Para apocar un malhumor provocado por un resfriado matinal, Florencia Núñez no tiene otra receta que la de salir a caminar, como todos los días, en busca de un buen lugar para tomar café. En el recorrido con el que comienza esta charla, la cantante, compositora y guitarrista rochense marca y recomienda sus lugares predilectos de Punta Carretas, entre ellos una tienda de ropa con una librería y una cantina escondidas o el comedor de un hotel que ofrece serenidad sonora y comodidad mobiliaria.

La presentación oficial de las canciones de su cuarto disco, Fe, junto con una banda de 14 músicos y otros invitados especiales, ocupará el grueso de esta entrevista, que también incluyó la mención de Seinfeld, su serie preferida para “refugiarse de la vida”, el relato de sus aventuras por Brasil como cantante contratada para una publicidad de alcance nacional, una aproximación a sus lecturas más recientes (entre ellas, los libros de Tamara Silva), y la novedad de un club de “máximos fans” con los que intercambia, a través de Telegram, ideas y adelantos de sus composiciones: “A veces les digo: ‘Che, estén atentos que está por salir tal cosa’. Tenemos una relación muy cordial, creo que algo de eso se refleja en mi música”.

Tu disco Fe arranca con “Lo canté”, una canción con una propuesta y un mensaje de optimismo. ¿La hiciste en un momento particular o podría haber aparecido en cualquier momento?

Estuvo bien así. No me la imagino en otro momento ni en otro lugar de mi discografía. Esa canción la hice el mismo día en que, en Londres, estaba naciendo mi sobrino. Sincronizado, pero sin que yo supiera en ese instante. Fue el 28 de abril de 2021. Tienen cuatro años mi sobrino y la canción. Yo supongo que lo que intentaba con ese tema era recobrar el espíritu del encuentro y la vivencia más personal que podés tener cuando estás frente a frente con otro de verdad. Estábamos en medio de la pandemia, encerrados. Toda la virtualidad a la que tuvimos que adaptarnos fue agotadora, aunque por suerte la tuvimos, porque sin eso tal vez hubiera sido peor. La canción apunta a todo lo contrario: habla de juntarnos, de valorar el espacio común de verse, de poder cantar juntos y de celebrar lo que tenemos. Estamos vivos, pero podríamos no estarlo. Es como medio de lotería también.

Pero vos sos un poco así, ¿no?

Y sí. Soy bastante optimista, bastante positiva en general. Tiendo a tener bastante energía. En general, porque puedo tener mis momentos.

¿Qué cosas te pueden sacar de ese estado?

Un poco la frustración de que las cosas no salgan como una espera, que se me agote la paciencia. No sé, puede haber muchas cosas que me saquen. El año pasado fue bastante complicado para mí. Entonces ahora es: “Vamos a retomar la energía porque esto tiene que cambiar y lo que pasó pasó”. Por eso intento buscar un espacio para el disfrute y para conectarme de nuevo con las cosas que me hacen bien. En mi caso, para empezar, con la música. El año pasado fue muy agotador, pero bueno, acá estamos.

Escuchando varias veces “Lo canté” y ubicándola en el contexto de la música uruguaya de muchos de tus colegas cantautores de tradición melancólica, se me hacía hasta provocadora. Lo tuyo va por otro lado.

Será que la melancolía a mí no me funciona tanto, en el sentido de que no es lo que quiero inspirar o hacia donde quiero ir. Supongo que uno construye la música en la que quiere caminar. Yo estoy intentando construir una música de tonos mayores, más luminosa, o al menos lo intento. Siempre es difícil porque la oscuridad también tira. Y me consta que hay mucha gente a la que le tira la oscuridad.

Y si te ponés a pensar en cómo se construyen los públicos, mucha gente quiere estar triste y llorar. Va a los conciertos para escuchar una determinada música que la lleve hacia ese lugar, pasa. Pero yo creo que hay mucha gente que también escucha música para sentirse bien y que necesita que le contagien un poco de energía. O sea, yo cuando estoy contenta y estoy ordenando mi casa y no sé qué, pongo Carlos Vives, Juan Luis Guerra, Gloria Estefan. ¿Me explico? Cosas que naturalmente me lleven a un lugar lindo. Hay otros días que pongo Simon & Garfunkel. El disco está ahí en casa, postrado todo el tiempo en el tocadiscos, y si pongo play es lo que suena. Creo que hay momentos para todo, pero reconozco que tengo una tendencia más hacia la música que me hace sentir alegre.

La última vez que te vi en vivo fue en un concierto muy íntimo en el Cabildo de Montevideo. Ese día me llamó mucho la atención el tipo de conexión que tenés con la gente que te va a ver. Pareciera que estás totalmente cómoda en ese momento de exposición.

Me pasa eso, sí, de sentirme muy cómoda en los shows. Y a medida que pasa el tiempo y tengo más oficio, también voy desarrollando esa capacidad de ir llevando a la gente hacia el lugar que quiero. No es fácil. Se trata de construir un clima, el que vos quieras, y de entablar un diálogo con el que te va a ver. Últimamente eso se ha reafirmado mucho. Desde que salió el disco de noviembre, no paré de tocar, especialmente en el verano, y cada vez me doy más cuenta de que la gente viene predispuesta a entrar en esa especie de cápsula para divertirnos o ponernos tristes, o compartir una historia. En eso se han transformado los conciertos, son como un encuentro.

Siempre pienso que cada persona que viene a un concierto lo hace único e irrepetible. Y no digo como si fuera poesía. De verdad pienso que, dependiendo de quién vaya, energéticamente el concierto va a ser distinto, porque además nos estamos comunicando entre todos. Y también está bueno para una. Decís: “¿Cómo será esta noche?”.

