Incluso en el momento en que la burbuja de las plataformas estaba en su máxima expansión, siempre pudimos confiar en HBO. Es cierto que sus producciones originales empezaron a perderse entre aquellas creadas directamente para su plataforma que cambia de nombre cada seis meses (y muchas de ellas son realmente recomendables), pero el ruido de estática seguido del coro angelical suele prepararnos para televisión de calidad.

De arranque uno confía en los valores de producción: buena fotografía, un elenco que le saca jugo al guion y el dinero puesto en el lugar correcto, para que el resultado final sea, cuando mínimo, interesante. La llegada de la miniserie Task: Unidad especial (las últimas dos palabras se las agregaron en América Latina) se sumó a la larga lista de creaciones recomendables, que también sirven para mantener un catálogo de alta calidad, como para dudar poco a la hora de renovar una suscripción.

Esta ficción es una creación de Brad Ingelsby, el mismo de la muy bien recibida Mare of Easttown. Comparando ambas obras queda claro que al guionista y productor de 45 años no solamente le interesa la investigación policial, sino que hace un énfasis en los seres humanos que están detrás de la placa y el arma. Imperfectos, pero a veces mucho menos imperfectos que los que suelen mostrarnos las noticias.

En aquella historia la gran protagonista era Kate Winslet y ese star power era suficiente para que el público le echara al menos un vistazo. En esta oportunidad, el gran llamador es Mark Ruffalo, quien al igual que Winslet tiene su ramillete de apariciones televisivas, pero es sin dudas una cara conocida de la gran pantalla. Le toca interpretar a Tom Brandis, un exsacerdote devenido reclutador del FBI que termina a cargo de una “unidad especial” que investiga el robo a bocas de venta de drogas.

Nada es sencillo, por suerte para la narrativa. Brandis atraviesa una situación familiar compleja que llega a afectar su desempeño laboral, y terminará a cargo de un pequeño grupo de personas que llega con su bagaje, aunque habrá menos tiempo para cada uno de ellos. La historia de Ingelsby humaniza a los agentes del orden sin demonizar ni romantizar sus roles, sino buscando un punto intermedio.

Esa es solamente la mitad de la serie. Porque con trazas de Heat, aquella hermosa película escrita y dirigida por Michael Mann que enfrentaba a Al Pacino y Robert De Niro, el mundo criminal tiene su propia subtrama, encabezada por quienes dan los golpes a las bocas. A la cabeza está Robbie Prendergrast (Tom Pelphrey), con más de una razón para ser ladrón de criminales.

Task: Unidad especial carretea durante el primer episodio. La complejidad le juega en contra en esos minutos en los que se nos presentan diferentes jerarquías, diferentes familias, porque, en último caso, de eso se trata la historia: de la familia que nos tocó, la que elegimos y cómo lidiamos con cada una de ellas. Está la familia de Brandis, la de Prendergrast (se destaca Emilia Jones como su sobrina Maeve), el FBI y hasta los traficantes que ven cómo se desploma el negocio, que llegan con ínfulas de Sons of Anarchy. Por todos lados se tomarán decisiones difíciles, muchas de las cuales no tendrán retorno posible.

Una vez que todas las piezas se encuentran sobre el tablero y vemos cómo se mueven, la tensión se eleva lo suficiente para mantenernos enganchados durante los siete episodios. Entre estos, un sexto episodio en el que pasan tantas cosas que casi parece una película y que deja al último para atar algunos cabos. No creo que quede en el Olimpo de HBO (lo nombro y en mi mente suenan la estática y el coro de ángeles), pero resulta que la competencia es fuertísima.

Task: Unidad especial. Siete episodios de una hora en HBO Max.