos, tristezas, lápices, tijeras, recuerdos, colores, hojas y cascola”, define. “Si tenés entre ocho y 11 años y te interesa juntarte a escuchar y a contar historias de esas que pasan en torno a la escuela, te espero”, invita. El taller es gratuito y va de abril a setiembre. Las inscripciones se reciben en el correo electrónico [email protected].