Un señor interrumpe la entrevista con Eduardo Larbanois y Mario Carrero –o viceversa– en un mediodía más de un clásico bar del Cordón. “Discúlpenme, yo les agradezco que sigan cantando”, les dice. Ambos le contestan “muchas gracias” y el señor se va contento del bar. “Si te digo esto, vas a decir que estamos agrandados, pero nos pasa mucho, y con distintas generaciones”, comenta Carrero. Agrega que también les pasa con gurises, porque “por suerte” muchas de las canciones del dúo son estudiadas y cantadas en las escuelas, desde “Milagro” a “Santamarta”.

“Santamarta”, del disco homónimo de 2001, hablaba de aquella villa en donde “las ventanas no tenían reja y nadie pasaba cerrojo a la puerta”, pero el progreso poco a poco la fue cambiando, con la televisión por cable y el acceso a la internet. Hoy, con la internet en el bolsillo, nos dominan los algoritmos; por eso, en las canciones nuevas incluidas en el disco que acaba de publicar el dúo en plataformas digitales –grabado en vivo en el Antel Arena–, nos topamos con “Algoritmos”, que marca la nueva preocupación de Larbanois & Carrero.

“El engranaje perfecto, todo listo y programado / nadie entiende de dónde salimos ni para dónde vamos / Conocemos todito de ustedes / pues ustedes se van encargando / de hacernos saber dónde viven / qué sueñan, qué sienten, qué están tramando”, dice la canción. Larbanois & Carrero ahora están tramando la presentación de este sábado en el Teatro de Verano, de la que conversaron con la diaria –si no nos interrumpe otro de sus seguidores–.

En el recital de este sábado van a estrenar algunas canciones, que formarán parte de un nuevo disco de estudio. El último que publicaron grabado en estudio fue Conclusiones, de 2015.

Eduardo Larbanois: Ahora, ¿qué es el disco? Antes teníamos el vinilo, después, el CD, pero ahora no sabemos qué, es todo un misterio... Hay un montón de material nuevo que vamos a hacer en estudio para armar un disco integral, ya no resultado de un recital.

Mario Carrero: Estamos en preparación de mucho material, por suerte. Está el disco grabado en vivo en el Antel Arena, y de esa actuación se han sacado varios temas que van a integrar ese disco, y también salió un vinilo con una especie de antología. Tenemos mucho material como para seguir incursionando en esta nueva modalidad. Yo me enteré hace poco de que los discos que están en plataformas también tienen tapas.

Si no tuvieran portadas sería más difícil identificarlos.

Carrero: Seguro, pero tenés que entendernos: grabamos el primer disco en Sondor [en 1979], en ocho canales, y después salíamos con un vinilo para las radios, se lo dábamos a los periodistas para que hablaran bien de él. Todo eso varió mucho y estamos acostumbrándonos a esa nueva forma de comunicar lo que hacés.

Una de las canciones recientes incluidas en el disco del Antel Arena es “Plef”, dedicada al artista Felipe Cabral, que fue asesinado en febrero de 2019. Fernando Cabrera también lo homenajeó en una canción, fue un crimen que sensibilizó a varios cantautores. ¿A ustedes qué los motivó a hacer la canción?

Larbanois: Hay hechos que son contundentes y que, si no los planteás a través de una obra artística, desaparecen y quedan como fenómeno particular para la familia. Fue un hecho tan alevoso de violencia, de la manija de los grandes medios sobre la violencia, que sentí la necesidad de plasmarlo en una canción. No podía quedar en el olvido, por el hecho en sí, pero además porque era un pibe que conocíamos muy bien. Su padre, Chichito Cabral, fue nuestro compañero de trabajo durante mucho tiempo, y de casi todos los músicos uruguayos, y no merecía eso. El pibe era un excelente artista y además cantaba, tenía una banda. ¿Por qué? Porque eso puede quedar en el olvido, entonces, es necesario, y cuantas más canciones haya, mejor.

Hemos tomado la responsabilidad, sobre todo Mario, de recuperar hechos históricos muy relevantes que muchos han pretendido cambiar. Recordemos que la historia la escriben los ganadores, y generalmente los libros de educación están basados en esa visión. Los libros de historia que estudiamos nosotros llegaban a decir que éramos un país privilegiado porque no teníamos “el problema” indígena. O sea, vinieron los inmigrantes y barrieron con una cultura. Como decía Les Luthiers, cuando vinieron los españoles, “¡nos descubrieron, por fin, nos descubrieron!”. Un continente lleno de gente que lo desarmaron totalmente por avaricia.

“Algoritmos” es otra de las canciones nuevas. ¿Cómo se llevan con ellos?

