Si pasan el suficiente tiempo en las redes sociales o en Youtube, quizás el algoritmo ya les haya presentado a uno de los influencers más populares del mundo. Un estadounidense veinteañero de ojos muertos y sonrisa espeluznante que utiliza su fortuna para filmar videos costosos en los que suele presentar desafíos o pruebas, y que tienen tantas visualizaciones que amortizan con creces la inversión.
Jimmy MrBeast Donaldson es un signo de los tiempos que corren. Para algunos es literalmente un signo del Apocalipsis, pero mi agnosticismo no es tan flexible. Porque la clase de desafíos que propone suele tener un condimento de manipulación emocional –ya sea con dinero o al enfrentar a los participantes entre sí– parecido al que acostumbramos a ver en la ficción, como, por ejemplo, en El juego del calamar.
Hablando de eso, y como pequeño desvío antes de llegar al reality show que nos reúne, uno de los videos más populares de MrBeast fue una recreación del estilo de pruebas de la popular serie coreana que se puede ver en Netflix. Tanto fue el éxito, que él y sus lacayos decidieron hacer números, agregar sus condimentos bestiales y crear sus propios Juegos de la Bestia, cuya primera temporada se estrenó a fines del año pasado en Prime Video.
Beast Games es una competencia entre 1.000 participantes por un premio inicial de cinco millones de dólares, que (como repetirá decenas de veces) es el premio más alto para esta clase de programas en la historia. Durante los diez episodios, que fueron emitidos en forma semanal hasta febrero, se agregaron toda clase de pozos extras, que deben de haber triplicado la cifra final de dinero entregado.
Abandonad toda esperanza quienes aquí sintonicen
Tranquilos, que ponerse a ver este programa no los condena al Infierno (confiemos en el papa Francisco, que dijo que está vacío). A diferencia de los participantes de El juego del calamar, aquí no se trata de personas acuciadas por las deudas de juego, aunque conforme avance la competencia conoceremos algunas historias de vida, tan removedoras como las de cualquier participante de un reality argentino de este siglo.
Teniendo conciencia de eso, veremos cómo el mismísimo Señor Bestia empieza a despachar participantes a diestra y siniestra. Sin ir más lejos, el primer programa comienza con mil concursantes, y una hora después quedarán un poco menos de la mitad.
Hablando de mitades, en la primera mitad de la temporada los productores se notan más en su salsa, permitiéndose pruebas que, a base de suerte, habilidad o sobornos, hacen caer estrepitosamente el número de competidores. Desde trampillas como las de Ahora caigo hasta sencillos tiros al blanco, las cruces rojas irán apareciendo digitalmente sobre la gran mayoría de los que se animaron a participar.
Todo esto será mostrado con ingenios tecnológicos acordes a los tiempos que corren y a la reputación de la Bestia. El primer juego es filmado con 1.107 cámaras: una para cada una de los mil, y el resto dirigidas hacia cualquier rincón del inmenso almacén en el que se nuclean. La posproducción, fundamental en todo reality show que se precie de tal, no solamente ordena las acciones en la forma más dramática posible, sino que va empezando a contarnos las historias de muchos de quienes llegarán hasta las últimas instancias.
Con aventuras en una isla privada (que se regalará a uno de los participantes), tentaciones enormes y traiciones mayúsculas, terminaremos con un puñado de contendientes. Aquí el programa coquetea con algunos momentos del estilo Gran Hermano y similares, y no funciona tan bien, quizás porque Jimmy es incapaz de pedirle a su rostro que demuestre emociones.
Al final de los diez episodios nos habremos divertido con el sufrimiento de un montón de desconocidos, pero no vale la pena sentir culpa. Es como pensar que el mundo se está yendo al precipicio por no haber separado la basura antes de tirarla, cuando en realidad se está yendo por gente como MrBeast. Al menos nos entretiene mientras lo hace.
Beast Games. Diez episodios de entre 40 minutos y una hora. En Prime Video.