Hace pocas semanas llegó a Prime Video la serie animada Batman: el enmascarado (Batman: the Caped Crusader), nueva iteración de las aventuras del héroe de Ciudad Gótica, que tiene un antecedente muy prestigioso en la década de 1990.

La reaparición de un personaje detectivesco nacido en las historietas fue la excusa perfecta para otro diálogo entre el dúo dinámico de conocedores de este tipo de cruces entre géneros y formatos.

Ignacio: Comencemos por el principio: ¿qué expectativas tenías de la serie basada en su creador, Bruce Timm, y en las primeras imágenes que se difundieron?

Rodolfo: Confieso que no venía muy atento a su estreno. Sabía de su existencia en proceso –y de los distintos avatares que sufrió durante su realización, como el ser descartada por Warner, su casa lógica, y rescatada por Amazon–, pero no estaba tan al tanto. Claro que tener de regreso a Bruce Timm al timón generaba expectativa, pero en mi caso tenía ciertas reservas: ha regresado antes al personaje y no siempre enganché con el tono de su regreso. Por ejemplo, alguna película de Harley Quinn me sacó corriendo. Ahora, pensar en el respaldo que le daba gente como Matt Reeves, el responsable de la Batman con Robert Pattinson, o Ed Brubaker, el gran guionista de Gotham Central, entre otras, me daba cierta confianza. Y cuando vi el tráiler, me enganchó del todo.

Ignacio: Venía con buenas credenciales, pero también con una dosis extra de presión. Porque Timm fue uno de los cabecillas de la serie animada de Batman de los años 90, que es considerada por muchos –por nosotros también– una de las mejores adaptaciones del personaje al mundo audiovisual. Cualquier comparación sería odiosa, entonces creo que, con mucha inteligencia, sus responsables decidieron separarse de aquella obra. Y lo hicieron con una decisión a priori acertada, que es ambientar la historia a mitad del siglo pasado. Algo con lo que la serie animada coqueteaba, pero con muchos anacronismos. La ventaja que le encontré a esto es que nos permite tener un Batman que depende menos de sus artilugios, no porque recién comience –viejo truco para hacerlo más frágil–, sino porque la tecnología en aquella época no ayudaba mucho al paladín de turno.

Foto del artículo 'Batman: el enmascarado: el regreso animado (y desanimado) del hombre murciélago'

Rodolfo: Bueno, con todo respeto, creo que estás poniendo mucho de tu parte. Yo la siento completamente deudora de Batman: la serie animada, y ahí yace quizá el mayor pero que le encuentro: el de moverse bajo la sombra de un productor infinitamente superior. Creo que sale bastante airosa a partir de un planteo propio, de recrear con mayor o menor suerte personajes clásicos de manera distinta, o incluso de subir el voltaje de la violencia –donde no le tiembla la mano a la hora de matar a cualquiera de los involucrados–, pero creo que también su propia existencia es derivada de aquel otro producto. Y la sombra de La serie animada es larga.

Ignacio: Está claro que no hay intentos de ocultar la maternidad, creo que dijimos lo mismo con palabras diferentes. Y por supuesto que la gracia de esta charla estará en centrarnos en esos condimentos que la hacen una hija deseada. El cambio en el diseño de los personajes es algo en lo que cada serie animada que llega está casi obligada a realizar: es una forma de apropiarse de ese universo. En ese sentido, vi más éxitos que incluso cuando la propia serie de los 90 tuvo una última temporada en la que cambiaron los diseños sin mucha explicación. ¿Cómo te llevaste con los nuevos Clayface, Harley Quinn, Two Face, etcétera?

Rodolfo: Más allá de cambios de género o de etnia –que son anecdóticos, en todo caso–, me gustó mucho su reinvención en coordenadas noir. Esto engancha con eso que decías vos un poco antes, la ubicación temporal, pero ahí está acaso lo que más me gustó –así sea por gusto personal–, que es la estética, la narrativa noir, tan cara al cine de Hollywood de los 30, 40 y 50. Más allá de narrar nuevamente orígenes archiconocidos de personajes ídem, se las ingenia para rendir ciertos homenajes/tributo al propio género e incluso otros exponentes de la misma época como son las películas de horror de Universal, como es el episodio sobre Clayface. Para un cinéfilo, es flor de mimo al alma.

Ignacio: Por ahí entra el otro tema que mencionaba antes, que es notable en el sentido de que rompe los ojos –y algunos torsos–, que es la violencia. A este noir no le faltan muertes, especialmente por heridas de arma de fuego, más allá de que solamente en un caso aislado vemos sangre en la pantalla. Podrían haber hecho “una de gángsters” con menos violencia, o más sugerida, pero optaron por un tono que la aleja del entretenimiento infantil o para toda la familia, más allá de que un preadolescente seguramente ha visto más muertes reales en su celular que todo lo que ocurre en esta serie. Y siguiendo con esta ambientación, debemos destacar a este Batman que, al menos en el comienzo, es mucho más duro, recio. Un sorete, bah.