Otro aspecto que te distingue entre muchos de tus colegas es que además de dedicarte a tocar y componer, parece que disfrutás mucho de estar involucrada en la gestión de todo lo que hacés.

Sí, me gusta la gestión. Eso tiene que ver con que mi música tiene un lugar en el mundo. Entender cuál es ese lugar es en lo que más me interesa trabajar y descubrir. No es el mismo lugar que ocupa hoy que el de hace ocho o diez años, y la gestión muchas veces incide en tu propuesta. Una no puede ser totalmente ignorante de lo que pasa con lo que hace, o ser indiferente a eso, porque la verdad es que ahí puede haber una llave para algo más.

Foto del artículo 'Canciones de fe y celebración: Florencia Núñez en el teatro Solís'

Foto: Brian Ojeda, difusión

Te pongo un ejemplo: desde fines del año pasado vengo recibiendo mensajes de maestras de escuela, de la educación pública y privada, que me cuentan que eligieron “Yo canté” en sus actos, y este año arrancó con más fuerza. Hay mucha gente que la está cantando, coros de niños que la están aprendiendo. Para mí que pase algo así es una locura, ¿me explico? Entonces, pienso: “Qué poder tan grande tiene el otro sobre lo que uno hace”. Ahora estoy desesperada por ir a encontrarme y conocer a todos esos niños y charlar con ellos. Ya tenemos un plan. Esas cosas te cambian la percepción sobre lo que hacés.

Ahí es cuando decís: “No puedo estar pensando si agrego tal o cual nota a una canción”. Obviamente que tenés que dar un buen concierto, pero ¿qué es más importante? Esas maestras entendieron que “Lo canté” es una canción con la cual pueden resonar, y yo tengo que estar en sintonía con ese acontecimiento.

La música es un vehículo, las canciones son un vehículo que tiene direcciones distintas, y yo tengo que saber hacia dónde va la mía. Creo que eso es lo importante de esa gestión.

En Fe cantan contigo Jorge Drexler y Laura Canoura. ¿Qué significan esas colaboraciones?

Son personas con las que ya tenía una muy buena relación. El verano anterior a la salida del disco le mostré algunas canciones a Jorge cuando todavía no estaba del todo definido el repertorio final. En ese ínterin él me iba comentando qué le parecían, y cuando escuchó “Las vueltas” le gustó mucho, me propuso algunos arreglos y fue como: “Está la puerta abierta, si te querés sumar”, y siento que esa canción le cuadró perfecto. En un momento, por la historia que relata el tema, me dijo: “Hay que mostrársela a Nano [Joan Manuel Serrat]”. Y yo le dije: “Vayamos más despacio. Grabemos la canción y vemos cómo queda”.

¿Cómo es tu historia con Laura Canoura?

Con Laura tenemos una relación de amistad y de compartir cosas de hace muchos años. O sea, es una relación que se trazó de tal forma que ha sido muy importante en mi vida, y creo que de admiración mutua. Ella ha sido mi maestra en muchos aspectos. Escribí “Bolero principiante” pensando en ella, y en su voz para que la cantara. Estábamos en pandemia cuando se la mostré por Zoom y le encantó. Después, viste que cuando le das una canción a alguien más puede tardar en salir, por los tiempos de cada uno. Entonces se me ocurrió incluirla en mi disco e invité a Laura a cantar conmigo.

En esa canción también tuvo que ver Gustavo Guerrero, que es alguien a quien admiro mucho y que me ayudó en la producción. Con él también fue como amor a primera vista. Trabajar con él fue hermoso. Lo conocí a través de amigos en común. Ha trabajado en discos que me gustan mucho, como Musas, de Natalia Lafourcade, o los discos de Pedro Pastor. Una a veces piensa: “Qué honor trabajar con Fulano”, y en el caso de Gustavo, que es un zarpado, fue súper fácil y hoy te puedo decir que somos amigos. Se quedó diez días en casa, hicimos asados, recorrimos la ciudad, compramos discos, hicimos todo lo que hace un fanático de la música uruguaya cuando viene por acá, y conoció a Estela Magnone, por ejemplo. Él ama su música.

Estela grabó unos coros en “Un amor así”, que es una canción que también produjo Gustavo, y quedó re flasheado con la experiencia.

Te cambio de tema: ¿nunca te interesó involucrarte en la política?

No, cero intención. Jamás me interesó. Obviamente que es una tarea muy desafiante, y tal vez ingrata. Para empezar, no soy una persona con una identidad política ni partidaria ni de ningún tipo. Siempre me he mantenido así, y como que dar un batacazo de soy de acá o soy de allá sería rarísimo. De hecho, al revés. Siento que puedo charlar con cualquiera. No tengo ni idea de cómo funciona la política. No es para mí. También creo que hacer política es generar algo bueno en el otro. ¿Por qué yo elijo cantar lo que canto y no canto que me tomo tal droga y te hago no sé qué? ¿Me explico? Eso ya es una postura. En este mundo donde todo ese tipo de contenidos funciona porque es líquido, porque corre rápidamente, se mete y lo cantan los gurises, quieras o no quieras, pararte en un lugar de decir las cosas con un poco más de sentido y apostar por algo más artesanal es lo que a mí, como a tantos colegas, me interesa.

En definitiva, se supone que la política debería ocuparse de esa tarea: mejorar las condiciones de vida de la gente. Cuando uno hace algo que puede inspirar a los demás desde determinado lugar, está aportando para generar al otro algo positivo. Y eso puede ser ganas de cantar, o de atreverse a hacer algo a lo que no se anima. Lo que pasa es que esas cosas no salen en el diario.

Florencia Núñez: Fe en concierto. Sábado a las 20.00 en el teatro Solís. Entradas desde $ 600 a $ 1.400 en Tickantel.