Con un formato de juicio para únicamente tres personajes, Un tren quebrando la siesta, la obra escrita y dirigida por Elaine Lacey (Montevideo, 1988), trata de desentrañar el opaco caso de Nelly Weissel (1920-2010), actriz de la Comedia Nacional que en 1962 fue acusada de asesinar a su esposo, el pintor y escenógrafo Fernando Vyeites. Como si faltaran ganchos, la histórica dirigente colorada Adela Reta fue abogada en la causa y aquí es un personaje.
A Lacey le interesaba esa estructura como ejercicio retórico: “Me daba la posibilidad de acusarla y de defenderla, de usar todo el material y los argumentos con los que me pude encontrar para ponerlos de forma equitativa en escena”.
En febrero la sala Nelly Goitiño del Sodre fue testigo del estreno de este espectáculo, producido junto con Israel Adrián Caetano y María Victoria Parada. Conocidos de los implicados en esta historia real fueron convocados durante el proceso de montaje para que aportaran su testimonio e incluso la autora tomó contacto con Carmen, la hija de Weissel, que estuvo en la sala aquella noche. El jueves, por sólo cuatro funciones, la pieza se repone en el teatro Solís, donde tantos años trabajó la actriz.
Lacey se sumergió en la hemeroteca del Palacio Legislativo, relevó revistas como Mundo Uruguayo y construyó una web con recortes de prensa de la época, tanto de las reseñas de las obras que Weissel, una actriz de carácter, como de los sueltos policiales, que hablaban de celos para tratar de entender el móvil del asesinato.
La dramaturga observa que “fue todo muy tapado”. “Llama la atención la poca información que había, mucho teléfono descompuesto, sobre qué era lo que realmente había pasado”. Además, se solapaba una noción de discreción, de vida privada: “Me encontré con que se seguía arrastrando esa idea de que es algo personal. Ese era el enfoque que se tenía hacia los delitos dentro de lo doméstico; eran ‘crímenes pasionales’. Ahora, con la violencia de género, empieza a tener una dimensión un poco más social”.
Foto: S/d de autor, difusión
Entre la voluntad de protección de quienes la querían y el recelo de antiguos compañeros, hasta el día de hoy “había poca voluntad de hablar de eso”, dice Lacey. “Si entrás a la página de la Comedia Nacional, dice que suspendió su actividad por temas personales durante un tiempo. Porque ella vuelve a la Comedia en 1972. Hubo gente que tuvo una mirada un poco más compasiva ante la situación y otras personas que realmente la juzgaron, al punto de que cuando volvió a los escenarios había bandos de compañeros que no la miraban a los ojos. Además, conocían a su marido y se enemistaron con ella a raíz de esto, que es entendible”. Ella era más conocida que él, que ejercía la docencia y llevaba adelante un comercio multirrubro en la avenida 8 de Octubre. De la mano de Weissel “fue ingresando al mundo del teatro y formaba parte de La Máscara”, el grupo de teatro independiente.
Lacey empezó a tirar de todos estos hilos en 2019, luego de conocer algunos datos en la residencia montada por Salvadora Editora, que buscaba recuperar el trabajo de dramaturgas que no habían tenido suficiente trascendencia. “Nelly estaba entre ellas, porque, además de ser actriz, escribió una obra que se llamaba Gabriela”, apunta. Aunque el texto está extraviado, el argumento tiene algo de premonitorio: “Era un poco un antecedente de lo que pasaba, que era una pareja con un esposo infiel que abandonaba a su esposa y ella se suicidaba. La iba a interpretar otra actriz, pero no pudo hacerlo, entonces ella actúa por primera vez como protagonista. Le va muy bien a la obra y fue medio familiar todo, porque él hacía la escenografía y también actuaba su hija, con 7 años. Era una antesala de algo”, sostiene Lacey, que refiere varios cabos sueltos en la reconstrucción de los 20 años de matrimonio de Weissel, que debió soportar “los rumores en los pasillos de los teatros” y “el sutil abuso psicológico”.
En ese momento, aunque parezca asombroso, el vínculo familiar se tomaba como un atenuante. “Me llamó mucho la atención, hablando con Carmen, que ella perdona a la madre, como que comprende desde un lugar más global la situación y también su cuñada, cuando Nelly va presa y a un hospital psiquiátrico, la acompaña económicamente. Era compleja la situación. Adela Reta se encargó de aislar a Carmen, de protegerla en ese momento, que ya tenía 18 años, para que no tuviera que saber tantos detalles, y ella participa solamente en una instancia con el juez y se va a vivir a Europa”.
Si bien eventualmente retomó su carrera, Weissel nunca volvió a ser la misma, aseguran. Ese desgaste psíquico, esos secretos a voces, son los que intenta reflejar la puesta en escena, para la que la directora escogió un título metafórico que retoma el nombre de una producción televisiva de la que apenas quedan rastros. Lacey dio con los anuncios de prensa de la tira diaria que emitiría Canal 10: “Yo ya había leído en otras entrevistas que ella soñaba con llevar un gran teatro a las cámaras; era muy de vanguardia, con ideas claras, de querer revolucionar. Esta obra es un poco en honor a esto”.
Foto: S/d de autor, difusión
Lacey, que viene desempeñándose tanto a nivel audiovisual como teatral (en la temporada 2022 participó en Todo su asco del mundo con la Comedia Nacional), hace cinco años que tiene entre manos lo que llama “un proyecto transversal”, una novela que entiende como un proceso personal, en torno a otra investigación, sobre una tía suya que murió en un accidente aéreo. “Tuvo una vida bastante particular, en las coordenadas de la dictadura, viajando prácticamente por todo el mundo porque estaba casada con un fotoperiodista. Entonces, hay un panorama del mundo que ella describía en cartas y también era una persona de guardar muchos registros”, relata.
“Me encontré con mucho material y tiene una conexión con lo de Nelly, que a partir de la vida privada es ir ampliando al contexto social. Sobre todo, con las dos hago el mismo ejercicio, ver cómo el juicio propio se va alterando en la medida en que va ingresando la información. Te das cuenta de cómo realmente rellenamos al no saber. Por lo general todo es mucho más interesante y es más rico de lo que pensábamos”.
Un tren quebrando la siesta. En la sala Zavala Muniz del teatro Solís, el 29, 30 y 31 de mayo a las 20.30 y el 1º de junio a las 19.30. Entradas en Tickantel y boletería $ 600. 2x1 para la diaria.