Larbanois: Tratamos de aggiornarnos, pero es difícil. Han cambiado mucho las cosas en muy poco tiempo, fue tan rápido que a nuestra generación le cuesta digerirlo. Fijate: cuando recién me vine de Tacuarembó, una de las cosas que más me llamaban la atención y me daban gracia era ver a la gente hablar por teléfono, porque en mi pueblo no había teléfono, no era necesario. Entonces, me acuerdo de que en la vieja Pasiva [Ejido y 18 de Julio] veía aquellos teléfonos celestes con ruedita, que ibas discando los números, y la gente con el aparato en la oreja, gesticulando y poniendo caras. Para mí era graciosísimo, pero no podía decir nada porque me hubieran dicho “mirá el canario este...”. Cuando yo era adolescente, viajar a Montevideo te cambiaba el estatus, ya eras otra cosa. Entonces, esas cosas, que hoy parecen tan ridículas y alejadas, fueron las que vivimos. Y estos cambios han sido tan dinámicos, tan increíblemente rápidos, que te asombran. ¿Cómo hacés para integrarte a toda esa movilidad? Tenés que cambiar las estrategias de todo tipo de actividades.

Carrero: A mí siempre me preocupó el uso de la tecnología, la globalización cultural y la identidad. Siempre me preocupó cuestionarlo, desde 2001, en “Santamarta” está presente.

Foto del artículo 'Mario Carrero: “Una cosa es que mi abuela me haya contado del lobisón y otra es que el mercado me imponga Halloween”'

Foto: Pablo Vignali

Pero la letra de “Santamarta” hoy parece optimista...

Carrero: Sí... Hoy está la inteligencia artificial, y creo que es función del artista alertar sobre este tipo de cosas, pero no porque sea un vidente. La canción “Algoritmos” plantea que hay alguien que te tiene controlado a través de la información que vos mismo le das.

Y ustedes empezaron a cantar en la dictadura, cuando justamente se hacía todo lo posible para no dar ninguna información.

Carrero: Y hubo gente que desapareció por no dar esa información... El uso de la inteligencia artificial es como darle una escopeta a un mono, incluso hasta en lo creativo. La otra vez íbamos a tocar en el festival de Andresito, con toda la barra de 4 en Línea [el dúo junto con Emiliano y El Zurdo], veníamos hablando de este tema y tiramos la idea de pedirle al Chat GPT que haga una retirada de Curtidores de Hongos, y la hizo. Y era una retirada de Curtidores de Hongos, porque a gran velocidad recopiló toda la información que le hemos estado dando y la armó. Entonces, eso es una tentación para llegar rápido.

Larbanois: Pero una de las cosas más terribles de todo eso, que siempre la tenemos que decir, son los costos: miles, miles, millones de litros de agua que tienen que usar para enfriar los equipos para que haga esa canción.

Carrero: Y otros costos relacionados: ¿en dónde se elabora todo eso? La inteligencia artificial, la granja de trolls y todo eso está manejado por gente. ¿En dónde están? ¿Quiénes son? ¿Tienen salario vacacional, aguinaldo y licencia? ¿Viven bien de eso o sólo vive bien Elon Musk?

O sea, decís que se habla de la inteligencia artificial como si fuera un ente independiente, como a veces se piensa al mercado, por ejemplo, que también lo maneja la gente.

Carrero: Ahí está, y no, hay una industria detrás de eso, que incluso tiene que ver con la propiedad intelectual, porque si te usan tus canciones o tu historia para generar una historia parecida...

Ahora, haciendo de abogado del diablo, alguien puede pensar que cantan todo eso en “Algoritmos” porque están veteranos y en realidad se tienen que adaptar.

Carrero: No, si yo ando volando, uso todo; el tema no es contra la tecnología. Ya lo planteaba en 2001 al final de “Santamarta”: “Si el diablo gobierna, hay que tener cuidado: / la cultura nunca puede estar de lado”. Bueno, seguimos en lo mismo. ¿Para qué todo eso? ¿Le estamos mejorando la vida a la gente? ¿Se terminó el hambre, la guerra y la miseria? No.

Ya que mencionaste “Santamarta” otra vez. ¿Esa canción no tiene algo conservador? En el sentido más literal del término, de mantener las tradiciones.

Carrero: No, no, nuestras canciones que podés decir folclóricas hasta se plantearon la nueva forma de producción agropecuaria. ¿Qué sería conservar la tradición tal cual? Estancarla en un momento. Por ejemplo, “El taipero”, de [Alfredo] Zitarrosa, hoy no tiene razón de ser porque ese taipero no existe.

Ni sé lo que es un taipero.

Larbanois: Es el que hacía los muritos de contención de los arrozales; ahora se hace con máquinas: pim, pam, pum.