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Rodolfo: Creo que remite al Batman original, al de las historias de los 40, que lejos estaba de ser bonachón o simpático. Incluso, su relación con Alfred –a quien los años y años de producción han construido como una figura cercana o paternal– se deriva de aquellas publicaciones, donde no había más que una relación laboral, de empleado y patrón. Me parece un encare adecuado si lo pensamos como protagonista de historias tan duras, tan violentas, con tan poco margen para la broma o el humor. Algo que quizá algún que otro fan del personaje eche en falta, porque aquí todos son bastante sombríos, Harley Quinn incluida. Ahora, son pocos capítulos –sobre todo si la comparamos nuevamente con LSA–, pero los tiene muy sólidos. Yo me quedo con el episodio 4, con esos policías cazando a Batman y haciendo lo que sea necesario, sin importar ley o moral. Me recordó tanto a Batman: año uno –de Frank Miller y David Mazzuchelli– como a Gotham Central. Mi episodio favorito, sin duda. ¿Vos destacarías alguno? Y en cuanto a lo del humor, ¿lo extrañás? Viste que como sos humorista, todos esperamos que protestes al respecto...

Ignacio: ¡Ja! No me molesta la seriedad en Batman porque hay cientos de historias y decenas de ángulos del personaje. Sí me chocaba que pareciera casi un villano, pero sobre la temporada –que también considero corta, pero son los tiempos de la animación actual– se nota que evoluciona. No sé si tengo un episodio favorito, pero sí uno que descartaría: el octavo, con niños perdidos y una villana absolutamente olvidable. Solamente lo salva la subtrama de Harvey Dent... y ahí es a dónde quería llegar, pero, por supuesto, me había olvidado. A diferencia de la serie anterior y de la mayoría de las series de Batman, El encapotado tiene subtramas. También tiene que ver con los tiempos que corren, ya que a nadie se le ocurriría en 2024 ver una serie en desorden. Pero ciertamente me encantó que hubiera relaciones personales, grupos de personas –el par de policías corruptos, por ejemplo– y el propio Dent moviéndose en caminos que se cruzaban periódicamente. ¿Qué otros elementos nos está faltando tocar?

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Rodolfo: Algo que bien podemos destacar –y quedará en cada uno si es positivo o negativo– es lo poco que aparece el propio Batman. De hecho, comparte protagonismo con Barbara Gordon –que en esta versión es una abogada que esperamos que jamás se convierta en Batichica, porque no pegaría ni con moco–, quien a veces es protagonista absoluta. Pero no sólo ella: tanto los policías corruptos Bullock y Flass como el comisionado Gordon, como Renee Montoya o incluso Harvey Dent en no pocas ocasiones, le pelean el rol protagónico al encapotado. ¿Por qué te parece que ocurre esto?

Ignacio: En la charla ya salió en un par de oportunidades la historieta Gotham Central, que está considerada como de las mejores del personaje, y lo tiene como un personaje absolutamente secundario, ya que se basa en los policías de la ciudad que tienen que lidiar con crímenes bizarros y a veces sufren porque el enmascarado llega a último momento y se queda con el crédito. Me parece que Timm y los suyos le tuvieron la confianza suficiente al elenco como para ponerse la historia al hombro. Si me preguntás –seguramente estabas por hacerlo: lo nuestro es casi telepático–, faltó un poco más de Bruce Wayne, a quien se lo vio inexpresivo, aunque puede que se debiera a la animación. Qué tema...

Rodolfo: Me da cosa cerrar con esto, por aquello de que el lector se suele quedar con lo último que lee, pero la animación es –a veces– un tanto desamorada. Yo sé que se debe a presupuesto y a la forma moderna de animar, pero es que si uno recuerda La serie animada o incluso otras encarnaciones, como Batman: el valiente, a El enmascarado le falta medio peso para el kilo. Lo compensa con clima, estética noir y buenas decisiones narrativas, pero queda margen para mejorar esa animación, así sea de cara a nuevas temporadas.

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Ignacio: Es, sin dudas, el punto más flojo. Y como decías, ni siquiera hay que compararlo con la serie de los 90, sino que sobran ejemplos de adaptaciones con movimientos más fluidos y con más cariño en las texturas y los fondos. No te preocupes, que quien leyó hasta acá –todas las personas, claro– entendió que estamos ante una serie recomendable, con condimentos únicos y con el potencial de seguir contando historias... Aunque sea de a diez episodios cada tres o cuatro años.

Rodolfo: Eso mismo. Y ojalá que efectivamente suceda.

Batman: el enmascarado. Diez episodios de 22 minutos en Prime Video.