El miércoles a las 20.00 en el Patio del Museo del Carnaval se presentará el cantautor Mocchi, que en setiembre editó El frío que nos convoca, su flamante quinto disco de estudio –disponible en Spotify–, el sucesor de La certeza del dolor (2023). Si bien estéticamente sigue algunas pinceladas del disco anterior, por la instrumentación de cuerdas (violín, viola y chelo) y piano, en este álbum encontramos rendijas por las que pasa más luz de esperanza, que atenúa la visceralidad dolorosa de su antecesor –que ya la reflejaba desde el título–.
“Mi vida es una casa con la puerta abierta”, canta Mocchi en “Los días nuestros”, la que abre el disco, que pega fuerte de entrada con los melancólicos arreglos de violín, pero luego entra en un laberinto de emociones que van y vienen entre el dolor y la esperanza. Ya en esta primera canción se evidencia la portada del disco, con una llama azul –de fuego frío– que adentro también lleva el calor rojo de la vida, y se agita o se calma con el viento, el mismo con el que Mocchi hace canciones y aviva el fuego de los versos finales: “... que quiero celebrar / todos los días nuestros”.
En “Puedo imaginar”, sobre el swing despreocupado de las guitarras acústicas, Mocchi lanza una creativa metáfora sobre lo que implica el proceso de crear canciones: “Hago canciones para dibujarme, / para ver quién era, para ver quién soy, / a veces son rayones y a veces poesía, / pero si lo escribo lo sabré mejor”. En esta canción marca presencia Martín Buscaglia, aportando su voz, que calza perfecta y le da una fresca brisa pop. “Puedo imaginar” tiene dos partes bien distintas musicalmente, al punto de que parecen de dos canciones diferentes y antagónicas, porque la primera suena optimista y pop, y la segunda es una bajada atravesada por las cuerdas que genera la tensión melancólica mocchiana.
El álbum contiene ocho canciones y es bien concreto, con poco menos de media hora de duración. Su primera mitad se cierra con “Cuadros”, una especie de milonga/rock (esto último, más por la llevada rítmica que por la instrumentación) que coloca al disco en otro ambiente. La letra se erige como una de las más íntimas de Mocchi, desplegando imágenes (esos “cuadros”) de sus lugares, sentimientos e ideas, en donde lo metafórico y lo literal se pueden entreverar (“compré dos casas y no vivo en ninguna”).
“Cuadros” no tiene estribillo, es un recorrido para avanzar sin mirar atrás, por eso la música –con las guitarras eléctricas muteadas a ritmo de galope o de motor– tiene pulso rutero, sobre el que Mocchi se manda un gran despliegue de su caudal vocal –siempre al servicio de lo expresivo–. Para el final, la reflexión: “Todos quisimos algún día morirnos / y a veces también aprender a vivir”.
“Decirnos nada” es una tierna balada con un enfoque instrumental clásico –empieza a solo piano y luego las cuerdas van arropando la voz de Mocchi–, pero en su letra sigue la línea visceral, descarnada, o sea, no sólo toca la parte linda del amor: “Dame lo que quieras / y no me des más, / apaga las cosas / que tira mi mente, / dame lo que puedas / y no me des más [...] Dame lo que duelas, / no duelas de más, / que quiero abrazar / tus noches oscuras. / Dame lo que puedas / y no me des más. / Eso para mí ya es fortuna”.
Una de las gemas del disco es la versión de la canción “Quién va cantar”, de Ruben Rada, de su ya clásico disco homónimo del año 2000 producido por Cachorro López, que le dio un brío “comercial”. Se trata de una versión en el sentido más puro del término, porque tanto los arreglos de cuerdas como el pulso más arrastrado –impulsado por el piano–, pero sobre todo la interpretación sentida y profunda de Mocchi, la transforman en otra cosa.
Esa otra cosa, que es un enfoque estético que a grandes rasgos le da un barniz de tanguez, le pone mucho más peso a la letra, una de las más políticas de Rada (“cuando el reparto sea más coherente / tendremos un planeta con identidad”), y varios de sus versos siguen y seguirán vigentes, por aquello del eterno retorno de todas las cosas (“cuando el amor sea lo más urgente / no tendrá caso la guerra de Oriente”). El mismísimo Rada aporta su gola en la canción, pero amén de turnarse para cantar, hay unos detalles de armonizaciones vocales entre él y Mocchi que terminan de redondear una versión impresionante.
No en vano “Quién va a cantar” da paso a “Compostaje”, para cerrar el disco con una bien política, y por algo también fue el primer corte de difusión del álbum. Estamos ante una canción llevada por un arpegio de guitarra y poco más, como para que se escuchen mejor las palabras de Mocchi, que son muchas y muy cargadas de significados, para seguir masticando y digiriendo un buen rato después de terminar de escuchar el disco: “El compostaje / de silencios que hoy son palabras, / de un ardor que ya no es romántico, / cuando el pobre acaricia el látigo / y la patria se vuelve fábrica; / el silencio siempre es político, / como todo traidor mediático, / que llegó a destruir lo público, / intentando volvernos prácticos, / como un barco que va sin brújula, / no podremos volvernos máquinas, / es momento de no ser náufrago”...
Mocchi el miércoles a las 20.30 en el Patio del Museo del Carnaval (Piedras y Maciel). Entradas por Redtickets a $ 1.270.
Víctor Amaral Portela en Tacuarembó
El multiinstrumentista Víctor Amaral Portela se presentará este sábado en el teatro Escayola de Tacuarembó, de donde es oriundo, por eso invita a un “viaje musical” por los paisajes sonoros de ese departamento. Según se anuncia, en el espectáculo Bien de entre casa el acordeón y el piano se entrelazan “para crear una atmósfera íntima y emotiva”, y el repertorio incluirá canciones de sus discos y piezas de la música regional. Las entradas se venden por Tickantel a $ 400.
Valses de Strauss y Tchaikovsky en el Sodre
El miércoles a las 20.00 la Orquesta Sinfónica Nacional del Sodre dará inicio a la temporada 2025 en el Auditorio Nacional Adela Reta, con un espectáculo cargado de vals. El programa contará con obras de Johann Strauss II (como el famosísimo y legendario Danubio azul), Piotr Ilich Tchaikovsky y Franz Liszt, entre otros compositores. Las entradas se consiguen por Tickantel y quedan de $ 170 y $ 450.