Carrero: Aparte, lo vemos constantemente, como la desaparición de tambos porque la soja y la forestación vienen avanzando. Entonces, ¿a qué le cantás? Había una división que hacía un crítico de fines de los 70, entre artistas “urbanos” y “rurales”; nosotros éramos medio bisagra, estábamos con una pata en cada lado. El canto rural que podemos plantearnos hoy no tiene nada que ver con el que supuestamente se planteaba Rubén Lena con Los Olimareños; sin embargo, para mí es imprescindible mantener ese hilo invisible que une la intención de cantarle a nuestra identidad, cultura y forma de ser. Entonces, esa ciudad, Santamarta, no me niego a que cambie, pero que ese cambio no sea a contrapelo. Una cosa es que mi abuela me haya contado del lobisón y otra es que el mercado me imponga Halloween. Me quedo toda la vida con el lobisón.

También está el cambio estilístico; por ejemplo, en “Algoritmos” hay una guitarra eléctrica Godin. Eso capaz que era impensado cuando ustedes arrancaron.

Larbanois: Porque no teníamos... Es un instrumento, y como tal, aporta, no tiene nada que ver con los estilos. No podés encasillar ningún instrumento en ningún estilo. No me parece mal que de repente hoy puedas hacer una canción muy moderna con un laúd, porque el tema es el sonido del instrumento, Además, la dinámica de la historia va aportando las herramientas a las distintas culturas; la identidad va cambiando y recibiendo distintas influencias. Todavía queda alguno de aquellos pueblitos absolutamente aislados, pero hoy tenés acceso a un montón de elementos y podés escuchar el último disco de Paul McCartney y música africana, entonces, eso también influye, te da herramientas. El arte es un intercambio permanente y sistemático en todas las épocas.

Carrero: Nosotros fuimos los primeros en Uruguay en tener dos guitarras [electroacústicas] Ovation conectadas. Teníamos unos dramas bárbaros porque el mercado uruguayo no estaba preparado para eso: cuando las conectamos para tocar en el Palacio Peñarol, por el monitoreo nos salían radios FM, Cacho Bochinche...

Durante la dictadura, y poco después también, había una visión ortodoxa dentro del canto popular que veía con malos ojos la guitarra eléctrica porque era un instrumento “imperialista”, cuando, estrictamente, lo que acá llamamos guitarra “criolla” también fue introducida por un imperio, el español.

Larbanois: Claro, a veces uno se radicaliza en cosas y después los años te van dando la pauta de que no era tan así. El crecimiento de la humanidad siempre fue una carrera de postas: el hombre de la caverna, cuando visitaba otra caverna, aportaba algo y aprendía algo; siempre ha sido un intercambio, en todas las sociedades, de herramientas para empezar a crecer. La identidad es un fenómeno dinámico que tiene mucho que ver con el paisaje y la realidad, y el artista es una especie de volcán en erupción que recoge todo ese movimiento que hay abajo. Nosotros componemos sobre nuestras preocupaciones, no es porque quede bien o porque esté de moda.

Carrero: A veces no se ve bien que te preocupen esos temas... Pero no hay pureza aséptica: para decir “soy un señor folclorista de este país”, tendrías que identificarte con Bartolomé Hidalgo, que andaba en un caballo traído por los españoles, con una guitarra traída por los españoles y cantando en español. El tema fundamental es qué hacés con los elementos de los que disponés para hacer arte. Nos lo enseñaron Víctor Lima, Rubén Lena, Los Olimareños, El Sabalero, [Daniel] Viglietti, Zitarrosa, [Aníbal] Sampayo y mucha gente joven que está haciendo cosas muy interesantes. A mí me gusta mucho escuchar, por ejemplo, a Milo J y a Trueno.

Mirá, no te hacía en eso.

Carrero: Sí, me gusta escuchar lo que hacen; o sea, no sé si yo haría lo mismo.

Pero que los escuches ya es algo.

Carrero: Ahí está el tema de la identidad: Trueno [Mateo Palacios] es nieto de Yamandú Palacios, y un día que estuvo tocando acá, fueron dos de mis nietos, que se acercaron a sacarse una foto con él. Uno de mis nietos le dijo “mi abuelo canta”, Trueno le preguntó qué cantaba, y le contestó que en el dúo Larbanois & Carrero. “Ah, sí, toda la vida los escuché, mi abuelo me los hacía escuchar”, le contestó. Entonces, ves todo un ciclo, y si te ponés a rastrear, hay canciones de Trueno con Víctor Heredia, o de Milo J con Mercedes Sosa; entonces, me da la sensación de que hay una continuidad, que está planteada en “Santamarta”. Y en esa canción no estoy planteando que hay que dejar la llave debajo de la maceta, porque después no encontrás ni el bidé.

Larbanois & Carrero en el Teatro de Verano. Sábado a las 21.00. Entradas desde $ 500 a $ 2.400 en Tickantel.