Diego y el secreto de la aviadora, de Alicia Escardó. 96 páginas. $ 490. Fin de Siglo, 2024.
Con las vicisitudes de la biografía de la poeta uruguaya Susana Soca, en esta novela recién publicada por Fin de Siglo la escritora Alicia Escardó (La ventana de enfrente, El chico que se sentaba en el rincón, La muerte de Pan, con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2019) va desenvolviendo una trama en la mejor tradición de las “historias de misterio” de la literatura infantil y juvenil. En Diego y el secreto de la aviadora se entrelazan el presente del protagonista, un niño de diez años que inesperadamente se muda al medio de la nada con su madre, que guarda un secreto sobre una preocupación que la ensombrece, y el misterio que se va develando tras conocer a una vecina y a un amigo muy particulares.
La mudanza, junto con las preocupaciones y las dificultades que pudiera representar adaptarse a un lugar nuevo, le da a Diego la posibilidad de explorar, de acceder a un mundo que se abre ante sus ojos lleno de interrogantes. Uno de los puntos de interés de la novela es la manera en que se va develando información, lo que mantiene en vilo, movido por el motor de la curiosidad, al lector y, cada uno en su medida, a los personajes. La solidez de Diego y el secreto de la aviadora radica también en la construcción de unos personajes definidos y entrañables que se van conociendo y revelando unos a otros con el correr de las páginas.
La articulación de datos históricos –la correspondencia entre Susana Soca y el escritor Boris Pasternak, la colaboración de la uruguaya para que el ruso, proscripto y perseguido por el estalinismo, pudiera publicar fuera de la URSS su novela, la decisión de su madre, ante la trágica muerte de la joven escritora, de la capilla que lleva su nombre en la localidad canaria que lleva su apellido en honor a su padre, el doctor Francisco Soca– con una ficción en la que está presente el elemento fantástico de la mano de la cotidianidad de los personajes, es un punto alto de la novela, que abre la puerta a numerosas preguntas y, por qué no, a seguir explorando en torno a la vida de esta gran artista uruguaya.
Ana Zap, de Virginia Brown con ilustraciones de Viviana Garofoli. Criatura, 2024. 88 páginas. $ 540.
Si hay un universo en el que Virginia Brown se siente como pez en el agua es el de la narración y los elementos extraídos de los cuentos tradicionales. Personajes como reyes, princesas, hadas y brujas suelen darse cita en sus historias, actualizados –en el mejor sentido del término–, revisitados, transformados. La autora del bellísimo Cuando el temible tigre, Así reinaba el rey reinante, Manual de belleza animal y Una tarde de verano el elefante, entre muchos otros, ha sostenido una sólida trayectoria en la que ha ganado numerosos premios y, sobre todo, ha ido construyendo una voz muy definida, en la que la fantasía y el humor van de la mano.
Ana Zap es una de sus relativamente escasas novelas –la mayor parte de sus libros son álbumes en los que ha trabajado con ilustradores como Matías Acosta y Denisse Torena, y en muchos casos en una potente pareja creativa con Valentina Echeverría– y, afortunadamente, vuelve a ser publicada, esta vez en edición de Criatura, tras una larga década transcurrida desde su publicación original por el sello SM, por la que fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura en 2012.
En esta novela la autora transita algunos de sus temas preferidos a través de las vicisitudes de una protagonista muy especial. Ana Zap es una niña bruja que se dispone a escribir un diario que va de la A a la Z, como las iniciales de su nombre y apellido. En esas páginas cuenta sobre la escuela, los amigos, las exigencias de los adultos y, por supuesto, la magia. El juego de palabras del título –que es también el del nombre de la protagonista– me lleva a la Anina Yatay Salas de Sergio López Suárez, y –arriesgo– ambas bien podrían formar un tridente de niñas protagonistas disruptivas y encantadoras junto con Mayte, la protagonista de Pateando lunas, de Roy Berocay.
