Hay varias formas de presentar la violencia excesiva (o hiperviolencia) en el cine. En algunos casos se convierte en gore y la idea es revolver las tripas de los espectadores. En otras ocasiones está coreografiada de tal manera que se vuelve un hecho estético. Y hay quienes la utilizan en contextos de comedia, acercándose a lo que podríamos ver en un corto de los Looney Tunes o de Tom y Jerry.

A este grupo pertenece Novocaine: sin dolor, película de 2025 que pasó por las salas de cine sin hacer mucha alharaca y ahora se sumó al catálogo de Paramount+. Parte de una idea perfecta para hacer que una persona se someta al mismo calvario que un conejo, un pato o un gato de la animación: ¿qué pasaría si nuestro protagonista no sintiera nada de dolor?

Eso es lo que le ocurre a  Nathan Caine, interpretado por Jack Quaid, quien bastante viene sufriendo como protagonista de The Boys. El personaje tiene una enfermedad que lo hace insensible al dolor (basada en una neuropatía real) y, por lo tanto, vive su vida con la mayor cautela. Esto parece ridículo, pero es que Nathan no es invulnerable como Superman: si lo golpean, se daña, solamente que no siente el golpe. Por eso no consume alimentos sólidos; tiene miedo de morderse la lengua y no darse cuenta.

Trabaja en una empresa de créditos y ayuda en secreto a los clientes, como hacía Mr. Increíble en la película de superhéroes de Pixar. Tiene una vida bastante solitaria, excepto por su amigo virtual Roscoe, ya que ese asunto de protegerse ante el mundo incluye cerrarse a nuevas emociones. Sin embargo, una compañera de trabajo podría ser la solución a su problema afectivo. Desgraciadamente, acaba de convertirse en rehén del grupo de asaltantes violentos que se llevaron el dinero de la empresa después de haber asesinado al gerente. La aventura de su vida acaba de comenzar.

Los directores Dan Berk y Robert Olsen aprovechan muy bien la debilidad (qué ironía) de su protagonista para hacerlo pasar por toda clase de daños físicos en su búsqueda frenética por quien podría ser el amor de su vida. La trama es lineal, con Nathan en persecución o en búsqueda de información, seguido de cerca por los malos o la policía. La clave está en la imaginación del guionista Lars Jacobson, parecida a la de quien elegía si al gato Tom le caería encima un yunque o una caja fuerte, excepto que Tom largaba un grito inolvidable y Nathan se queda callado porque ni siquiera le duele.

Esto queda de manifiesto en una atrapante escena de acción que se desarrolla en una cocina. Tan pronto como el arma de Chéjov (no es que el villano se llame así, sino el concepto de que todo elemento debe ser utilizado en la historia) cae dentro de una freidora, sabemos que “Novocaine” meterá la mano en el aceite hirviendo para poder hacerse de ella.

Abundarán los objetos filosos y peligrosos. Y el cuerpo de Nathan, que tampoco se cura solito como el de Wolverine, irá mostrando las consecuencias de cada uno de los golpes, pinchazos, disparos y otras torturas (algunas literales y bastante gráficas). Hay algún giro dramático en el momento justo, que refresca la historia justo antes de que se ponga demasiado predecible.

De todos modos, no intenta alejarse de los clichés del género, y eso incluye al villano final que regresa por más, en una secuencia que quizás se estire demasiado para lo que estamos acostumbrados, pero todo termina en menos de dos horas con un cierre desagradable y suficiente optimismo para esta clase de comedias de acción. No le pediríamos otra cosa.

Novocaine: sin dolor. 110 minutos. En Paramount+.