La comediante, actriz y guionista canadiense Mae Martin (Feel Good, 2020-2021), referente de la comunidad LGBTIQ+ (se autodefine como no binaria) empezó con apenas 13 años su carrera en el circuito de stand-up norteamericano. Tiene un estilo directo pero a la vez vulnerable y habla con absoluta naturalidad del amor, las adicciones, los traumas y los vínculos humanos, y son la sexualidad y la identidad de género sus temas fuertes. En su libro Can Everyone Please Calm Down? A Guide to 21st Century Sexuality (2019) aborda el sexo actual con humor.
Con Incontrolables, su segunda serie como creadora, va a lugares mucho más oscuros. Inspirada en las experiencias de una amiga que fue internada de manera forzosa en una institución para menores, narra la historia del policía Alex Dempsey (Martin) y su esposa Laura (Sarah Gadon), quienes se mudan a Tall Pines, un tranquilo pueblito de Vermont que parece ideal para empezar una nueva vida. Esa aparente calma se ve alterada cuando Alex se encuentra con un centro de rehabilitación para adolescentes problemáticos, dirigido por la misteriosa Evelyn Wade (interpretada magistralmente por Toni Collette), una mujer hipnótica y carismática que guarda secretos bastante turbios bajo su aparente bondad y su perfil de coach espiritual.
Evelyn es la aterradora líder de este “centro de rehabilitación” para jóvenes, en teoría indómitos, en el que pasan muchas cosas y todas son malas. Hacen extraños rituales, su funcionamiento se parece más al de una secta y tienen un reglamento interno de castas. Cuando Alex se involucra en la búsqueda de un joven fugado de ese reformatorio, su investigación no sólo lo lleva a verdades turbias sobre ese chico, sino también a darse cuenta de la extraña devoción que los habitantes del pueblo sienten por esa institución. Sus sospechas se intensifican aún más al saber que Laura, su esposa, fue una interna del lugar y que Evelyn aún ejerce una desmedida y temerosa influencia sobre ella.
Paralelamente, se narra la historia de Abbie (Sidney Topliffe) y Leila (Alyvia Alyn Lind), dos adolescentes inseparables y rebeldes (consumen más cocaína y hongos que lo que van a clase). Los padres de Abbie deciden separarla de Leila, y en plena noche la internan a la fuerza en “el hogar”. Decidida a no dejar sola a su amiga y rescatarla, Leila termina también como interna del centro.
Incontrolables tiene toda la potencia de un thriller psicológico bien construido y mezcla a la perfección suspenso y aguda crítica social. Con un acertado guiño cinéfilo a Pink Floyd: The Wall, de Alan Parker, la serie plantea un interesante debate sobre el sometimiento, las manipulaciones psicológicas y mecanismos de control bajo la excusa terapéutica. Temas como el consumo de drogas, los traumas infantiles y la violencia infantil cruzan una correcta reformulación de la idea de “adolescentes problemáticos” con comportamientos considerados desviados más por su desafío al orden social que por un daño real, con víctimas cuyas actitudes son tratadas como síntomas en lugar de como señales. Toni Collette es silenciosamente perturbadora en este excelente thriller que nos recuerda que el camino hacia el autoritarismo empieza con la seguridad de tener la razón.
Incontrolables Ocho episodios de 40-50 minutos. En Netflix.