De eso no se habla es uno de los podcast en español de mayor prestigio y cantidad de audiencia. Sus tres temporadas incluyen historias poco conocidas, en las que bucear en los silencios -personales y colectivos- son un asunto central. Con un especial cuidado tanto en la pertinencia de los testimonios como en la calidad del sonido y la creación de ambientes, se define como un podcast de no ficción narrativa, en el que a la crónica, el ensayo y el documental se le suma vuelo poético. Durante varias semanas, Uruguay fue el segundo país -luego de España, naturalmente- en que más se escuchó.
Su creadora y directora es la periodista, escritora, documentalista y filóloga española Isabel Cadenas Cañón, y llegó a Uruguay para participar en el festival de podcast Sonora, que el viernes celebró su ceremonia de premiación y este sábado albergará una serie de encuentros en el Centro Cultural de España. Cadenas estará presente, a las 13.00, en la escucha colectiva de uno de los episodios de sus podcast.
Isabel Cadenas Cañón y De eso no se habla son los protagonistas del primer episodio de Mapa antojadizo de podcast, una serie de la diaria Radio, conducida por Maxi Guerra, en la que se hace un recorrido por las mejores historias en audio en español.
Sorprendida y feliz de la repercusión de De eso no habla por estos lugares, la investigadora conversó con la diaria.
Un podcast se basa en el sonido y, sin embargo, el silencio es un tema central y recurrente en De eso no se habla. ¿Por qué esa elección?
Porque siempre trabajé en temas de memoria. De hecho, empecé trabajando en temas de memoria del Río de la Plata, de Uruguay, Argentina y Chile, y lo que me pasaba es que no encontraba en España las producciones de memoria que encontraba aquí. ¿Cómo podía ser que en España mis contemporáneos no estuvieran trabajando el tema de la memoria? Hice una tesis y me di cuenta de que sí lo estaban haciendo, pero de otras maneras, que quizá no lo llamaban “memoria”, pero que sí estaban rescatando el pasado y cuestionando los modelos hegemónicos de lo que había pasado.
En el fondo, De eso no se habla es algo muy parecido a eso, es un poco la cristalización de lo que venía haciendo. Es como preguntarme por el lugar del pasado en el presente y, para hablar de eso, para mí, la mejor manera es abordar los silencios de un país como España en que la historia contemporánea se ha construido en torno a un gran silencio, en torno a un pacto de silencio muy fuerte que se estableció en la transición cuando Franco murió, de lo que esta semana hace 50 años.
También pasa otra cosa con los silencios: cada familia tiene sus silencios particulares. Yo tenía los míos en mi familia, pensaba que la mía era una familia rara y cuando empecé a hacerme mayor me di cuenta de que la mayoría de las familias a mi alrededor también tenían silencios, que no era algo particular, sino algo sistémico de un país y de un sistema político.
Ya son decenas de historias y muchísimos testimonios acumulados en tu podcast. ¿Cómo los encontrás, cómo te llegan y con qué criterios elegís cuáles contar?
Podría decir algo muy largo, pero el criterio es la intuición. Conozco muy bien mi podcast y sé las historias que van y las que no. Obviamente a veces tengo que explorar un poco la historia, pero muy rápido me doy cuenta de si es para De eso no se habla. Todas son muy diferentes, pero también muy parecidas, siempre hay un silencio fundante, siempre hay alguien que se ha atrevido a romperlo, siempre hay algo que no es lo que parece, y siempre hay algo personal que en realidad es social, y es político y es colectivo. Yo creo que eso es algo muy común a todas las historias.
Por lo que decís, hay mucho para revelar de la historia reciente de España de las “grandes páginas” y de las pequeñas historias.
Sí, muchísimo. Porque en el fondo, cuando murió Franco, la estrategia de la cultura oficial y del poder fue mirar hacia adelante. Entonces, si miras hacia adelante, sin mirar el presente, sin mirar lo que hay detrás, todas esas historias quedan ahí hasta que alguien las rescate. Obviamente, hay mucha más gente rescatando historias del pasado que están ahí, esperando su momento de que alguien las lea.
