El 24 de diciembre de 1995, en las puertas del bar El Tigre, en Punta Carretas, La Vela Puerca tocó por primera vez ante el público –escaso: amigos y algún curioso, pero público al fin–. Por casualidad, aquella presentación fue grabada en VHS y gracias a Youtube hoy podemos ver a un Sebastián Teysera de 22 años no sólo cantando, sino también tocando la batería, como una especie de Phil Collins criollo.
Este sábado a las 21.00, por la misma zona pero en la rambla frente al Club de Golf, la banda festejará sus tres décadas; obviamente, ante mucha más gente que en aquel lejano debut. Porque no sólo pasaron 30 años, sino también cientos de toques y ocho discos de estudio que consolidaron al grupo como uno de los fundamentales de la historia del rock uruguayo. Además, fue la punta de lanza de toda la movida que explotó a principios de este siglo y que en convocatoria –por ejemplo, en las varias ediciones del Pilsen Rock– no tuvo comparación.
Fue tres años después de aquel debut sobre “el escenario”, en 1998, que La Vela puso su primer disco en las bateas, producido por Claudio Taddei. Ya desde el título, con su juego palabrero, Deskarado, pero sobre todo por su arte gráfico, se notó un golpe de timón para navegar por aguas más coloridas que las grises del rock posdictadura. La tapa es una especie de croquis multicolor de una ciudad llena de detalles –con un Palacio Salvo a lo lejos y un tren descarrilado más cerca–.
“Banda nacional que descansa en un reggae, sueña insumisión y se enchufa en ska” es la breve descripción que aparece en el librillo del CD. Pero no hay mejor carta de presentación que la música; por eso, el arranque del disco, con “Alta magia”, ya marcaba de qué iba La Vela, con esa intro festiva de riff nervioso y el machaque rítmico que apuntala a Teysera para repetir tres veces la palabra final de algunos versos. Pero el ska festivo no iba en detrimento del desafío a la autoridad –es decir, la parte descarada, sin k–, y todavía resuenan aquellos versos cantados más que con ganas: “No hay derecho / ni amnistía, / y que encierren / policías”.
En “Mi semilla”, otro de los hits del disco, ya está configurado el Teysera más íntimo e introspectivo, por más que sea una canción de la planta, con guitarra acústica y arpegio de entrecasa. A su vez, de pique también mostró ser una banda que miraba a la tradición, y allí estaba la versión de “El gavilán” –que también sonó en aquel primer toque–, un clásico joropo venezolano que en nuestro país popularizaron Los Olimareños.
El músico y productor argentino Gustavo Santaolalla, que en los 90 estaba atento a lo que pasaba con la música de las nuevas generaciones para su sello Surco, les echó el ojo ya con su primer disco, y a fines de 1999 el álbum fue reeditado en Argentina bajo el nombre La Vela Puerca. Luego fue el encargado de producir De bichos y flores (2001) –con un sonido más pulido–, una colección de robustas canciones de rock y ska que resultaron un quiebre en cuanto a la masividad de una banda de rock en Uruguay, como “Por dentro”, “El huracán” y “Burbujas”, pero sobre todo la omnipresente “El viejo”, dueña de la melodía de vientos más sonada de la historia de la música vernácula. Y la conexión con la raíz uruguaya tampoco faltó, ni en una canción original, como la murguera “José sabía”, ni en las versiones, con una aguerrida de “De no olvidar”, de don Alfredo Zitarrosa.
Más magia
Otra vez con Santaolalla en la producción, en 2004 La Vela publicó A contraluz, que arranca con la explosión de “Llenos de magia”, una de sus más grandes canciones, con el arreglo de vientos de melodía compartible y el riff de guitarra acelerado y pegadizo. El álbum potenció varias de las vetas de la banda, como la íntima, que en “Zafar” –otra canción que se volvió omnipresente– encontró al Teysera más íntimo, al que lo van envolviendo los instrumentos para hacer todo mucho más importante.
Quizás porque en A contraluz la banda llegó al cenit del estilo que había forjado en su primer disco –hay una frase hecha que dice que todo músico muestra realmente de lo que está hecho en su tercer disco–, para el cuarto, producido por Juan Campodónico, se despacharon con El impulso, un álbum de sonido un poco parco, con un enfoque de guitarras más al frente y de vientos para atrás. Esa línea siguió en el disco doble Piel y hueso (2011), en forma más descarnada –ya su título daba una pista–, con una primera parte bien cruda y punk. El segundo disco de aquel álbum incluía seis canciones en plan acústico, para redondear esa faceta íntima de la banda.
En Érase (2014) se animaron a coquetear con un lado más pop, como en “¿Ves?” –en particular, por la cadencia serena de la melodía–, que contó nada menos que con la voz de Jaime Roos, para así terminar de estamparle el sello de calidad. Para el álbum Destilar (2018), La Vela llegó a un punto medio entre aquellos primeros discos y los siguientes, hasta llegar a Discopático (2022), su álbum más reciente con material nuevo. Allí le dieron una nueva vuelta de tuerca al asunto, que también se vislumbra en la tapa –un solitario vinilo en “movimiento”, con un efecto de espiral psicodélico en el medio–, con canciones como la que lo cierra, “No sé”, con un impulso –y arreglo de viento acorde– casi discotequero. Entre todo esto, La Vela también editó varios discos –y material audiovisual– que captan su esencia en vivo, que repartirá a placer, una vez más, esta noche.
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La Vela Puerca festeja sus 30 años este sábado a las 21.00 en la rambla de Punta Carretas (frente al Club de Golf). Las entradas se consiguen por Redtickets y quedan a $ 1.890.
Croupier Funk en Sociedad Urbana Villa Dolores
La banda Croupier Funk despide el 2025 con su Fiesta Funkideña, “una noche para invocar a los ancestros del funk y dejar que el groove se apodere de tu cuerpo”. “Con 16 años haciendo bailar al país en escenarios y fiestas de todo tipo, la banda se prepara para cerrar el año con una celebración donde el ritmo, la energía y el calor están garantizados”, se anuncia en la gacetilla de prensa. La cita será este sábado a las 21.00 en Sociedad Urbana Villa Dolores (Alejo Rossell y Rius y Capitán Videla). Las entradas se consiguen por Redtickets a $ 650.
Karina en el Antel Arena
La cantante y compositora argentina de música tropical Karina, alias La Princesita, se presentará este sábado a las 21.00 en el Antel Arena para festejar sus 20 años de carrera. Las entradas se venden por Tickantel y van desde $ 1.500 a $ 4.500.