Publicada en 1844 y con suficientes aventuras, cuitas y vueltas de tuerca como para paralizar el corazón de los lectores a lo largo de dos siglos, la novela Los tres mosqueteros fue razonablemente dividida en dos cuando el director Martin Bourboulon se sumó a quienes la han adaptado a la pantalla. Así, el año pasado tuvimos D’artagnan y este –con un pasaje brevísimo por cines y ahora recalando en Netflix– tenemos Milady como continuación de la inmortal historia de Alejandro Dumas.

¿Dónde habíamos quedado? Los manejos del malvado cardenal Richelieu (Eric Ruf) para sacar del camino al limitadito rey Louis XIII (Louis Garrel) pusieron en juego una serie de conspiraciones, robos y traiciones que terminan valiendo sangre y muerte para aquellos que las ejecutan o tratan de evitarlas. Particularmente, para D'artagnan (François Civil) y sus tres amigos mosqueteros Athos, Porthos y Aramis (Vincent Cassel, Pio Marmaï y Romain Duris), que enfrentan a la principal agente del cardenal, Milady de Winter (Eva Green), quien parece particularmente capaz de todo.

Allí donde la primera entrega quedaba algo corta, demasiado concentrada en D’artagnan, esta segunda mitad encuentra espacio para desarrollar cosas nuevas e inesperadas sin dejar nunca de adaptar la novela. Particularmente, para ambientarla muy precisamente en su marco histórico –1625 y la revolución de los hugonotes– con la guerra contra Inglaterra representada de manera franca y explícita en una serie de batallas que serán notables set-pieces de acción.

Así, aunque uno sabe por dónde irán las vueltas de tuerca, continuamente pasan cosas que no están o no ocupan importancia en la novela, lo que logra mantener a bordo tanto a aquellos que buscan una adaptación fiel como a los que buscan una mirada fresca sobre un relato manido y muy transitado. Ciertas circunstancias de la novela, además, se muestran de manera diferente para reinventar al personaje de Milady (lo que se agradece).

Quizá por esas variaciones del relato original es que los secundarios encuentran mucho más espacio que en la anterior película, y tanto Athos –un Cassel trágico y muy convincente– como Porthos y Aramis –Maramï y Duris en gran dupla cómica– encuentran mucho para hacer, y bien que se aprovecha su participación. Otro tanto pasa con personajes que normalmente no brillan por sí solos –el capitán de Treville (Marc Barbé) y otros mosqueteros– y que aquí, en el contexto de guerra, tienen grandes momentos y desarrollo.

Pero no nos engañemos: esta mitad se llama Milady por algo y eso le permite a Eva Green brillar al enorme nivel que nos tiene acostumbrados. Más que una simple villana, su Milady tiene buenas razones para hacer todo lo que hace, así como contradicciones y cambios de espíritu que la vuelven impredecible. Green avanza pletórica a lo largo de toda la película, y aunque uno siempre hinche por los mosqueteros no puede evitar quedar fascinado ante su recreación del personaje.

Con un final abierto que sorprende para bien (¿habrá tercera parte?), Los tres mosqueteros: Milady supera ampliamente su primera mitad y se reafirma como una de las mejores adaptaciones del material original de Dumas por su gran producción, recreación histórica, elenco y diversión. Bourboulon entiende que estamos ante una gran historia de aventuras, y aventuras al por mayor es lo que nos da.

Los tres mosqueteros: Milady. 115 minutos. En Netflix.