La primera temporada fue con una historia por capítulo y luego se abrieron otras opciones. ¿Cómo fue ese proceso de habilitar relatos sonoros de más largo aliento, que abarcan varios capítulos?
Yo tenía muy claro que, para mí, el formato iba a ser muy diferente. De hecho, la primera temporada son historias individuales, pero en ellas hay un musical, un ensayo, una crónica; cada una es de una manera. En la segunda temporada son miniseries, cara A y cara B, y me gustaba mucho eso, como dos historias arman una constelación, dos historias que se parecen, pero que se pueden escuchar de manera independiente, pero que escuchadas juntas, como cara A y cara B, alcanzan otro significado. Me parecía un juego y, sobre todo, un formato que a mí me hubiera sido interesante y gustado escuchar para intentarlo, para descubrir algo que yo no había hecho.
Luego fue “Lunáticas”, que fueron cinco episodios, y después “Se llamaba como yo”, que son ocho. En el fondo creo que son como retos creativos y lo bueno de hacer un podcast es que puedes dar al material lo que te pida, sobre todo si le das tiempo.
“Se llamaba como yo” fue la ganadora del Premio Ondas 2025 al Mejor Podcast. ¿De qué va?
Es la historia de una mujer que se llama como su hermana, que murió víctima de una bomba en una estación de tren. Sus padres querían mucho tener una hija, entonces la madre iba todos los días a rezar a la iglesia para tener otra hija, y cuando la tuvieron le pusieron el nombre de la niña que se había muerto. Durante 50 años la familia pensó que habían sido víctimas de ETA; de hecho, la primera víctima de ETA. Pero después se descubrió que no. Entonces, para mí ahí se mezclaban dos cosas que me interesaban mucho. Una es el peso del nombre, cómo puedes vivir con el peso de tu hermana siendo dos. Como dice Begoña: “Soy una pero somos dos”. Y a la vez, cómo construyes tu memoria en torno a tu vecindad, pensando que tus vecinos han matado a tu hermana, y de repente 50 años después tienes que cuestionar toda tu memoria. Me parecía una historia muy interesante. Luego se fue volviendo un poco más problemática, más oscura, y tuve que hacer cosas que yo no pensaba que iba a hacer.
Foto: Alessandro Maradei
Esta última temporada te implicó el cruce de historias más cotidianas con entrevistas a personalidades de la España de las últimas décadas.
Sí, en todas para mí hay una parte ensayística en la que, de alguna manera, todas las historias acaban llevando a la transición. Aunque haga una historia de una mesa, esa historia va a acabar tocando la transición, porque para mí es como el momento fundante del presente español. Pero en esta tuve que entrevistar a figuras conocidas, y es algo que yo no hago, no es el periodismo que hago. Fue un reto, fue algo muy diferente.
Sos de País Vasco, por lo que esta historia te toca muy de cerca e incluye cuestiones como la elección de ciertas expresiones que quizás para quienes no somos ni vivimos allí nos pueden pasar desapercibidas. Por ejemplo, hablar de Donostia o de San Sebastián, o cómo definir a ETA.
En cualquier conflicto hay siempre una disputa por las palabras y para mí fue muy difícil decir algunas cosas. De hecho, me pasó en entrevistas que decía cosas de alguna manera y el entrevistado me decía “yo no digo eso así”. Era muy importante establecerlo desde el principio, decir que para mí también era difícil hablar de esto, porque yo llamo las cosas de una manera, pero el hecho de que les llame de una manera determinada va a hacer pensar a la gente que yo tengo una ideología determinada. Y lo que quería era que la gente pudiera acercarse a la historia de una manera, aunque no objetiva, porque no creo en la objetividad, pero sí lo más limpia posible. Sin que pensaran que yo estaba tratando de tamizarla por mi ideología.
