Si cada compañía de streaming tiene su gran caballito de batalla, no cabe duda de que en la actualidad el de Amazon Prime es The Boys, la creación de Eric Kripke sobre la historieta escrita por Garth Ennis y dibujada por Darrick Robertson. Quizá le pueda empatar la sanguínea Reacher, que, por el momento, es mucho más concreta y carente de las posibilidades de crear “universo” que sí tiene The Boys. La serie de Kripke, en cambio, ha aprovechado al máximo su mundo pleno de superhéroes depravados y siniestros.

Se trata de personajes capaces de la mayor venalidad, y además de lo que ya hemos visto en la serie principal, están Gen V, el primer spin-off, ambientado en una universidad para personas con poderes, y The Boys presents: Diabolical, una serie de cortos animados de diferente estilo, que promete nuevas iteraciones. Tenemos The Boys para rato.

En la serie principal, además, tuvimos una nueva tanda de episodios, otro avance del enfrentamiento entre The Seven (el principal grupo de supertipos) y The Boys (el grupo de la CIA que controla y, si es necesario, elimina a los que tienen poderes. Más allá de desarrollar pautas argumentales anteriores, esta temporada se propone satirizar la realidad política y social estadounidense. Así, aparecen hechos puntuales acontecidos en tiempos recientes, como el asalto al Capitolio al final del mandato de Donald Trump, con el consiguiente riesgo de quedarse meramente en el chiste.

Esto no ocurre porque, al fin y al cabo, la narración ficcional avanza un poco, pero la amenaza de quedar estancados en algo tan básico como repetir una y otra vez “¡la derecha es mala y estúpida!” termina por cansar. Sobre todo, porque uno no puede librarse de la certeza de que la serie predica para conversos y que todo espectador ya comparte a priori, más acá o más allá, esas mismas críticas.

Lo mejor de la temporada pasa por el personaje agregado, Sister Sage (Susan Heyward), la mujer más inteligente del mundo. Pero por cada novedad argumental o progreso en el relato hay alguna tontería o subtrama que lleva a creer que estamos estirando el asunto más allá de lo aconsejable. Entre estas, las de personajes que funcionaban bien como secundarios con sus historias ya presentadas, o la de The Deep (Chance Crawford), nuevamente ridiculizado en situaciones horribles. También hay momentos de vergüenza ajena limitados por presupuesto (como un combate en la base de The Boys) o por guion (los demasiados abusos que hacen pasar al Hughie de Jack Quaid). Todo nos lleva a concluir que cuanto antes ocurra el anunciado final de esta narración, mejor.

Por suerte, porque hay que hacer las paces con lo anterior y aceptar que el saldo final es positivo, el capítulo de cierre es brillante y tiene una de las mejores actuaciones protagónicas de la televisión toda: el Homelander de Antony Starr. El neozelandés borda, una vez más, el personaje más psicópata y peligroso visto en pantalla y logra algo increíble: nunca se reitera, nunca aburre. Eleva al personaje original del cómic a algo mucho más complejo y así logra elevar la propia adaptación televisiva.

Queda para el año próximo el cierre de The Boys, pero entonces ya habrá habido nuevas series o nuevas temporadas de sus productos derivados. Esperemos que sea con el interés todavía en alto y no con los síntomas de agotamiento ya diagnosticados.

The Boys, cuarta temporada. Ocho episodios de 55-68 minutos. En Prime Video.