Desde que la lucha libre, el catch, la WWE o como quieran llamarle se consagró como gran espectáculo en Estados Unidos –alrededor de la década de 1980, sin ánimo de ser precisos– sus mayores figuras han intentado dar el salto a Hollywood y consagrarse a su vez como estrellas de cine. Quizá tomando como ejemplo a los mexicanos El Santo o Blue Demon y sus increíbles triunfos en la industria cinematográfica de su país algunas décadas antes, un incontable número de luchadores han transitado por varios shows, en los que casi siempre devenían en villanos forzudos que enfrentaban a los habitualmente más menudos –y mejores actores– protagonistas.

Entre aquellos intentos, asomaba el gentil André el Gigante en el clásico La princesa prometida, o a riesgo de volverse tan molesto como una mosca en la sopa, el blondo Hulk Hogan, quien en su momento de mayor exposición aparecía en todo lo que podía. Así, entre decenas de participaciones, enfrentó al Rocky de Sylvester Stallone y compartió comedias con Leslie Nielsen.

En tiempos más recientes, podemos aseverar que hay una suerte de santa tríada de luchadores reconvertidos en actores exitosos del cine de acción y comedia. El más popular entre los tres –y una de las mayores estrellas en cuanto a respuesta de taquilla– es Dwayne La Roca Johnson, mientras que sin duda el más gracioso es John Cena. El que hoy nos ocupa, Dave Bautista, quizá no sea tan carismático como los otros dos y ha trazado su salto al cine asociado especialmente a Marvel. Interpretó al aventurero espacial Drax el Destructor en la saga de películas (y derivados) Guardianes de la galaxia.

De los tres, además, Bautista es el que parece más interesado en expandir las posibilidades de su universo actoral, puesto que –sin abandonar casi nunca la acción– ha desarrollado una veta más dramática. Allí está la casi experimental Bushwick, su secundario en el díptico Dune o el reciente melodrama The Last Showgirl, en el que acompaña a Pamela Anderson en su regreso al cine.

Bautista es también un actor que ha admitido públicamente su miedo a terminar encasillado. De hecho, Juego de asesinos nace de su deseo explícito de protagonizar una comedia romántica. Pero, claro, siendo ya una estrella del cine de acción, esa comedia romántica tendrá tiros, explosiones y una buena cantidad de muertos en su recorrido.

Cazador casado

En Juego de asesinos, Bautista es Joe Flood, un efectivo asesino a sueldo –con códigos: mata sólo gente mala– que un día, en Budapest y durante un “golpe” que sale más o menos, conoce a Maize (Sofia Boutella), una bailarina de ballet. Para su sorpresa, conectan, comienzan una relación y pronto Joe empieza a imaginar un futuro feliz en el que ya no anda matando gente. Durará muy poco su alegría.

Aquejado de regulares dolores de cabeza, Joe es diagnosticado de una enfermedad mortal y se le anuncia que le quedan tan sólo tres meses de vida. Así las cosas, prepara todo para dejar cubierta económicamente a Maize con su propio seguro de vida, pero, como su muerte no puede ocurrir por suicidio, pone precio a su propia cabeza entre sus colegas y rivales. Apenas termina de poner en marcha el plan (minuto 15 de la película, aproximadamente), el doctor vuelve a llamarlo y le avisa que todo fue un error, que se le entreveraron los exámenes y que Joe está, en realidad, sano como un roble.

Así las cosas, Joe deberá luchar por su vida y la de Maize, al tiempo que es perseguido por los más variopintos competidores, un elencazo de figuras del cine de acción actual: Daniel Bernhardt, el chileno Marko Zaror, el siempre divertido Terry Crews y el ídolo británico Scott Adkins, entre otros. Debe cruzarlos a todos mientras trata de vencer a la villana principal (Pom Klementieff, que repite dupla con Bautista tras Guardianes de la galaxia) y logra recuperar a su chica.

Curiosamente, Bautista se ve particularmente envarado en su protagónico durante las escenas de acción, más que en las de romance o comedia. La historia, aunque no tiene ningún exceso de originalidad, entretiene siempre. Su director, JJ Perry (un ex doble de acción), sabe lo que hace y es en especial el elenco secundario (complementado por el incombustible Ben Kingsley) el que termina poniendo mucha chicha y sal al asunto para lograr una comedia romántica efectivamente muy divertida y cargada de acción, violencia y humor negro.

Juego de asesinos (Killer’s Game). 104 minutos. En Prime Video.