Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay 2, de Leo Lagos y Edu Sganga

El año pasado, con Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay, Leo Lagos y Edu Sganga unían esfuerzos para ofrecer una muestra de los animales que habitaron nuestro territorio hace cientos de miles de años. Se inscribían, de esa manera, en un caro interés de niños y niñas por aquella fauna fantástica y extinta, y también en una tradición editorial que, en su expresión local y en los últimos años, podemos encontrar en la colección +Cerca, dirigida por Silvia Soler: la confluencia de ciencia y libros para niños y niñas. El flamante Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay 2, con el número en el nombre que explicita la intención de continuar ese esfuerzo inicial, aborda otros hallazgos realizados por paleontólogos en el marco de sus investigaciones.

Igual que en el primer libro, la información se distribuye de manera ordenada y con una misma estructura que incluye la ubicación en el mapa, una ficha con los datos básicos y una reseña que detalla la investigación y las características del animal en cuestión, en un lenguaje accesible que no esconde la complejidad, sino que la baja a tierra para favorecer la divulgación. En términos estéticos este segundo tomo continúa la línea del primero, acentuando la continuidad y la posibilidad de una colección.

Además de los 18 animales reseñados, entre los que hay dinosaurios, anfibios, mamíferos, peces, etcétera, ordenados por clase, los autores dedican algunas páginas a conceptos clave de la paleontología, como el de fósil. Al final del libro, aparece una breve semblanza de cada uno de los investigadores e investigadoras que trabajaron en los hallazgos reseñados, a quienes se presenta también en una suerte de álbum de fotografías junto al naturalista Charles Darwin. De este modo los autores acercan la ciencia a sus lectores tanto desde la perspectiva de la maravilla que permite conocer como desde la aproximación a quienes la hacen cada día.

Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay 2 es un acicate a la curiosidad y en sus textos e ilustraciones presenta un universo fascinante con información basada en la ciencia que se está haciendo en nuestro país. Los dinosaurios en particular y la fauna fósil en general permiten, además, poner en dimensión el tiempo y, al mirar hacia ese abismo, en este caso, de 270 millones de años de antigüedad, hacerse muchas preguntas sobre el planeta y la vida.

Foto del artículo 'Dinosaurios y otros fósiles, un abecedario de animales y amistades gatunas entre las novedades editoriales'

Abecedario. Quiero mucho a mi animal, de Cielo Matita

Abecedario. Quiero mucho a mi animal se estructura en torno a una serie de claves que se combinan para organizar la peculiar clasificación que propone y que da como resultado una colección de animales variopintos cuya caracterización, lejos de buscar un anclaje en la realidad, apuesta a la imaginación y la libertad asociativa. Complejo, entonces, en la información que vehiculiza cada doble página en la que se presenta un animal, se vuelve cristalino en la cadencia de la repetición, que, al proponer un método, permite una lectura cómplice e invita a imaginar otras posibilidades.

Aunque es evidente la filiación al subgénero que constituyen los libros de abecedarios (hace poco en estas páginas reseñábamos Abecedario poético + gráfico, de Fabián Severo y Alejandro Sequeira, por mencionar sólo un ejemplo), desde la portada se opta por enfatizar la pata “animal” del combo, en un título que no es cerrado y abre una interrogante: ¿qué vendría a ser mi animal? Los colores vivos, la pequeña selección de bichos que miran fijo a quien se dispone a leer evidentemente interpelan e invitan a entrar.

Las claves que se combinan en cada doble página que sigue el alfabeto son la asociación de cada letra con un país, un animal y algún elemento gráfico –puede ser un color, algún objeto o personaje secundario que aparezca en la escena– y la aliteración: la inicial de las palabras plenas de cada reseña, en su mayoría, se corresponde con la letra de esa página. Por lo demás, no hay correspondencia entre animales y países ni, mucho menos, entre la descripción que se hace de ellos y de sus costumbres y la realidad: en ese terreno todo es fantasía, en una apelación al juego y al humor. Abecedario. Quiero mucho a mi animal propone un viaje por el universo cerrado de las letras que es, al mismo tiempo, un viaje por el mundo y por la imaginación. Plantea, además, un misterio acerca de la autoría, que cada quien podrá responder a su gusto.

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Señora Botones, mi mejor amiga, de Yanina Vidal y Petite Selvaraz

Señora Botones, mi mejor amiga es el primer libro para niños de la escritora e investigadora Yanina Vidal, que se centra en algo bien cercano y –diría– una presencia asidua en la literatura infantil y juvenil: las mascotas. La protagonista es una gata, Señora Botones, a quien Vidal y la ilustradora Petite Selvaraz observan en su cotidianidad en el espacio de la casa de humanos donde vive. El punto de vista es el de un observador externo que es testigo de lo que ocurre y de lo que la gata siente y piensa (aquello del narrador omnisciente) y que se fascina, se sorprende y se conmueve con la pequeña historia del felino: hay, desde esa mirada cenital, un involucramiento afectivo que en la ilustración se expresa en una paleta de colores tenue, con predominio del rosa y el celeste, alejada del realismo.

De evidente interés para quienes aman los gatos, Señora Botones, mi mejor amiga trasciende la categoría de los libros de/con gatos (ya está en ese estante de mi biblioteca, de todos modos): es una historia sobre la amistad, sobre un grupo que se agranda y plantea desafíos de convivencia y de adaptación, y cuya experiencia vuelve cada vez más abierto a alojar a nuevos integrantes.

Humor y ternura van de la mano en la descripción y el seguimiento de Señora Botones y la pequeña pandilla gatuna que se va formando por adición a lo largo de las páginas. Las ilustraciones dialogan con el texto ya sea al establecer un contrapunto de efecto irónico o al mostrar lo que no se dice o proponer una posible interpretación; en todos los casos, da la impresión de una pareja de baile que se acompaña siguiendo el ritmo de la historia.

Hay un punto disruptivo en el tratamiento del tiempo en la narración: toda la historia se extiende en un período largo, a juzgar por la cantidad de gatos que se incorporan a escena y por los problemas que se presentan y resuelven. En todo ese tiempo no aparece ningún humano: la casa es de los gatos y –quizá– de la narradora; sin embargo, sobre el final del libro –y al final de un día lluvioso– el ruido de la llave en la cerradura anuncia la llegada de los humanos del hogar y entra Berta, la niña de la casa, que vuelve de la escuela. Ese acontecimiento, que trae a un presente y a una realidad concreta las historias entre gatos que veníamos siguiendo, instaura la cotidianidad del vínculo entre la niña y sus gatos y contrasta con lo anterior, que podríamos pensar en clave de “qué hacen los gatos cuando no estamos en casa”. Es interesante, en este sentido, que Señora Botones no sea sólo una mascota, que su vida gatuna pueda ser narrada más allá de los humanos de la casa y que ambas perspectivas convivan con naturalidad.

Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay 2, de Leo Lagos y Edu Sganga. 72 páginas. Penguin/Altea, 2025. $ 890. Abecedario. Quiero mucho a mi animal, de Cielo Matita. 68 páginas. Alter Ediciones, 2025. $ 550. Señora Botones, mi mejor amiga, de Yanina Vidal y Petite Selvaraz. 40 páginas. Planeta/Baobab, 2025. $ 690.