Obviamente, siempre está mi subjetividad, por eso escribo en primera persona y para mí es muy importante, pero no quería condicionar la escucha, sobre todo la escucha negativa, que alguien pudiera decir “ah, no escucho esto porque ella dice no sé qué”.
De hecho, han pasado cosas muy hermosas con el podcast, una de ellas es que estoy aquí, que es muy hermoso. Cómo se ha escuchado acá en Uruguay me parece una cosa increíble. Pero otra de las cosas lindas que ha pasado es que nos ha escrito mucha gente de País Vasco y lo que ha alabado más ha sido el tono, el explicitar la dificultad que hay para hablar de esto.
De joven integraste la Comisión del 8M en España. ¿Qué es para vos el feminismo? ¿Cómo lo fuiste incorporando y cómo afectó tu vida?
Miro el mundo desde el ángulo del feminismo. Como decimos muchas feministas, cuando te pones las gafas moradas, ya no puedes mirar con otras. Militar en el 8M fue la experiencia colectiva más impresionante que he tenido en mi vida. He militado en muchas cosas, en muchos movimientos desde muy joven, pero lo que conseguimos armar tantas mujeres, en especial, en 2017 y 2018, con la huelga, pero después y antes también, fue una experiencia política increíble. Poner el feminismo en el centro del debate público de un país y hacer un proceso realmente muy colectivo, en el que algunos medios no entendían que las voceras fueran 15... “¿Pero quién es la responsable?”, preguntaban. Nadie, todas somos responsables.
Eso es algo que yo no he vuelto a vivir políticamente. También es verdad que el ciclo político ha cambiado, pero fue muy transformador de muchas de nosotras y de la sociedad española.
En un capítulo de De eso no se habla contaste sobre “Las 11 de Basauri”, una historia importante para los derechos de la mujer en España, que ocurrió en el pueblo donde naciste, pero que conociste años después de irte de él.
Es mi pueblo, donde sigo yendo, mi padre vive ahí. En el fondo nunca me gustó mucho y siempre traté de irme, me parecía un pueblo gris. También los años de instituto son difíciles. Fue luego, militando en el feminismo, cuando la gente me decía “de Basauri, pero qué interesante”, que empecé a mirarlo con otros ojos.
Y me hablaron de esa historia de Las 11 de Basauri y a mí la historia me parece interesante, pero yo no la hubiera contado si no hubiera pasado lo que pasó después, y es que esas mujeres nunca volvieron a hablar. Porque la historia, bueno, sí, es muy importante, es la historia que abrió el camino para la despenalización del aborto en España, pero si hubiera sido solo eso, no hubiera sido parte de De eso no se habla. Es que esas mujeres no habían hablado en 40 años y eso es lo que a mí me parecía súper digno de investigar, cómo se construye un silencio, cómo puede ser que unas mujeres que son heroínas para muchas no hayan hablado de eso.
Cuando estás en España, ¿a qué te suena la palabra “Uruguay”?
¿Cómo contestar esto sin que parezca que quiero que me inviten otra vez? Tuve siempre mucha fascinación por el Río de la Plata y viví en Argentina, pero siempre tuve mucha afinidad literaria y musical con Uruguay. Me parece un país muy especial con una historia interesantísima y es muy increíble la literatura de acá. Soy muy lectora de Levrero, de Circe Maia, de Ida [Vitale], de Onetti, de Felisberto Hernández. Tanta gente que admiro y que me formó. Y en música también, Alfredo Zitarrosa me encanta, muchos músicos uruguayos fueron muy importantes para mí. A veces uno tiene afinidades con algunos países que no entiende por qué, pero están. Para mí con Uruguay es eso y me siento súper afortunada de estar aquí, me parece irreal. Estar paseando por las calles de Montevideo, de esta cosa que ha pasado con el podcast que todavía no entiendo bien por qué ha sido, pero que me hace muy feliz.
Sonora Creativa. Este sábado en el Centro Cultural de España, desde las 11.00. Entradas gratuitas en RedTickets.