En los breves capítulos de esta novela vamos conociendo a la protagonista a través de su propia voz, en una primera persona deliciosa en la que Brown da paso a la pequeña bruja de diez años para contar una historia de amistad y autonocimiento que es también una reflexión en torno a la escritura como posibilidad de registro y de construcción de la historia personal. Hay momentos desopilantes y conmovedores, en una narración genuina cuya constante es la honestidad.
Reír en serio, de Diego Bianki. Amanuta, 2024. 40 páginas. $ 990.
“Reír en serio”, enunciado que da título a este nuevo libro de Diego Bianki como autor integral, plantea una aparente contradicción al poner en juego la risa y la seriedad, pero al mismo tiempo, de la mano del coloquialismo, define una forma de reír honesta e incontrolable, “de verdad”.
En esa clave, este libro en el que la ilustración, por supuesto, es relevante plantea un enigma: ¿por qué todos se ríen?, ¿qué es lo que hace que cada persona que se cruza el protagonista en su jornada no pueda evitar la carcajada? El trayecto del papá de Sara a su trabajo, y toda su jornada laboral hasta regresar a su casa por la tarde, transcurre igual que siempre, en su rutina aparentemente inalterable, pero a medida que pasan las horas –y las risas– se siembra la pregunta: ¿de qué se ríen? Y no será hasta el final que se devele el misterio.
El cuento transcurre en dos tiempos: por un lado, la risa contagiosa que aparece como un elemento disruptivo que cambia el día y lo hace singular, las reflexiones de Roberto en torno a esto (“Pensaba que la risa era como el trinar de los pájaros: un regalo de la naturaleza”) y las distintas cosas que va descartando como posibles causas; por otro, lo que ocurre a pesar de la risa, la realidad porfiada del mundo que por un momento logra ensombrecer el día y el ánimo.
Al llegar al final y cerrar el círculo de la historia, el título cobra un nuevo sentido: reír en serio plantea como su verdad la seriedad de la risa, su relevancia como motor de cambio. En las ilustraciones de Reír en serio, que fueron seleccionadas para la Exposición de Ilustración de la Feria del Libro de Bolonia 2024, hay una fuerte apuesta por el color –colores definidos, saturados, con predominancia de los básicos– y por figuras abigarradas que se distribuyen en la página invitando a acercarse y mirar, y a reparar en los detalles, en lo pequeño y singular.
Para agendar
Sábado y domingo habrá jornadas de juegos de mesa. En el atrio, un equipo de demostradores mostrarán una gran variedad de juegos Devir para todas las edades y para todos los gustos. Por otra parte, en el entrepiso se desarrollará el torneo nacional de Red Cathedral, del que saldrá el campeón nacional que representará a Uruguay en el Mundial, que tendrá como sede la ciudad alemana de Essen.
Este sábado a las 15.00 en el salón Dorado, Marcos Vázquez conversará con sus lectores sobre su novela Te ama, León. La actividad está recomendada para mayores de 14 años y contará con la participación de los integrantes de los clubes de lectura juveniles Lazos & Palabras e Irekah. A las 16.00 en el salón Rojo será la presentación de Un pequeño misterio en el bosque, el libro de la bióloga Alejandra Cravino, Gastón Gerpe, Enrique González, Martín Otheguy y la ilustradora Arianna León Uberti, en el que se presenta el resultado de una minuciosa investigación sobre un pequeño, desconocido y amenazado roedor, un ratoncito arborícola de nariz naranja que fue encontrado en Durazno.
El domingo a las 15.00 en el salón Rojo Caszacuento y Alma Murguera, dirigidos respectivamente por Niré Collazo y Freddy Bessio, presentarán un espectáculo escénico en el que se combinan cuentos y canciones. A las 16.00 en el salón Dorado, Horacio Cavallo presentará En el corazón del río, con ilustraciones de la argentina María Elina y publicado por la editorial chilena Muñeca de Trapo. El autor estará acompañado por la directora editorial Macarena Morales Findel en la actividad.