Las cosas empiezan de manera tan inesperada como intempestiva. Nuestro enorme protagonista, Jack Reacher (Alan Ritchson, cada día más cómodo en el rol) se encuentra haciendo las cosas que suele hacer: viajar entre pueblos, cumplir pequeñas tareas que le den algún dólar, vagar sin rumbo. De pronto, está en una tienda de discos viejos vendiendo unos vinilos cuando enfrente, apenas cruzando la calle, se inician los movimientos que devendrán en el secuestro de un joven.
Reacher, como lo hemos visto una y otra vez, interviene para interrumpir el crimen, golpea por acá, da un par de disparos por allá, atraviesa con su camioneta el coche de los secuestradores más acá y, de pronto, se encuentra con que acaba de disparar –y matar– a un policía de civil que llegaba a intervenir. Van sólo diez minutos del primer capítulo de esta tercera temporada y, aparentemente, nuestro héroe acaba de ser absorbido por un torbellino de problemas.
Por supuesto, la palabra clave del anterior párrafo es aparentemente, porque las cosas no son lo que parecen en esta nueva historia de Reacher. El personaje es sacado de su “zona de confort” (si dos temporadas protagonizadas por un nómade sin ataduras pueden significar algo así) y puesto en una misión tan particular como peligrosa: infiltrarse en la casa de un supuesto traficante de drogas donde está pasando bastante más que lo que se sugiere en un principio.
El relato se construye de manera muy sólida, como nos ha demostrado hasta ahora la serie que, bajo la batuta de Nick Santora, adapta las novelas de Lee Child. Esta sin dudas es su mejor temporada hasta el momento, acaso porque adapta una de las mejores novelas, El inductor, séptima de la serie y la más entretenida entre las que he leído, y lo hace de manera excelente. Aquí Reacher va a funcionar largo rato como pez fuera del agua y parece que ha encontrado la horma de su zapato, tanto por las complejidades del caso que involucra al traficante (Anthony Michael Hall), su hijo (Johnny Berchtold), un jefe en las sombras (Brian Tee) y acaso el rival más poderoso físicamente que jamás se haya cruzado: la gigantesca mole de 2,18 centímetros conocida como The Dutch Giant u Olivier Richters. Claro, Reacher no juega solo: entre los aliados de turno que se suman esta temporada hay una unidad de la DEA (Sonya Cassidy, Roberto Montesinos y Daniel David Stewart) y también regresa a dar una mano su socia ocasional Neagley (Maria Sten).
Reacher sigue funcionando de manera muy básica –cuando piensa en cómo complicar más a su enorme protagonista, la respuesta es “le ponemos enfrente a un tipo todavía más grande”– y es gracias a esa sencillez y falta de sutileza que todo fluye de maravilla. Entretenimiento del mejor, poco dado a complejidades innecesarias, respaldado en estupendos diálogos (tomados casi al pie de la letra de la obra de Child, cuya saga literaria cuenta con la misma efectividad que la serie), buenas actuaciones, eficaces protagónicos y secundarios y –lo más importante para que una serie de acción funcione– mejores villanos a vencer temporada a temporada. Para preguntarse sobre las complejidades del mundo y angustiarnos a tono, ahí tenemos Adolescencia. Pero para pasar un gran rato divertido –tan grande como su protagonista– del mejor escapismo, ahí tenemos Reacher.
Reacher, tercera temporada. Ocho episodios de 50 minutos. En Prime Video.